Los juristas emigrados Santiago Alpízar, Arnaldo Fernández y Teresa Ortiz, del proyecto Cubademanda, en Miami, elevaron sendas consulta y súplica al Tribunal Supremo Popular (TSP) y al Cardenal de La Habana, sobre los procesamientos judiciales a los ciudadanos que participaron en las manifestaciones del 11 de julio; y para que interceda e involucre al Papa Francisco en la protección de los cubanos reprimidos por el gobierno y reciba a exiliados.
A continuación, reproducimos ambos documentos:
"AL CONSEJO DE GOBIERNO DEL TRIBUNAL SUPREMO POPULAR
Honorable Rubén Remigio Ferro Presidente del TSP
“Manifestarse, es más, lejos de constituir un delito, constituye un derecho constitucional de las personas. La libertad de opinión, la libertad de prensa, de creencia, incluso de filiación política o ideológica, esto no constituye delito”. Así lo expresó usted el 24 de julio de 2021 en el Centro de Prensa Internacional al filo de las protestas callejeras del 11 de julio.
Sin embargo, los manifestantes detenidos vienen siendo encausados a través del procedimiento de los tribunales municipales por Desórdenes Públicos, sin haber proferido gritos de alarma ni proferir amenazas de peligro común. Así mismo se han formulado acusaciones de Sedición.
El Código Penal sanciona:
• Con penas de diez a veinte años o muerte, la Sedición como perturbación del “orden socialista” y “grave alteración del orden público” [Art. 100]
• Con penas de uno a tres años o multa de trescientas a mil cuotas o ambas, los Desórdenes Públicos derivados de “cualquier otra forma [que] altere el orden público”. [Art. 200.2
Desde nuestra perspectiva, esta diferencia en la sanción debe aclararse al menos dando respuesta a las cuestiones siguientes:
• ¿En qué se diferencian el orden público y el orden socialista como objetividades jurídicas de los delitos de Desórdenes Públicos y Sedición, respectivamente?
• ¿Qué estándar marcaría la “grave alteración” del orden público en Sedición, si ya Desórdenes Públicos contempla “cualquier otra forma” de alteración?
Respetuosamente,
Súplica al cardenal de La Habana
"Eminencia, Cardenal García:
Juan de la Caridad García Rodríguez
Su Eminencia, los que suscriben suplicamos a Ud.; como príncipe elector de la Iglesia, interceda por nuestro pueblo cubano; también que lo haga ante su Santidad Francisco I, Papa y Obispo de Roma, para que reciba a sus representantes, pacíficamente opuestos al gobierno cubano.
Concilio Vaticano II nos enseña que: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo.”
Además, indica que: “El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia.”
Cardenal García, las tristezas y angustias de los cubanos, que sufren bajo el ejercicio del poder estatal, requieren ser atendidas por su Eminencia y la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Son Uds. la excelencia discipular cristiana de nuestra patria.
Vosotros; Cardenal García no pueden dar prueba mayor de solidaridad que dialogar con estos cubanos sobre sus problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a disposición de ellos el acompañamiento y el poder salvador de la Iglesia.
Los cristianos sabemos que Dios está atento a los gritos del pueblo oprimido y necesitado de salvación: “El Señor dijo: ‘Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder…’” (Éxodo 3: 7-8).
Dios conoce las necesidades existentes en Cuba, también entiende que sus más sabios pastores, para guiar y acompañar a su pueblo necesitado, son Uds. los obispos católicos.
Francisco I en su encíclica Fratelli Tutti nos anima a conjugar esta petición en favor de los cubanos oprimidos con otra coadyuvante a la salvación: persuadir al gobierno cubano de que “la caridad política se expresa también en la apertura a todos [y] a quien le toca gobernar está llamado a renuncias que hagan posible el encuentro”.
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