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Hay un país del mundo donde el 99.99% de los ciudadanos participaron en las últimas elecciones y unánimemente votaron por el partido gobernante. En Corea del Norte en 2019 Kim Jong-un fue elegido con el 100% de los votos. Un dato adicional es que en este país votar es obligatorio y en cada boleta electoral solo hay un candidato.
¿Te suena conocido?
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¿Una participación del 99.99% no te suena falsa?
¿Y la unanimidad de los votantes? A nadie le parece raro que ninguna boleta fuera anulada. ¿Ninguna?
En Cuba andábamos más o menos en las mismas en 1993, pues en las elecciones de ese año “votó” el 99.57% de los cubanos con derecho al sufragio, y aunque el gobierno reconoció que más de 500 mil habían dejado las boletas en blanco o anuladas, el gobernante cubano Fidel Castro dijo que eso era probablemente a causa de que esas personas no sabían votar.
¿Son creíbles las elecciones con un 99.99% de participación? No. ¿Y las del 99.57%? Tampoco. Entonces si el gobierno cubano ha mentido descaradamente en el pasado respecto a las cifras de participación, ¿por qué no lo estaría haciendo ahora cuando más lo necesita para legitimarse ante un futuro de incertidumbre?
Han llevado el debate al punto de si 75% es mucho o poco, que era lo que querían.
El total ha ido variando con los años. La “participación” ha bajado del 99% de 1993 al 85% de 2018, y al 75% de 2023. Esto parecería lógico, pero -claro está- nadie se creería que a estas alturas estén sacando un 99% de asistencia a las urnas. Eso no lo va a creer nadie: nadie se lo cree a los norcoreanos, pero a ellos les da igual. Entonces, razona el gobierno, si vamos a ser más “creíbles” vamos a aceptar una disminución aceptable de las cifras y vamos a cantar victoria.
Han llevado el debate al punto de si 75% es mucho o poco, que era lo que querían. Para el régimen es mucho “lograr” un 75% en medio de “las restricciones del bloqueo, la pandemia y la crisis mundial”; para otros analistas un ejemplo que el apoyo al gobierno ha tenido un bajón notable. Pero la realidad es que el 75% es tan falso como el 99% de 1993. No merece ningún análisis.
Las elecciones en Cuba no tienen observadores internacionales, el conteo de boletos se hace de forma manual en colegios electorales sin permitir la presencia de cualquier observador externo, los números se comunican manualmente y las cifras totales se compilan por una comisión electoral que es un brazo integral del partido gobernante.
No existe ninguna prueba que confirme que los datos mostrados son reales. Ninguna, más que la palabra de los que fabrican los datos. Nadie en la isla o fuera de ella puede impugnarlos.
Entonces, ¿por qué creerles? Da igual lo que digan: 99%, 85% ó 75%, el resultado es falso y manipulado. La credibilidad de las elecciones cubanas es la misma que la de Corea del Norte: CERO.
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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.