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Díaz-Canel ultrajó bandera cubana en Nicaragua

En el órgano oficial del gobernante partido comunista, único legal en Cuba, no debe quedar nadie con criterio editorial para haber evitado la ridícula pose y el ñoño texto que la acompaña.

El presidente Díaz-Canel en Nicaragua © Alejandro Azcuy
El presidente Díaz-Canel en Nicaragua Foto © Alejandro Azcuy

Este artículo es de hace 2 años

La imagen del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez con la bandera cubana como bufanda, rematada con unas desfasadas borlas que le confieren un tufo colonialista y militar, refuerzan su imagen de bobo solemne empeñado en la destrucción de Cuba y confirman su bajo perfil institucional e inmadurez política

Granma publicó en su portada digital una foto del mandatario de visita en Nicaragua, con una bufanda formada por las banderas de Cuba y Nicaragua, en la que ambas enseñas aparecen parcialmente tapadas por una pañoleta rojinegra sandinista, y una blanca mascarilla sanitaria, que confieren aspecto carnavalero al gobernante, que sigue sin encontrar el tono institucional que su alta responsabilidad exige.

En el órgano oficial del gobernante Partido Comunista, único legal en Cuba, no debe quedar nadie con criterio editorial para haber evitado la ridícula pose y el ñoño texto que la acompaña; o peor aún, alguien en el Departamento Ideológico del Comité Central anda saboteando al presidente.

La Ley de símbolos nacionales de la República de Cuba (128) establece que:

Artículo 12. La Bandera Nacional se usa con el mayor respeto y cuidado, ocupando siempre un lugar visible, preeminente y de máximo honor.

Artículo 13. La Bandera Nacional no se inclina ante otra bandera, insignia, símbolo o persona.

El desprecio de Díaz-Canel a la bandera cubana echa por tierra los espurios argumentos esgrimidos en 2020, por las autoridades contra el artista Luis Manuel Otero Alcántara, en esa vieja manía castrista de intentar descalificar a opositores fabricándoles supuestos delitos comunes.

Y no es la primera vez que Díaz-Canel usa mal los símbolos patrios, porque en noviembre de 2020, se presentó en la tángana progubernamental del habanero parque de Trillo, con un pulóver-bandera, donde el triángulo rojo salía del sobaco izquierdo del presidente.

Toda la algarabía tardocastrista por supuestos usos indebidos de la bandera cubana por parte de opositores y vecinos de Miami ha quedado desmontada en un santiamén con la ridícula puesta en escena del presidente, incapaz de asumir las obligaciones institucionales de su cargo y empeñado en pisotear las leyes y costumbres, como hace ahora en Nicaragua, donde el protocolo institucional ha sido roto por la familiaridad de aliados políticos antidemocráticos.

Cargos son cargas y cuando un presidente actúa mal, compromete la dignidad de su país, por mucho que guatacas ignorantes pretendan hacer pasar sus groserías como gestos de naturalidad y simpatía; un mandatario no tiene que ser simpático, mucho menos ridículo, pero sí debe ser responsable y actuar con coherencia institucional.

Aparentar ser revolucionario y transgresor de modos y costumbres, mientras mantiene a miles de jóvenes presos y a la espera de largas condenas por el 11J, solo confirma la simplicidad del personaje elegido para suceder a Raúl Castro Ruz en la presidencia y en el desvencijado partido comunista, único legal en Cuba.

En vez de gastar dinero en recuperar a un grupo asesor formado por veteranos que ya fracasaron en proveer libertad y prosperidad a Cuba, el presidente Díaz-Canel debería rodearse de gente capaz y crear un pequeño grupo que lo aconseje en algo tan simple cómo comportarse públicamente y evitar cualquier tentación pachanguera y ridícula.

En vez de azuzar el patrioterismo simplón como arma arrojadiza contra opositores, exiliados y engañabobos de revolucionarios nostálgicos y desvalidos, Díaz-Canel debía aprender que cualquier gesto presidencial tiene connotaciones que trascienden lo común, teniendo especial cuidado en los símbolos patrios; sobre todo, cuando parte de la política-ficción que lo sostiene se basa en el patrioterismo de hojalata y baba sin quimbombó.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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