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Los carros de bomberos afectados por la explosión ocurrida hace un año en la Base de Supertanqueros de Matanzas fueron destinados a chatarra, en contra de la petición de grupos de la sociedad civil que sugirieron a las autoridades llevarlos a un museo en honor de los bomberos.
“¿Recuerdan cuando hicimos el escrito de que estos Carros [fueran llevados] a un MUSEO en honor a los bomberos que dieron sus vidas en el siniestro de Matanzas?”, preguntó este lunes el perfil de Facebook ‘Bomberos Cubanos’.
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Calcinados y completamente inservibles, la idea de llevar los carros de bomberos a un museo pretendía contribuir al recuerdo de la tragedia y el heroísmo de los bomberos, y a homenajear a aquellos que perdieron la vida intentando sofocar el incendio.
Según 'Bomberos Cubanos', la idea era que “cada persona que pudiera visitar ese museo tuviera el honor de conocer esa historia -que quedará en la memoria de muchos para toda su vida- y la mantuviera viva”.
Sin embargo, las autoridades del régimen cubano desecharon la propuesta del gremio de bomberos y mandaron los vehículos a “materia prima”, es decir, a chatarra.
El incendio en la Base de Supertanqueros, donde se guarda el crudo de la mayor refinería en la Bahía de Matanzas, se desató el 5 de agosto del pasado año cuando un rayo impactó un tanque con 40 mil galones de combustible.
En la madrugada del día siguientem mientras un grupo de bomberos y personal de apoyo trataban de enfriar un tanque cercano al siniestrado, un repentino cambio en la dirección del viento provocó que este se incendiara ocasionando la muerte de los que estaban cerca.
Murieron 17 personas: Adriano Rodríguez Gutiérrez, Andy Mitchel Ramos Sotolongo, Areskys Quintero Orta, Diosdel Nazco Vargas, Fabián Naranjo Núñez, Leo Alejandro Doval Pérez de Prado, Luis Ángel Álvarez Leyva, Luis Raúl Aguilar Zamora, Michel Rodríguez Román, Osley Marante Guerra, Osmani Blasco Sosa, Pablo Ángel López Martell, Raciel Alonso Martínez y Rolando Oviedo Sosa.
Cuatro de ellos eran reclutas del Servicio Militar obligatorio y tenían entre 19 y 24 años de edad. Desde entonces los familiares han cuestionado por qué los soldados, sin experiencia en este tipo de desastres, fueron enviados a la zona roja.
A pesar del emotivo homenaje rendido a las víctimas frente a la estación de bomberos de Matanzas, sus familiares siguen a la espera de las conclusiones de una investigación que aclare lo sucedido en el siniestro y determine responsabilidades en unos hechos que quizás podrían haberse evitado y sobre los cuales el régimen extiende un manto de silencio y propaganda.
En lugar de estas propuestas y obligaciones, el régimen anunció que erigirá un mausoleo en honor a los fallecidos en este desastre, uno de los peores de su tipo en la historia del país.
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