Cubanos criticaron el uso de tarjetas prepagos como única alternativa disponible para la compra combustible en La Habana, medida impopular que se instauró para evitar el uso de efectivo en las gasolineras, según el discurso oficial.
Las quejas de clientes y trabajadores provocó que este miércoles se acepte efectivo en el momento de la transacción comercial, pero aún persisten otros problemas que hacen insoportable la situación, según reportó Cubadebate.
Las tarjetas prepago tienen denominaciones de 25, 75, 250, 500 y 1 250 CUP, pero las dos primeras son las que tienen mayor demanda, pero el problema no está solo en adquirirlas en las gasolineras, sino en que se debe extraer el combustible de cada tarjeta de manera individual.
Cubadebate entrevistó a algunos clientes de La Habana y relataron cómo deben ir, por ejemplo, hasta cuatro veces a echar el combustible que se corresponde con igual cantidad de tarjetas de 25 CUP.
"Cargas 25 CUP, vuelves a cargar la bomba y vuelves a venir de nuevo", explico una persona al medio de prensa estatal.
Las consecuencias de este ir y venir son largas colas que se extienden hasta cinco horas, porque hay problemas de conexión en los POS (Terminales de Puntos de Venta), en los cuales se reintegra el dinero que equivale a la cantidad de combustible no utilizado.
“Yo mismo quiero rellenar el tanque y el mío lo mismo acepta seis que cuatro (litros), en dependencia, no tengo para medirlo. Le digo ‘échame seis’, y si me sobra, entonces se traba el POS para hacerme la devolución para mi tarjeta", dijo un cliente.
El monopolio de las comunicaciones, ETECSA, trabajó junto a la corporación CIMEX en mejorar la conexión de los servicentros, según una información que se divulgó este sábado.
Sin embargo, los problemas persisten y las quejas de la población que lamenta la ineficiencia y falta de previsión para asumir una estrategia de venta que mejore la calidad de vida de los clientes.
Lycenia Duverger, administradora del Cupet de Santa Catalina y Felipe Poey, explicó que las denominaciones existentes obedecen a los billetes de CUC que existían en circulación, por tanto no hay tarjetas de 50 pesos, por ejemplo.
“El reclamo que hemos hecho es que las denominaciones varíen. Hay mucha gente que viene a buscar 100 pesos. Para esa cantidad, por ejemplo, tienes que vender tarjetas de 75 y 25 pesos. Si eso se pudiera ofertar a la vez ya evitaríamos que el cliente tenga que ir y venir. Debía habérsele buscado la solución. Si no había denominaciones muy pequeñas, entonces que todas se pudieran poner a la vez”, añadió.
Otro de los problemas que generó la aparición de las tarjetas prepagos en el panorama económico y social cubano es que no se venden en todos los sitios.
Se reguló que las tarjetas en CUP deben comprar en ciertas tiendas o en los Cupet que comercialicen en esa moneda, y aunque se dijo que las Casas de Cambio y algunas personas naturales realizarían esas operaciones comerciales, esto último no es aún una realidad.
La administradora del Cupet de Santa Catalina y Felipe Poey dijo que sería ideal que se vendieran tarjetas en todos los lugares y evitar comprarlas únicamente en las gasolineras.
"Hasta el momento, las tarjetas desechables de combustible no han tenido buena aceptación por los clientes ni por algunos de los trabajadores de Cupet", sentenció Cubadebate.
Tras publicarse el artículo en internet, usuarios de las redes sociales criticaron la aplicación de una medida impopular y que genera caos en la vida de aquellos que dedican horas del día a realizar interminables colas para adquirir cualquier producto en Cuba.
"Es que los que tienen esas 'ideotas' ni hacen las colas, ni pagan el combustible de sus bolsillos. Algunas veces pareciera que lo hacen con el propósito de molestar, porque me cuesta aceptar que cada idea sea peor que la anterior y termine afectando al pueblo. ¿Nadie pensó es los inconvenientes?", se preguntó la internauta Dayanis García Fariñas.
Neylé Perozo, otra lectora de la página digital, dijo: "Por cosas como esta cualquier vestigio de confianza que pueda quedar desaparece, tiene la dirección del país llena de 'buenos cuadros políticos' y cero cerebros pensantes. Un día la gente abre los ojos y deja de querer que jueguen con su tiempo, con su paciencia, con su vida".
Otra persona que se identificó como Rafael Marí, dijo: "Que locura, que burocracia, que atraso, que mentalidad tan pobre, todo eso producto de la escasez. Entonces van y hacen un reportaje como si hubieran descubierto el agua tibia y mientras tanto se nos va la vida. Y lo peor del caso es que nadie paga por ello".
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