Cuba fallida ante el acoso sexual a mujeres

La valiente denuncia pública de las cinco cubanas supuestamente agredidas por Bécquer debe tener lógica continuidad en los tribunales

Trovador Bécquer supuesto acosador sexual de mujeres © Facebook / Fernando Bécquer
Trovador Bécquer supuesto acosador sexual de mujeres Foto © Facebook / Fernando Bécquer

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Este artículo es de hace 3 años

Las revelaciones sobre abusos sexuales en Cuba con supuestos depredadores como el fallecido Diego Armando Maradona y el trovador Fernando Bécquer arrojan mayor y necesaria luz sobre una zona dolorida y silenciada por una sociedad machista y discriminatoria; cuyas heridas empiezan a aflorar, tras años tapadas por el monólogo totalitario y la supervivencia frente a la pobreza.

Un depredador sexual está privado del placer de la seducción, confunde caricia con manoseo y suplanta la ternura con pulsión depredadora; perdiéndose el encanto de una mujer plena, amada y amando; y la fallida respuesta de amigos de Bécquer, desplazando un conflicto personal al ámbito ideológico, solo confirma la decadencia de Cuba, donde hasta la lógica está contaminada por el monólogo totalitario.


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La amistad real implica complicidad en el bien y repulsa del mal y tampoco debe descalificarse a priori supuestos excesos de un incipiente movimiento Me too en Cuba; en casos de sufrimiento humano es preferible la beligerancia a la pasividad, siempre que las denuncias sean verídicas, contrastables y coherentes.

De nada vale ser enérgico frente a determinados machistas y callar ante ataques de amigos a otras mujeres, en un ejercicio de incoherencia irresponsable y pusilánime.

El caso Bécquer no alude a su militancia castrista ni sus virtudes como trovador, sino posibles yerros humanos; por tanto, carece de sentido la defensa politizada que sus amigos y colegas para intentar matar dos pájaros de un tiro: Negar posibles abusos sexuales en Cuba e intentar descalificar las denuncias porque aparecieron en un medio alternativo.

La valiente denuncia pública de las cinco cubanas supuestamente agredidas por Bécquer debe tener lógica continuidad en los tribunales y no caer en el error de considerar perdido un caso por la constante y grosera intromisión del poder en la justicia, que sea el partido comunista quien asuma el riesgo de proteger a uno de los suyos o juzgarlo con garantías.

Cuba debe transitar hacia una sociedad que renuncie a aceptar lo siniestro como normal y asumir una defensa efectiva de sus mujeres, sin alharacas politizadas, que solo refuerzan las mentiras del partido comunista y su subordinada Federación de Mujeres de Cubanas (FMC) que -hasta ahora- guarda vergonzoso silencio sobre las denuncias de cinco mujeres.

La sexualidad, incluso sus perversiones, no son de izquierda o de derecha, sino conductas humanas; pero un estado tiene la obligación de proteger a las víctimas y castigar e intentar curar a los victimarios porque todo intento de conseguir favores sexuales con imposición, incluida la brujería oportunista, revelan trastornos mentales y afectivos de los delincuentes.

Una sociedad que tolera abusos en silencio, está enferma y, en temas que lesionan la salud de las personas, los gobiernos deben actuar resueltamente, sin renunciar a la presunción de inocencia, pero dejando claro que los victimarios no tendrán impunidad.

Renunciar a abordar en público los problemas de la sociedad cubana, silenciarlos en la prensa estatal; solo equivale a prolongar el sufrimiento de las víctimas y poner en peligro a mujeres, incluidas niñas; por mucho que algunos se empeñen en desacreditar a los denunciantes por motivos ideológicos.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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