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Las dos semanas que el cubano José Abreu estuvo fuera del line up de los Astros le sentaron bien. Aquella inflamación en la espina lumbar, inicialmente preocupante, acabó dándole el tiempo que necesitaba para reaccionar en medio de la peor temporada de su carrera de diez años en la MLB.
Algo debió ocurrir en ese lapso. Da igual si fue en lo anímico, lo físico o lo técnico. Lo cierto es que desde entonces Abreu se ha parecido mucho más al estelar con un premio MVP, tres Bates de Plata y tres Juegos de Estrellas.
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Dicen las estadísticas que a partir de que regresó al diamante el 23 de agosto, el cienfueguero ha intervenido en 17 desafíos en los que suma 22 remolques, siete bases por bolas y un slugging de .540, con tres dobles y cinco jonrones, el último de los cuales tuvo lugar anoche.
El batazo lo dio en el noveno episodio del choque contra Kansas. En el box estaba Taylor Clarke, quien apeló al lanzamiento de moda en las Mayores, la sweeper, una variante de la slider con más recorrido horizontal. El envío quedó más al centro de lo que habría querido Clarke y tan al medio como lo deseaba 'Pito', que lo puso a volar 438 pies por el left-center a 107.4 mph de velocidad de salida.
Así las cosas, no puede haber mejor noticia para unos Astros que pelean su pasaje a la postemporada que el despertar de un hombre como Abreu, que entre una cosa y otra ha adecentado sus números del curso y ya exhibe 15 cuadrangulares (los mismos que logró en la temporada previa) y 78 carreras impulsadas (o sea, tres más que en 2022).
El manager Dusty Baker no puede sentirse más esperanzado.
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