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Cubanos estudian Inglés para escapar de la dictadura más antigua de Occidente.

Escuela privada de Inglés en La Habana, en 2016 © 14 y medio
Escuela privada de Inglés en La Habana, en 2016 Foto © 14 y medio

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Este artículo es de hace 2 años

Cuba es medallista de bronce en el dominio del Inglés en América Latina, según datos de la empresa Education First (EF), que revelan un creciente y sostenido interés de los cubanos por Tom y Mary como parte de su estrategia migratoria y cultural.

Cuba está viva, pese al tardocastrismo, y la tradición republicana -que establece como mejor herencia una buena educación y que los pobres deben ser aseados e instruidos- sigue vigente en muchas familias, que se revelan contra el grave deterioro sanitario y educativo, que data del colapso soviético.


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Tantos años de baba sin quimbombó antiimperialista y asumiendo muchos cubanos que los americanos son los malos que hacen cosas buenas; acabó provocando olas de students and teachers en escuelas estatales y privadas; más la importación de métodos de aprendizaje audiovisuales e informáticos.

El conocimiento del Inglés se ha convertido en una herramienta imprescindible para emigrantes cubanos y no solo los que viajan directa o vía volcanes a Estados Unidos, sino los de travesías desde Rusia hasta España, atravesando media Europa, incluido los bellos y trágicos Balcanes; o los médicos y demás especialistas cubanos en otros ámbitos que prestan el concurso de sus modestos esfuerzos a cambio de masa limpia para el gobierno jinetero y migajas para ellos; como corresponde al esquema de administración de pobreza implantado por el jesuita Fidel Castro Ruz.

La ola Shakespeare ha propiciado una segunda oportunidad laboral para profesores jubilados, volviendo a escuelas del gobierno y/o particulares; donde nuevos ricos y aspirantes, candidatos a la emigración y cubanos motivados por elevar su nivel cultural han llenado aulas en busca de su American way of life.

La sintonía entre cubanos y norteamericanos, basada en lazos históricos, culturales y de empatía; que el castrismo nunca consiguió borrar, la pujanza de la solidaria emigración cubana en Estados Unidos y el embullo Obama contribuyeron decisivamente al renacer y predominio del Inglés en Cuba, tras años nadando en ruso contra la lógica geográfica y cultural.

En los años 1965-1975, cuando profesionales cubanos de diferentes áreas cogieron camino de Sacramento, decepcionados por la feroz represión verde oliva, la suicida Ofensiva revolucionaria, y la sequía cafetalera, provocada por el Cordón de La Habana; entre otros experimentos voluntaristas y ruinosos; pudieron insertarse con éxito en los países de acogida por sus sólidos conocimientos; como ha ocurrido después con emigrantes Made in Período Especial en tiempos de paz, primera etapa; que no tuvo nada especial y dura, dura y dura, como las pilas solares.

En España, la primera oleada de exiliados cubanos cosechó éxito laboral y social porque eran personas formadas y con gran capacidad de trabajo, y su llegada coincidió con el llamado "desarrollismo" franquista, cuando los conocimientos de Inglés, Contabilidad y Medicina, entre otros, se hacían muy necesarios y útiles, en un país que aun dobla las películas británicas y estadounidenses, aunque hay cines que exhiben filmes en versión original subtitulada.

El aprendizaje de un idioma enriquece y facilita la comunicación humana; en toda circunstancia y época, pero el castrismo cometió el error de pretender suplantar a Betty Boop y Mickey Mouse por los muñequitos rusos; provocando un choque cultural silenciado por la imposición totalitaria; como reveló un chiste surgido en aquellos años de amistad inquebrantable y bolsa negra.

Un periodista extranjero pregunta a unos cubanos en la calle si los rusos son hermanos o amigos; los interpelados, tras pensar unos segundos, responden a coro: ¡hermanos!; ¿ah, si? Si, señor, los amigos los escoge uno...

Lástima que una fiesta, como es el dominio de un idioma extranjero, también implique en Cuba desgarro y emocionalidad quebrada, como I-ll try, esa estampa bilingüe e inmortal de Luis Carbonell; preguntando ¡qué jala, mi negro!, en medio de un Inglés de Carraguao, donde muchas noches, a la luz del apagón, unos padres invisibles para la casta verde oliva y enguayaberada, viendo a sus hijos preparar maletas, evocarán a Carlos Puebla, inmortalizado por Blanca Rosa Gil, la muñequita cubana que mejor canta quiero hablar contigo, antes que te vayas...

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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