El presidente de Estados Unidos, Joe Biden quiere hablar "en serio" con el influyente y sensato senador demócrata, Bob Menéndez sobre Cuba; reforzando los esfuerzos plattistas de ambas orillas para hurtar -una vez más- a los cubanos la solución del sexagenario atropello comunista.
Menéndez, que conoce más a Biden por la condición compartida de legislador de larga trayectoria, que por presidente, solo sonrío prudentemente; aunque ya advirtió al presidente sobre la inconveniencia de mandar mensajes equivocados a dictadores comunistas, en momentos inoportunos.
El alboroto, convenientemente amplificado por la prensa liberal estadounidense; proclive al castrismo desde la Sierra Maestra, agentes de influencia de La Habana y gusañeros refuerza la postura de la casta verde oliva y enguayaberada, que niega su conflicto real con muchos cubanos y aduce que su bronca -rentabilísima políticamente- es con Estados Unidos.
¿No tiene Cuba capital humano de diferentes tendencias políticas, dentro y fuera de la isla; capaz de sentarse a dialogar sobre el presente y destino de la nación? Solo la obstinación comunista lo impide.
¿Qué pintan norteamericanos, mexicanos, noruegos, españoles, brasileños, colombianos y cardenales moviendo los caracoles; cuando su papel debe ser de leales compañeros de viaje de los cubanos promotores de la democratización y abandonar toda tentación protagonista como le gusta a tantos líderes de cartón tabla?
El apaleamiento continuo, errores y debilidades de la oposición cubana no deben ser excusas de los componedores de batea para soslayar un diálogo cubano sobre el conflicto entre cubanos. Cuando se cree un clima prodemocrático, aflorarán cubanos sensatos de todos los rincones geográficos y políticos.
Seguir inmiscuyéndose sería traicionar a Cuba, a sus mejores hijos y respaldar a sus verdugos; enfrascados en el vano empeño -otro más- de pretender arrebatar las redes al enemigo; penúltimo pujo totalitario del incapaz Rogelio Polanco, bajo cuyo mandato la prensa estatal cubana se ha hecho más gris que el mar de invierno.
Biden debería evitar los tics monroenianos y dejar que los cubanos aborden y resuelvan sus asuntos; respetando la independencia y soberanía, del pequeño vecino que -como bien sabe el mandatario- no interesa como aliado ni adversario; ya es solo un país en bancarrota y emisor masivo de emigrantes empobrecidos.
La petición presidencial a Menéndez coincidió con la presencia en La Habana del cardenal Beniamino Stella, un solideo que sabe conspirar y que ponía de los nervios a Fidel Castro; con un viaje del presidente Díaz-Canel a Campeche, donde López Obrador le repetirá que sin reformas estructurales no hay salvación; la visita de Lula a Washington; y la presencia en La Habana de la vicepresidenta colombiana, Francia Márquez, en Cuba, donde líderes negros quieren mostrarle la miseria en que viven la mayoría negra.
Pero como Bob Menéndez es cubanoamericano, demócrata y aprecia a Biden, siempre tendrá a mano el cancionero popular y, como a los rosaditos del Potomac y aledaños les encanta Carlos Puebla, bien podría aprovechar otro micrófono encendido y soltarle a su viejo amigo y presidente:
Quiero hablar contigo, antes que te vayas...
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