Cuba ha perdido a un maestro fecundo que registró en imágenes la idiosincrasia del país, su cultura y su gente. Ha muerto el fotógrafo y cineasta Mario García Joya, Mayito, artista excepcional, alquimista de la magia visual de su tiempo.
El hombre que captó las más memorables escenas de la vida y el arte cubanos, falleció la noche de este viernes en su hogar del suroeste de Miami, a los 84 años, víctima de una enfermedad neurológica degenerativa, confirmaron fuentes familiares.
Al lente y la visión de Mayito le debemos no solo una galería imprescindible de rostros y momentos del acontecer cubano, desde Benny Moré a Bola de Nieve, desde Amelia Peláez a Virgilio Piñera, sino también la imaginería de unos 90 filmes, entre ellos, clásicos de la cinematografía nacional y latinoamericana como La última cena (1976), Los sobrevivientes (1978) y Fresa y chocolate (1993), dirigidos por Tomás Gutiérrez Alea.
Con su muerte, se va el latido de una época, la visualidad que comportó una Cuba épica y convulsa, pero no menos apasionante.
Nacido en La Habana el 28 de julio de 1938, García Joya realizó estudios de pintura en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, entre 1955 y 1958, y se incorporó luego como fotógrafo de documentales al naciente Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), a comienzos de los sesenta.
En 1967, el ICAIC lo nombró director de fotografía y desde los rodajes de Una pelea cubana contra los demonios (1971) se abriría para él una etapa de fructífera colaboración con Gutiérrez Alea, con quien compartió también una entrañable amistad.
Su labor fotográfica en torno a la realidad cubana no se detuvo en esos años, cuando figuró en el equipo estrella de la revista Cuba. Sus obras formaron parte de la muestra del Pabellón de Cuba en la histórica Expo 1967 de Montreal, Canadá.
Su creación fotográfica recorrió el mundo y recibió múltiples premios internacionales. En 1978 organizó la exposición Recontres Internationales de Photographie, para el Festival de Arles, Francia.
En 1986 estuvo entre los fundadores de la Fototeca de Cuba, institución dedicada a promover y conservar la producción fotográfica cubana e internacional. Fue designado como Profesor Titular Adjunto del Instituto Superior de Arte (ISA), en 1988, y se desempeñó como docente en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños.
La Fundación John Simon Guggenheim Memorial reconoció su trayectoria artística con una de sus becas de creación en 1992.
Su nombre aparece registrado como una personalidad de la fotografía mundial en volúmenes como A World History of Photography y The Encyclopedia of Photography, en Estados Unidos, y La Photographie Contemporaine en Amerique Latine, en Suiza.
Desde mediados de los años 90, se radicó en la ciudad de Los Angeles, Estados Unidos, donde fundó el Instituto Cubano Americano de la Cultura, entidad que realizó festivales artísticos y premió a figuras emblemáticas como Guillermo Cabrera Infante, Celia Cruz, Olga Guillot y Paquito D'Rivera, entre otros.
En Estados Unidos desarrolló una extensa labor como director de fotografía en numerosos filmes y producciones audiovisuales para companías como HBO y Showtimes. Entre sus realizaciones se cuentan Modern Rhapsody (1996), Paradise Lost (1997), Coraje (1998), The Emerald Cut (1999), Las Lágrimas del Alma (2000), The Princess and the Barrio Boy (2000), Cuba Linda (2001) y Ahora Sí (2003).
El actor y director cubanoamericano Andy García lo sumó al equipo de realización de Cachao: Como su ritmo no hay dos (1993), documental dedicado al ídolo del contrabajo Israel López (1918-2008).
En 2001 marcó abiertamente sus diferencias con el régimen de Fidel Castro al negarse a participar en una retrospectiva itinerante de la fotografía cubana desde 1959. La muestra Shifting Tides: Cuban Photography after the Revolution, del curador estadounidense Tim Wride se presentó en museos de Estados Unidos de Europa, pero García Joya declinó su participación mediante una contundente declaración de principios, titulada "De la ausencia y el olvido".
"No quiero ser cómplice de un gobernante que provoca las desgracias y socializa la culpa; no quiero ser cómplice de los que encarcelan porque se hable de libertad o se 'jinetee' un pan", escribió entonces García Joya. "No quiero ser cómplice del alto funcionario que desde La Habana envía su perrita a un veterinario en París, ni de los sicarios que a manguerazos hundieron el fatídico trasbordador [remolcador 13 de Marzo] con madres y criaturas, asesinos impávidos ante el horror inocente; no quiero ser cómplice del planeado deterioro moral de mi pueblo, del robo de su autoestima y su dignidad ciudadana".
También en Los Angeles y luego en Miami, estuvo muy ligado al ámbito teatral, colaborando en la fotografía y la puesta en escena de numerosas obras junto a su esposa, la actriz Yvonne López Arenal, directora del proyecto Akuara Teatro.
López Arenal se dedicó enteramente a cuidarlo, luego de que se conociera del padecimiento irreversible de una enfermedad neurológica. Estaban unidos como pareja desde 1992.
“Mario García Joya nos deja la tristeza de su ausencia y la alegría del recuerdo de lo que fue el arte de su vida”, dijo el teatrista cubano Alberto Sarraín en Miami. “Nadie lo va a sentir tanto como su esposa, su musa, su enfermera, la actriz Yvonne López Arenal”.
Los funerales de García Joya se realizarán en Miami en una fecha aún por confirmar. Por decisión familiar, sus restos serán cremados.
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