El traslado del periodista cubano Armando Franco Senén, de la dirección de la revista Alma Máter a la Empresa Consolidada de Otras Tareas Revolucionarias (ECOTRA), es solo el penúltimo degüello del machete totalitario castrista, que lleva más de medio siglo cortando cabezas sin piedad, instalado en perpetua falacia comunista.
La destitución del director de la histórica revista Alma Máter provocó la primera discrepancia pública entre la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y la dirección del gobernante partido comunista, que ordenó el truene de Armandito Franco por contar una Cuba diferente a la del noticiero, con los daños colaterales de la renuncia del jefe de Redacción, Yoandry Ávila Guerra, y de los redactores Maxwell BM, Mercedes Muñoz y Laura Serguera.
El mismo día que trascendió la liberación del compañero Franco, el primer secretario del gobernante partido comunista, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, recordaba la necesidad de "dar cumplimiento" a una frase de Raúl Castro: Si somos el único partido, tenemos que ser más democráticos y más participativos.
El atropello ha sido de tal calibre que el presidente de la UPEC, Ricardo Ronquillo Bello, publicó una declaración en la que asegura están entristecidos por la decisión adoptada y recuerda el apoyo de la organización a Alma Máter, y a todos los que se esfuerzan por modernizar el lenguaje, códigos y estéticas, y en acrecentar su autoridad y alcances, cuando "hace aguas el modelo mediocéntrico y las audiencias, cada vez más fragmentadas, tienen que ser conquistadas con profesionalidad y altura ética indeclinables".
Ronquillo deberá blindarse ante la maléfica y serruchapisos, Rosa Miíriam Elizalde Zorrilla, que ejerce como vicepresidenta primera de la UPEC; y apoyarse en el sensato Ariel Terrero Escalante; teniendo en cuenta que la respuesta de Díaz-Canel llegó por twitter, matizada por el burócrata Enrique Villuendas, al que han ordenado persuadir al decapitado de la justeza de su descabezamiento y avisándole que -si coopera, léase se calla- tendrá recompensa:
Y, como no hay dos sin tres, el departamento Ideológico de la Seguridad del Estado ha echado a rodar el enemigo rumor que el compañero Franco Senén, en paralelo a sus funciones como director de Alma Máter, gestionaba el blog independiente de una empresa de telecomunicaciones de Miami, cliente de la militar Etecsa, y que le pagaría en dólares norteamericanos.
.Las entrevistas con Verde Gil, promotor de la sentada de los Pañuelos Rojos en el Parque Central, consensuada con las autoridades de La Habana, y con los jóvenes universitarios que fueron reprimidos y apresados por manifestarse pacíficamente el 11J sentenciaron a muerte -política y civil- a Franco, víctima de la vil seducción que ejerce el lobo verde oliva sobre el rebaño, con ovejas descarriadas, que ya han levantado la voz para cuestionar el despido, alertando que el enemigo podría aprovecharse.
¿Cuántos enemigos se aprovecharon de la destitución de Pelayo Terry como director de Granma?. ¿Cuántos enemigos se aprovecharon de la destitución de Danylo Sirio como presidente del ICRT?
La ocultación permanente de los asuntos dolorosos de Cuba, la negación consuetudinaria de la pluralidad, aun dentro de la revolución, solo han provocado un divorcio definitivo entre la cúpula del partido comunista y el pueblo, al que dicen representar y defender, vieja táctica leninista que -paradójicamente- contribuye a la credibilidad de las mejores cabeceras de la prensa independiente.
Cuando CiberCuba, en cumplimiento de su vocación de servicio público para todos los cubanos, refleja el mal funcionamiento y/o atropellos de derechos ciudadanos, la dictadura responde mandando a la Seguridad del Estado a intentar amedrentar a los denunciantes públicos y descubrir las posibles fuentes informativas, pero ordena que se resuelva el problema, como ocurrió con la primera ola de coronavirus y las frecuentes denuncias sobre el mal funcionamiento del estado comunista.
Cuba vive la paradoja, entre otras muchas, de tener muchos buenos periodistas obligados a hacer el peor periodismo posible porque la mayoría de los medios de comunicación, incluso la UPEC, son propiedad estatal, sus profesionales son asalariados del partido comunista, único legal en Cuba, supraconstitucional y enemigo de la libertad de prensa, desde la expropiación forzosa y sin indemnización de las dinámicas cabeceras de la República que, durante la dictadura de Fulgencio Batista, disfrutó de la circulación de 42 periódicos y revistas, incluidos el comunista
En este ámbito el más sincero fue Raúl Castro, proclamando la Constitución de 1976, cuando afirmó, sin embarajes, que “en nuestro país no hay libertad de prensa, y no lo ocultamos”; no puede haberla para servir a los intereses de la burguesía y los enemigos de la revolución; luego su hermano Fidel, solía apuntar ante periodistas estadounidenses que no podría existir un periódico contrario a sus ideas porque no había quien lo pagase. Más claro, el café con chícharo.
Durante la dictadura de Fulgencio Batista Zaldívar, solo en La Habana, circulaban, 42 periódicos y revistas de toda orientación ideológica, incluidos el conservador Diario de la Marina y el comunista Hoy, por citar dos extremos ideológicos y usar igual patrón comparativo que la casta verde oliva y enguayaberada.
En el transcurso de la revolución no han sido pocos los intentos de renovar el periodismo, por parte de funcionarios y profesionales; incluidos los pragmáticos que sugirieron establecer dos ámbitos de comunicación; un grupo de publicaciones, encabezado por Granma, el Sistema Informativo de la televisión y Prensa Latina, que asumiera el papel de portavoz del régimen y una agrupación paralela que reflejara la instruida y plural sociedad cubana, alérgica a los afanes periodísticos norcoreanos.
Los pragmáticos creían que una zona de periodismo más apegado a la realidad cubana, sería la mejor respuesta a las denuncias sobre falta de libertad en Cuba, pero la Magdalena verde oliva nunca ha estado para tafetanes y ha dado sonoros portazos a tirios y troyanos que -en su ilusión pasajera- no han dudado en machacar a sus antecesores, creyendo que así consolidaban su posición en la subguara, cuando solo cavaban su propia tumba periodística.
Los protagonistas de estos esfuerzos han acabado en la evasión de dos carriles, con matices: Su apaciguamiento y aceptación de la norma, la conversión oportunista en nuevos Torquemadas y la migración a áreas menos caliente del periodismo oficial que -durante muchos años- fueron el Deporte y, parcialmente, la Cultura; aunque el general deterioro de Cuba, y la necesidad de la dictadura más antigua de Occidente de contar con adhesiones incondicionales, eliminó esos virtuales refugios.
El otro carril evasivo de periodistas talentosos han sido un minoritario traslado a la prensa extranjera acreditada en Cuba, que garantiza burlar la OFICODA a cambio de portarse bien, aunque ha habido casos de no respeto a esa regla no escrita; el desembarco en la dinámica y desigual prensa independiente, y el exilio o inxilio, compartido con otras profesiones.
La casta verde oliva y enguayaberada -en pánico desde el 11J- vive en una realidad paralela a la de millones de cubanos y la prensa estatal no es más que un fiel reflejo de la esquizofrenia política que asola al comunismo de compadres que ve -en cada crítica e intento de renovación formal- un peligro para sus intereses y no duda en decapitar asalariados, creídos hasta el minuto antes de su cese, que el león se volvió vegetariano y solo sale de la jaula para repartir lametones.
Si algún cubano -incluidos los que aun creen que el castrismo es reformable- aún duda del peligro que corren periodistas estatales e independientes, solo debe ver el vídeo de la reunión de Díaz-Canel con comunicadores oficialistas, tras el aldabonazo del 11J, cuando su expresión facial pasó del compañerismo impostado a la ira y congestión, en la medida en que afloraban las amargas verdades; hasta el punto que el presidente cometió el acto fallido de revelar que, en esos días, había discutido con compañeros que piensan que todo está mal.
Como para no pensar mal, si la mentira sigue habitando el Palacio de la Revolución, con el agravante de considerar tontos al resto de los cubanos, intentando hacer creer que truene del director de Alma Máter fue una decisión de la Ujotacé, que debía ser clausurada y emplear el dinero de su subvención en reducir la pobreza y desigualdad de los cubanos, solo hay que leer las puntualizaciones de Aylín Álvarez, otra cuadro empeñada en mostrar su incapacidad.
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