La periodista y analista rusa, Inna Afinogenova, abandonó su puesto en Russia Today (RT), la cadena de televisión internacional de noticias financiada por el Kremlin, por no estar de acuerdo con la invasión rusa de Ucrania.
“Básicamente no estoy de acuerdo con esta guerra”, declaró la periodista en un video compartido por redes sociales para explicar su decisión de abandonar el canal de noticias que ha servido a la maquinaria propagandística de Moscú.
“Nunca he estado de acuerdo con ninguna guerra porque sé por encima de todo y en por haberlo vivido en carne propia, que afectan a la población civil”, dijo Afinogenova, joven de 33 años nacida en Daguestán y que vivió la guerra entre rusos y chechenos que se desarrolló a finales de los años 90 en el territorio de esta república caucásica.
Declarándose en contra de todas las guerras, la periodista relativizó el horror provocado por la invasión de Rusia sobre Ucrania al compararlo con el de otras guerras en “países tan lejanos y desconocidos como Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Sudán o Palestina”.
Según Afinogenova, la opinión pública en torno a la guerra de Ucrania está guiada por “la sangrante hipocresía europea”. Para la analista, que llegó a decir en RT que “llegará enero, después febrero y marzo; acabará 2022 y seguro que en los medios (occidentales) seguirán leyendo que la invasión es inminente” -mofándose de los avisos de invasión inminente de los gobiernos occidentales-, la guerra no tiene justificación “por más que pueda entender los motivos que la provocaron”.
La analista reconoció no entender la guerra “desde un punto de vista humano”, pero tampoco desde el punto de vista “estratégico”. Para Afinogenova, cualquiera que esté en contra del “militarismo” de la OTAN (como Rusia) debería estar en contra de la guerra, ya que -según ella- esta no ha hecho más que unir a los aliados atlantistas.
“Una organización que estaba en plena decadencia, que parecía totalmente anacrónica y que ni en sus sueños más húmedos podría haber imaginado que alguien le hiciera semejante favor como el que le hizo el gobierno de mi país”, describió la periodista, criticando la visión estratégica de Vladimir Putin al que indirectamente responsabilizó del “segundo aire” de la OTAN.
Los ultranacionalistas ucranianos salen reforzados con la guerra, según la periodista, que no dudó en calificarlos de fascistas y burlarse de aquellos que relativizan la existencia de grupos de esta ideología en Ucrania argumentando que su presidente, Volodimir Zelenski, es judío.
En cuanto a la propaganda en tiempos de guerra, evitó referirse al medio en el que trabajaba. Según afirmó, desconoce si RT hace propaganda y manifestó su voluntad de no plantearse siquiera la cuestión, porque su trabajo en la cadena lo hacía de forma profesional.
Sin embargo, no vaciló a la hora de acusar a periodistas de otros medios de servir a los intereses propagandísticos de sus gobiernos, así como apuntar que la prolongación de la guerra se debe a quienes “envían más armas”, en clara alusión a los aliados occidentales.
“Que no me vengan con el cuento de invadidos e invasores. Cuando el invasor eran ‘ellos’ tampoco daban voz al invadido”, justificó Afinogenova, señalando a los ucranianos como los primeros que “invadieron” a los prorrusos separatistas del Donbass, quienes pretendían independizarse de Ucrania mediante las armas y con apoyo logístico de Rusia, que incluyó tropas de mercenarios rusos.
Los europeos están más manipulados por la propaganda que los rusos, porque prohibieron “la visión del otro lado”, consideró la periodista, refiriéndose a la censura ejercida sobre determinados medios rusos en países occidentales. Sobre la censura que ejerce el Kremlin y la situación del periodismo independiente en Rusia desde la llegada de Putin al poder hace más de 20 años, nada dijo Afinogenova.
No sabe qué le depara el futuro Afinogenova. Seguirá con sus redes haciendo el periodismo que reivindica. No se plantea volver a Rusia, donde seguramente no podría ejercer. Así que muy probablemente se le siga viendo en redes y medios de comunicación de esos países occidentales de los que habla con desprecio, pero que defienden y promueven la libertad de expresión.
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