Reina de espías: Ana Belén Montes bajo la mirada de sus cazadores

En vísperas de la excarcelación de la superespía de Cuba en el Pentágono, CiberCuba publicará varios artículos sobre Montes y la trascendencia de sus acciones para el diferendo entre Washington y La Habana.

Carátula del libro de Chris Simmons (izq.) y la espía Ana Belén Montes en el momento de su detención en 2001 © Colllage/ CiberCuba
Carátula del libro de Chris Simmons (izq.) y la espía Ana Belén Montes en el momento de su detención en 2001 Foto © Colllage/ CiberCuba

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Este artículo es de hace 2 años

El conteo regresivo ha comenzado: Ana Belén Montes tiene prevista su excarcelación exactamente dentro de un mes, el próximo 8 de enero.

Por colaborar con las autoridades y portarse bien en la prisión Federal Medical Center (FMC) Carswell, en Texas, saldrá con tres años de anticipación y casi al cumplir 66 de edad. Así podrá cobrar los beneficios de Seguridad Social derivados de casi dos décadas de trabajo en agencias federales de EE.UU.


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A medida que se acerca la fecha, se anima la cacería mediática. Ya se anunció que la casa editorial Post Hill publicará Queen of Cuba (La reina de Cuba), libro en el que el agente especial retirado del FBI, Peter Lapp, forma tándem con la periodista Kelly Kennedy, directora editorial de la sala de prensa sobre asuntos militares The War Horse, para contar la historia de cómo Montes evadió la detección por 17 años.

Literatura de campaña

Otra historia desde dentro sobre la investigación y captura de la superespía, que el Servicio de Inteligencia de Fidel Castro (SICA) coló en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), fue contada ya por Scott Carmichael, investigador principal de la propia DIA. Su libro True Believer (Auténtica creyente) fue publicado en 2007 por el Instituto Naval.

Y otro cazador de espías, Christopher Simmons, teniente coronel retirado de la DIA y coprotagonista de la captura de Montes, acaba de adelantársele a Lapp en el relato de este episodio con el libro Castro's Nemesis: True Stories of a Master Spy-Catcher (Némesis de Castro: Historias verdaderas de un cazador de espías magistral). Aquí Simmons enlaza a Montes —la agente CELIA del SICA— con la Red Avispa y desliza que otro agente de SICA operaba en la DIA.

Libro de Chris Simmons sobre Ana Belén Montes, ya a la venta.

Sin embargo, la operación montada para cazarlo, codificada sugestivamente “Espíritu Equivocado”, no pasó de recoger pruebas circunstanciales por causa de limitaciones de personal y recursos para llegar al fondo. Este presunto espía de Castro terminaría retirándose y desapareció como un espíritu burlón.

A propósito de la salida de su libro, conversé con Simmons sobre Montes y la recurva mediática de la superespía de Cuba en el Pentágono.

Simmons considera que Lapp y Carmichael acertaron en los títulos Queen of Cuba y True Believer, respectivamente, porque reflejan aspectos vitales de Montes:

  • Ella era la analista principal de inteligencia del Pentágono sobre asuntos cubanos. Como reina de Cuba en este sentido, no solo era especialista de obligada consulta, sino que ayudaba en recopilar información de inteligencia contra Castro. Por esta misma razón pudo desencaminarla, desacreditando valiosas fuentes de información e inflando cuestiones marginales.
  • En su labor de espionaje a favor de Castro no mediaron incentivos materiales. La causa eficiente radicó en su convicción ideológica. El 16 de octubre de 2002, Montes declaró en su vista para sentencia al juez federal Ricardo Urbina: “[Estoy] ante usted porque obedecí a mi conciencia más que a la ley. Yo considero que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta [y] me consideré moralmente obligada a ayudar (…) para contrarrestar una gran injusticia”. Nada indica que se haya arrepentido.

Simmons precisa que el FBI interrogó a Montes por unas cuatro semanas, con foco en quiénes eran sus handlers (oficiales de control) y cómo fue reclutada para servir al SICA. La DIA pasaría meses interrogando a Montes sobre las demás peripecias de su carrera de espía. Este trabajo concluyó tres días antes de que Montes fue sentenciada a 25 años de cárcel. El núcleo duro de las conclusiones pudiera resumirse con que, además de analizar la información desde la perspectiva más favorable a Castro, Montes fabricaba información de inteligencia sobre Cuba a la orden del propio Castro.

A este último respecto cabe precisar que Marta Rita Velázquez, alias BÁRBARA, funcionaria jurídica de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), presentó a Montes en diciembre de 1984 a un oficial de SICA, disfrazado de diplomático cubano en Naciones Unidas, quien a su vez reclutó a Montes.

Velázquez propiciaría también que Montes obtuviera empleo en septiembre de 1985 como analista de la DIA. Al filo del enjuiciamiento de Montes, Velázquez renunció a su puesto en la USAID y escapó a Suecia, donde por ley no procedía extradición en virtud de espionaje.

Amor a Castro en tiempos de cólera

Al derribar la fuerza aérea de Cuba a cohetazos dos avionetas desarmadas de Hermanos al Rescate, el Presidente Clinton solicitó al Secretario de Defensa elaborar el plan de posibles represalias militares.

A tal efecto se integró un grupo operativo de inteligencia en el Pentágono. Simmons asegura que Montes jugó un papel decisivo en impedir toda represalia militar y durante esta etapa crítica contactó a su handler con mayor frecuencia que nunca antes ni después en toda su carrera.

Simmons confirma que, como adelantó Lapp a la prensa de Miami, Montes se comunicaba con sus handlers incluso a plena vista en restaurantes del área metropolitana de Washington, además de por la clásica vía de mensajes cifrados.

También da por sentado que Lapp se atiene a los hechos al relatar que tan pronto se notició el derribo de las avionetas, el handler Evelio Guerra Pereda [GERMÁN] acudió de inmediato a la esquina de la calle Macomb y la avenida Connecticut, cerca del apartamento de Montes, y esperó a que ella pasara para contactarla.

A diferencia del handler “legal”, por su disfraz diplomático, con que Montes principió su carrera, Simmons explica que casi enseguida se encargaron de atenderla oficiales de inteligencia como GERMÁN, sin ninguna conexión con sede diplomática. En la jerga del espionaje, estos handlers se denominan illegal lobsters (bogavantes ilegales). Así continuaría Montes su trabajo operativo hasta ser arrestada el 21 de septiembre de 2001 por razones de seguridad, en la estela de Septiembre 11, pero sin nada que ver con Al-Qaeda.

Según Lapp, la redada del FBI contra la Red Avispa en septiembre de 1998 había motivado que el bogavante ilegal de turno (ERNEST) se apareciera en la misma esquina adonde acudía GERMÁN y notificara a Montes que regresaba a Cuba. Ella quedó a la espera de instrucciones por radio sobre su nuevo contacto.

Simmons acepta este relato de Lapp y agrega que, al ser interrogada, Montes fue advertida de que uno o más oficiales del SICA habían dado inteligencia comprometedora sobre ella, pero los detalles se dejaron intencionalmente vagos para mantener ocultas las técnicas utilizadas para cazarla.

Debacle criptográfica

SICA opera por radio con estaciones de onda corta que difunden series de números a decodificar. La estación más oída emplea una locutora que larga de entrada “Atención” y sigue con mensajes en voz sintetizada, repetidos por unos tres minutos, antes de soltar el mensaje relevante en 150 grupos de cinco dígitos.

Por onda corta se puede llevar información de inteligencia hasta lugares remotos con buena recepción en aparatos comerciales de radio y sin que la contrainteligencia de señales pueda dar fácilmente con el destinatario. Montes usaba un radio Sony de onda corta para recibir los mensajes del Centro Principal en La Habana, que le encomendó recopilar información sobre “prácticamente todo lo que suceda ahí [USA] y tenga un valor de inteligencia”. Así venía comunicándose con ayuda del recurso criptológico del SICA: el tablero demediado.

Tablero demediado usado por Montes.

Montes recibía los mensajes cifrados en series de grupos de cinco números. Tenía que anotar y sumar uno a uno los números de cada serie con los números de otra que constaba en un cuaderno para usar una sola vez. Si la suma daba 10 o más, se restaba 10.

Así obtenía la serie resultante para descifrarla en texto. Por ejemplo:

Serie del mensaje: 46157 30550 66445 86124 26651 93109

Serie del cuaderno: 58941 23658 86474 02009 32584 87901

Serie resultante: 94098 53108 42819 88123 58135 70000

Tomemos el primer grupo de cinco dígitos de la serie del mensaje (en negritas) para sumarlo dígito a dígito con el grupo correspondiente de la serie del cuaderno: 4 + 5 = 9 / 6 + 8 = 14, pero se deja 4 por aplicación de la regla de restar 10 si la suma da 10 o más / 1 + 9 = 10, que se queda en 0 por igual regla / 5 + 4 = 9 y 7 + 1 = 8. Así el primer grupo del mensaje [46157], sumado con el primer grupo del cuaderno [58941] da 94098 como primer grupo resultante. Del mismo modo se procede con los demás grupos de cinco dígitos hasta completar la serie resultante y los números de esta se descifran entonces en letras con el tablero demediado.

Los números en la fila superior se descifran con la letra que tienen debajo y los números de la columna a la izquierda tienen que combinarse en pareja con un número de aquella fila para descifrarse con la letra en la intersección. Así, 4 se descifraría como A, pero 2 no tiene letra debajo y debe tomarse entonces el número que le sigue para formar una pareja de dos dígitos. Por ejemplo, 24 se descifraría como B. La serie resultante del ejemplo se descifraría así:

94(U) 0(N) 98 (Espacio en blanco) 53(M) 1(E) 0(N) 8(S) 4(A) 28(J) 1(E) 98 (Espacio en blanco) 8(S) 1(E) 23(C) 58(R) 1(E) 3(T) 57(O)NNNN

El texto inteligible de la serie resultante sería: UN MENSAJE SECRETO. Así se procede con los 150 grupos de cinco dígitos en que el SICA cifraba sus mensajes y sus agentes proceden a la inversa para cifrar sus mensajes textuales en números.

Este método impedía que las comunicaciones por onda corta del SICA fueran decodificadas por terceros, ya que solo los espías y sus oficiales de control disponían de los cuadernos, ya fuera en papel, microfilm u otro soporte, con orden de quemarlos inmediatamente después del primer y único uso. Nadie podía tener acceso entonces a la serie del cuaderno para sumarla con la serie del mensaje y obtener la serie resultante a descifrar con el tablero demediado.

Sin embargo, el SICA sucumbió al espíritu de los tiempos y cambió de palo (de cuaderno) para rumba (de software). Así terminaría yéndose al carajo la encriptación indescifrable y con ella, la seguridad operativa.

Tribulaciones de la cacería

Lapp y su gente del FBI vinieron a colarse por primera vez en el apartamento de Montes [3039 Macomb Street, North West, Washington, DC] el 25 de mayo de 2001. Allí dieron con un radio Sony de onda corta debajo de la cama y con una laptop Toshiba.

Desde 1997 el FBI se había topado con un sujeto no identificado (UNSUB) bajo sospecha de estar espiando para Cuba. En septiembre de 2000, Simmons se enteró de que el FBI llevaba dos o tres años investigando sin avanzar mucho más allá de que tal sujeto había comprado una laptop Toshiba.

Simmons reportó de inmediato a Carmichael y este armó con su colega Karl “Gator” James, el propio Simmons y otro analista, John Kavanagh, el equipo de la DIA que resolvió el enigma en tres semanas: UNSUB era nada menos que Ana Belén Montes, la reina de Cuba. Mucho más tiempo llevaría convencer al FBI para establecer férrea vigilancia sobre Montes, quien nunca sustrajo documentos del Pentágono, sino que memorizaba la información de inteligencia a fin de guardarla cifrada en disquetes que el SICA proveía y ella entregaba a su handler.

¿Quién es Chris Simmons?

El teniente coronel Simmons viene insistiendo públicamente en que el problema más grave del SICA en Estados Unidos radica en no tener suficientes oficiales para atender a quienes están dispuestos a espiar para Castro.

A ojo de buen cubero, Simmons calcula que más de 200 espías operan en Estados Unidos para el SICA. Desde 2015 advirtió en una sesión del Subcomité para Asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes que los agentes del SICA recopilan sobre todo información clasificada de Estados Unidos para venderla a o intercambiarla con Rusia, China, Irán, Corea del Norte… Este tráfico es otro rubro de generación de divisas para el castrismo dentro de Estados Unidos.

Simmons no solo dio con los indicios para sospechar que un “espíritu equivocado” recorría el Pentágono, sino también con la anomalía que condujo al arresto de Alberto Coll, exprofesor del Colegio Naval de Guerra y ex subsecretario asistente de Defensa (1990-93), quien espiaba para Castro. Fue el oficial de inteligencia principal en las acciones que, hacia mayo de 2003, sellaron la expulsión de 14 SICArios que operaban con disfraces de diplomáticos en Estados Unidos.

Simmons se convirtió en uno de los más exitosos cazadores de espías luego de servir en el ejército como paracaidista. Veterano de acciones combativas en Granada, los Balcanes, Irak y Afganistán, sobresaldría en la detección de operativos de Al Qaeda y en la desarticulación de operaciones terroristas o de inteligencia contra USA en Irak, donde logró un índice de cooperación sin precedentes entre los detenidos bajo interrogatorio. Su centro de operaciones mereció el motete enemigo de “la madriguera del demonio”.

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Arnaldo M. Fernández

Abogado y periodista cubano. Miembro del grupo Cuba Demanda en Miami.


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