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Rolando Pajón, un científico cubano que huyó de su país hace 15 años, es actualmente una de las piezas claves de la vacuna de Moderna contra el coronavirus, al punto que la compañía lo ha nombrado su director médico en Latinoamérica.
Nacido en La Habana hace 50 años, Pajón se fue de Cuba en 2007, cuando trabajaba en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba y tuvo que viajar a Calgary, Canadá, como parte de un proyecto de investigación.
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Cuando tomó el avión ya había decidido que se quedaría. Solo se lo confió a su abuela Noelia Álvarez, que por entonces tenía 82 años, y a quien recuerda como su "fan número uno". En Cuba también dejó a sus dos hijas, de cuatro años y uno y medio.
"Es una decisión muy fuerte. No sabía si tendría tiempo de volver a ver a mi abuela, ya mayor, y asumía que pasarían muchos años sin poder abrazar a mis niñas, porque el Gobierno no permite viajar a la familia ni a uno volver; lo considera un traidor. Pero yo sabía que mi futuro no estaba en un país como Cuba", reveló al diario español El País.
Tras dos años en Calgary "trabajando sin parar", pasó un tiempo en California hasta asentarse definitivamente en Boston, donde se casó con otra cubana que emigró antes que él.
Mucho antes de que la pandemia cambiara el curso de su vida, el cubano empezó a estudiar nuevos candidatos vacunales contra patógenos respiratorios humanos y llevarlos a pruebas de concepto en humanos.
En 2018 se incorporó al staff de Moderna para trabajar en inmunizaciones frente a la gripe que usaban la tecnología de ARN mensajero. Hasta que llegó COVID-19 y la comunidad científica se volcó en la búsqueda de una vacuna.
"Yo era el líder del equipo que desarrolló todos los test y todas las pruebas de laboratorio que miden la respuesta inmune y la seguridad de la vacuna", detalló.
Más adelante fue el responsable del ensayo de fase 3, en el que participaron 30,000 personas. Allí lideró un equipo muy grande que organizó muestras, hacía análisis, generaba los datos y comprobar que los anticuerpos de la vacuna neutralizaban al virus.
En noviembre de 2020 presentaron sus datos a las autoridades sanitarias estadounidenses. En ese momento sabían que la vacuna limitaba la infección de una eficacia del 95 por ciento. Un día que Pajón describe como de los más felices de su vida, pero también un día difícil, porque sabía que no había dosis suficientes para todo el mundo.
Casi un año y medio después, la misión del científico cubano es llevar esa tecnología a los países de Latinoamérica con población sin vacunar, asentar Moderna en la región y hacer accesible la tecnología de ARN mensajero.
Pajón nunca más ha vuelto a su patria. Su abuela Noelia murió en 2015, y en estos años pudieron reencontrarse gracias a que la anciana, hijo de un asturiano que emigró a Cuba de niño, se acogió a la nacionalidad española. Con el nuevo pasaporte, Noelia pudo salir de la Isla dos veces a reunirse con su nieto.
Él también pudo reunirse con sus hijas, seis años y medio después de escapar de Cuba.
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