En la historia del deporte cubano hay nombres que, a pesar de haber tocado con la mano el Olimpo, permanecen en el más oscuro ostracismo.
A propósito de eso, hace unos días, en plena cola por el pollo (algo tan habitual por estos días en Cuba) varias personas me preguntaron por el taekwondoca campeón olímpico Ángel Valodia Matos y realmente, no supe qué responder.
Picada por la curiosidad y gracias a las redes, me puse en función de encontrar al espigado holguinero que tanta gloria nos reportara en su deporte y que, lamentablemente también, protagonizara una desafortunada acción que lo perseguirá por siempre.
Y es que Ángel Valodia, en el combate que decidía la medalla de bronce en sus terceros Juegos Olímpicos Beijing 2008, agredió al árbitro actuante, el sueco Chakir Chelbat, cuando éste decidió en su contra.
Mira, no voy a justificarme, para nada. Eso fue una pésima decisión que ningún deportista debe adoptar pero hubo antecedentes claros de que los técnicos de mi rival, el kazajo Arman Shilmanov, estaban tratando de “comprar” la victoria.
Incluso a mi entrenador Leudis González, también separado de por vida del deporte y a mí nos habían hecho proposiciones para que perdiera. Sabes que eso sucede en otras disciplinas como la lucha y el judo, no es secreto. Mi opinión es que el árbitro se vendió.
Como todo el mundo vio, yo iba ganando la pelea cuando recibí un fuerte golpe en el pie. Tras 60 segundos de espera, el árbitro me descalifica y da por ganador al kazajo. Ahí salió Leudis a protestar y yo le doy una patada en el rostro a Chalbat, algo que nunca debió de pasar, te repito, una actitud inaceptable.
Y a partir de ahí la Federación Internacional de Taekwondo decidió suspender a perpetuidad a Valodia y a su técnico por conducta ajena a los principios del olimpismo.
¿Qué haces ahora teniendo en cuenta la sanción de por vida de la Federación Internacional?
Tras lo sucedido en los Juegos Olímpicos de 2008 estuve trabajando extraoficialmente, por un año, con el equipo nacional. Ayudaba a mis entrenadores, transmitía mis experiencias. En estos momentos entreno al equipo juvenil masculino de la EIDE “Pedro Díaz Cuello” de Holguín.
Duros los tiempos que corren y no solo para el deporte... ¿Cuál es tu opinión de la fuga de tantos y tantos talentos?
La pérdida de tantos talentos es que aquí en Cuba hay muy poca atención a los atletas. Ya, en los tiempos que corren, no se puede pensar en dar un diploma o una vasija de barro a un atleta. Ahora todo el mundo, más los jóvenes prometedores, quieren salir adelante y este país no puede evitar su partida… ¡y no son sólo los deportistas!
Tu talento podría muy bien ser aprovechado por el seleccionado nacional ¿habría alguna posibilidad de que la Federación Internacional revocara tu sanción de por vida?
Con respecto a si puedo ser entrenador del equipo nacional te afirmo que sí; tengo todos los conocimientos prácticos y teóricos, pero no veo que la Federación cubana solicite una modificación a la sanción, no creo que haya voluntad para solicitar se revoque esa medida.
A 14 años de aquella mala acción, acaecida en Beijing 2008 ¿qué consideras tú?
Ha llovido mucho, han pasado 14 años. Creo que la sanción sí pudiera revocarse si… ¡se tuviera el deseo y la voluntad! Pero Julita ¿a quién le importa? Con los argumentos y las pruebas, se podría haber puesto límite a la, te reitero, merecida sanción pero no hacerla eterna.
Un momento malo no puede signar la vida de una persona, de un deportista que jamás cometió una indisciplina, de un campeón olímpico. Pero nadie hace nada y lo peor, nadie lo va a hacer porque, sencillamente, nada importa.
Valodia Matos, monarca olímpico de Sydney 2000 y de la Copa del Mundo de Francia del propio año, ganó tres medallas de oro en el Panamericano del Deporte y fue oro y plata en los Juegos Panamericanos de Río 2007 y Winnipeg 1999.
Amén de tu pésima reacción en ese instante, considero que algo debe hacerse porque recuerdo tu título dorado en Sydney con tu mamá fallecida durante tu estancia en la urbe australiana… ¡Eso fue increíble!
El fallecimiento de mi madre fue un golpe del cual no me recuperaré nunca. La pérdida de una madre es irreparable. Cuando me dieron la noticia, apenas dos días antes de yo competir, me quise morir. Lloré tanto que mis ojos se hincharon.
Tuve que encarar en la lejanía de Sydney dos problemas: la muerte de mi madre y el no poder estar junto a mi hermano que era, al igual que yo, muy unido a mamá. Yo no vivía pensando en él, en su reacción. Hasta me preocupaba que fuera a atentar contra su propia vida.
Al poder hablar telefónicamente con él y comprobar que estaba bien, mi voluntad se volcó en la competencia. Ella quería que yo ganara y sé que desde el cielo me ayudó. Fue algo muy grande y a la vez, doloroso.
Recuerdo que llegué a la final, tras dejar detrás a cuatro rivales, superando al alemán de origen marroquí Faissal Ebnoutalib por el oro, cuando puse en práctica toda mi técnica con golpeos precisos. En un resumen te puedo decir que marqué 18 puntos y solo permití 3 en los 5 combates. Soy el primer campeón olímpico de los 80 kilos en la historia olímpica del taekwondo pues ese deporte tuvo su debut en el 2000.
¿Siempre quisiste ser taekwondoca? Con tu estatura podías haber sido voleibolista, basquetbolista, balonmanista...
Al taekwondo llego tras haber pasado por las áreas especiales de hockey sobre césped, baloncesto, béisbol y judo, pero eran disciplinas que entrenaban en la sesión matutina, la misma de mis clases docentes: tenía que fugarme y ya tú sabes las broncas con mi abuela, su castigo era terrible.
Entonces, se desarrolló en Holguín una competencia internacional de taekwondo, en sí era un tope bilateral Cuba-México dónde pude ver ese novedoso y bello deporte proveniente de un arte marcial de origen coreano. Y así mi hermano y algunos amigos del barrio empezamos a buscar un área donde se entrenara, ya que era una disciplina nueva que había entrado en Cuba en 1987.
En 1992 comencé con su práctica, aunque me hubiese gustado ser boxeador pero quién se lo decía a mi abuela… ¡y gracias que me dejó ser taekwondoca!
¿Para ti los más grandes taekwondocas de todos los tiempos?
Los dos más grandes han sido el estadounidense Steven López, doble campeón olímpico y penta mundial, y el mexicano Víctor Estrada, quien a pesar de no saborear la gloria olímpica, para mí está entre los mejores.
¿El entrenador que mejor se entendió contigo, el que más te enseñó?
Yo siempre me entendí con todos pero a la perfección fue con Pedro Lay y René García, este último actual jefe técnico de la selección nacional.
¿Tu rival más difícil?
Sin discusión, Víctor Estrada, un rival muy difícil por su técnica y velocidad en el combate.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: