Quiero denunciar que hoy una multitud de niños y padres fueron víctimas de violencia en Cuba por parte de una institución estatal.
El miércoles a las 2 pm se comenzaron a vender las entradas para el concierto que Liuba María Hevia iba a dar el sábado a las 11 am en el cine Yara para los niños. Hice la cola y compré las entradas, así que cuando llegué el sábado me asombré de tener que hacer otra cola para entrar. Pensé que después de haber hecho la cola para comprar la entrada iba a llegar el sábado, entregar mi ticket y entrar. Pero lo que encontré el sábado a las 10:30 am en el Yara fue una aglomeración de cientos de personas.
Los trabajadores de la institución estaban sacando a padres y niños del portal del Yara para que se colocaran en una fila inmensa que se hacía a lo largo de la calle 23 bajo el sol. Todo esto con el fin de dejar despejado el portal del Yara para que entrara con total comodidad la delegación de los padres y los niños del personal diplomático que vive en la isla (un grupo de extranjeros).
Los trabajadores de la institución explicaron también que Liuba estaba ensayando en ese momento. Si esto era verdad, fue un mal manejo tanto por parte de Liuba como de la institución. Si Liuba necesitaba ensayar, tenía que haber empezado su ensayo más temprano o hubieran podido cerrar el telón y haber empezado a recibir al público.
Padres y niños estaban afuera al sol, aglomerados, irritados, indignados. Muchos niños estaban llorando y otros se tapaban los oídos porque ya no aguantaban más. Los trabajadores de la institución pedían que la cola se organizara, pero ¿para qué hacer una cola? Si ellos hubieran recibido al público desde temprano, hubieran evitado la aglomeración.
Ese estado de barbarie, de gritos y tumulto, duró casi una hora, hasta que por fin abrieron una puerta para el público. Entonces, como los trabajadores de la institución no tenían una organización precisa, por momentos cerraban la puerta y pedían que la cola se organizara. Esto solo conseguía que aumentara el tumulto y el estado de irritación de las personas.
Lo que se dio ahí fue una clase de barbarie a los niños. Cuando por fin logré entrar, la trabajadora de la institución me recogió la entrada y no me dio la mitad, como es correcto, así que no pude reclamar después mi dinero. Después de entrar en el cine y que mi niña viera por primera vez ese lugar, un escenario, instrumentos, y se llenara de expectativas, tuvimos que volver a salir porque ya no quedaban asientos. Fue una experiencia muy desagradable, donde los niños y los padres se sintieron mal, fueron maltratados e irrespetados.
Se vivieron casi 2 horas de intensa violencia. Lo peor también es que cuando uno sale de ese tipo de experiencia, durante todo el día se queda cargado de esa violencia, de esa irritabilidad. En verdad, no hay justificación para nada de lo mal hecho que ahí ocurrió, porque el Yara es una institución antigua.
Tal vez hayan trabajadores nuevos, pero hay muchos trabajadores antiguos que saben cómo organizar y que debieron orientar a los trabajadores nuevos. Todo lo que pasó ahí pudo ser evitado de una manera muy simple, porque de lo que se trata es de darle alguna buena experiencia a los padres y a los niños, y lo que se logró fue todo lo contrario.
Una vez más, me pregunto: ¿Habrá algo bien hecho en este país? ¿Podrán crecer nuestros niños sin violencia? ¿Podremos ser los cubanos tratados con dignidad?
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