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El actual presidente brasileño Jair M. Bolsonaro y su contendiente, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, disputaran la presidencia del país sudamericano en segunda vuelta el próximo 30 de octubre, luego de que ninguno de los dos alcanzara más del 50% de los votos en la jornada electoral del pasado domingo.
El candidato de izquierda obtuvo una ligera ventaja del 48,43% de los votos frente al 43,20% del actual presidente con el 99,99% del escrutinio, según cifras oficiales.
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La senadora de centroderecha Simone Tebet, por su parte, con el 4,16% de los apoyos, fue la sorpresa de una jornada que hizo saltar por los aires todas las previsiones que apuntaban a una ventaja abrumadora de Lula.
La victoria de aliados del actual presidente en puestos clave de gobernaturas y el senado, descarta la posibilidad de una resurrección de la izquierda y complicará un posible gobierno de Lula, en caso de que se imponga en segunda vuelta.
“Contra todo y contra todos, tuvimos una votación más expresiva en la 1° vuelta de 2022 que la que tuvimos en 2018. ¡Fueron casi 2 millones de votos más! También elegimos los escaños más grandes de la Cámara y el Senado, que era nuestra máxima prioridad en este primer momento”, escribió Bolsonaro en Twitter, luego de conocer los resultados.
El presidente se mostró calmado y optimista en su contacto con la prensa luego de la jornada e insistió en su discurso antisistema y sobre el peligro de que Brasil se convierta “en una nueva Venezuela” de ganar su contendiente.
Lula, por su parte, adoptó un tono reflexivo y optimista pese al bajón que suponen los resultados del domingo.
“Me encanta hacer campaña. Y tenemos 28 días más. Me encanta el rally, subirme a los camiones. Y será la primera oportunidad de tener un debate cara a cara con el actual presidente. Para que podamos hacer comparaciones entre el Brasil que él construyó y el Brasil que nosotros construimos”, tuiteó el líder del Partido de los Trabajadores.
El experto en política brasileña Brian Winter considera que los sorpresivos resultados de esta primera vuelta hacen presagiar una segunda vuelta que, contrario a lo esperado, será competitiva.
“Lula sigue siendo un ligero favorito para ganar, creo. Pero el estrecho margen ejercerá presión sobre la democracia de Brasil. Y hará que gobernar sea difícil para quien gane. Escenario de pesadilla para muchos”, opina Winter, editor de Americas Quarterly.
La segunda vuelta se desarrollará en un escenario cada vez más enrarecido y peligroso para la democracia brasileña. Bolsonaro ha insinuado que no aceptará los resultados en caso de ser derrotado y se teme un posible escenario de crisis y militarización, en un país donde el actual presidente cuenta con el apoyo del ejército.
Para el politólogo argentino Pablo Estefanoni, por su parte, la elección del domingo prueba, pese a las encuestas, que el bolsonarismo es “una fuerza subterránea” en Brasil capaz de conectar con “una identidad y la posibilidad de un voto protesta que puede ser tan potente como impreciso en sus destinatarios”.
Lula pudo participar en esta elección luego de que el Tribunal Supremo de Brasil anulara en 2021 una condena por aceptar sobornos de empresas de ingeniería a cambio de contratos públicos por los que el expresidente pasó un año y medio en prisión.
En caso de victoria, el expresidente pretende retomar el Programa Mais Médicos, a pesar de la creciente evidencia del uso de médicos bajo condiciones de “trabajo esclavo” por parte del régimen cubano.
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