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Dos jóvenes cubanos conversaron de manera informal en medio de una cola para comprar gas licuado, y casi en clave compartieron una idea en común: el fin de la dictadura.
Leandro, así se identifica en Twitter uno de los protagonistas del diálogo, y un desconocido que pudiera estudiar en la enseñanza media, coincidieron durante durante unos breves minutos e intercambiaron algunas palabras, que no por escasas dejaron de ser impactantes.
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El desconocido se acercó al protagonista de esta historia y le preguntó por un tatuaje que lleva en el antebrazo izquierdo.
- Chama, ¿ese tatuaje significa lo que yo creo?
El joven, que lleva dibujada una bandera cubana y la frase "La noche no será eterna", título de un libro de Oswaldo Payá Sardiñas, acentuó con la cabeza.
Como la insiginia está pintada de negro y gris el cubano curioso lanzó otra pregunta, y sin rebuscar en las palabras quiso saber si le daría color "cuando esto se caiga".
- ¡Claro! -dijo Leandro con total seguridad.
La conversación llegó a su final con un choque de puños, señal de respeto y complicidad entre dos personas que no se conocen pero tienen en común las mismas inconformidades.
LOS JÓVENES DE CUBA SON LA ESPERANZA
El protagonista de esta anécdota se llama Leandro René Hernández Ibarra, tiene 24 años, y se presenta como un cubano aspirante a ingeniero mecánico y a ser libre.
Desde La Habana, contó que el tatuaje se lo hizo hace apenas dos semanas y eligió la frase de Payá porque transmite muchas cosas con las que está de acuerdo.
"Desde una forma solemne expresa claramente el sufrimiento de una sociedad civil que lleva tantos años sometida y más que deseo, brinda esperanza!, confesó.
Al preguntarle sobre el momento en que decidió disentir del discurso oficial y supo que no se puede aplazar más un cambio en Cuba dijo que desde hace mucho tiempo ha expresado sus ideas.
"La libertad de Cuba se materializará el día que el pueblo entienda que tenemos el poder y concienciemos realmente que la raíz de todos nuestros males es el régimen que tiene secuestrado al estado cubano", subrayó.
Hernández Ibarra pertenece a una generación de cubanos que se aleja cada vez más de los ideales comunistas que impulsó el régimen desde que tomó el poder en 1959, y que la actual presidencia del país intenta mantener vivos con su continuismo.
Es parte de ese grupo de jóvenes que dejó de creer en las noticias del Granma y el Noticiero de la Televisión, que no duda en llamar mentirosos a los dirigentes que se paran en las tribunas a exigir sacrificios con discursos vacíos, es un cubano que creció entre colas y carencias y ahora se ve empobrecido por medidas como la Tarea Ordenamiento, que en pocos meses convirtió a los ciudadanos en seres más dependientes del dólar o el euro para sobrevivir.
Como él, muchos jóvenes expresan su desprecio por el sistema y no se esconden para decirlo, en espacios públicos o virtuales, convertido en un frente de denuncias constante contra todo aquello que viole los derechos humanos.
"Lo vivo a diario; en los pasillos de las universidades, en las calles, en los parques... en todos lados puedes escuchar el cansancio y el desprecio de los jóvenes al sistema. Muchos lo hacen claramente, a otros les da miedo y aún te lo dicen bajito, otros utilizan el arte o simplemente sólo piensan en irse... y eso es la prueba viviente de la ruptura generacional casi generalizada con el PCC", finalizó.
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