Para mí es un enorme placer entrevistar a una de las últimas espectaculares morenas del Caribe, la habanera Yusidey Silié, quien próxima a cumplir 39 años tiene una linda historia que contar.
Me encuentro en España, jugando voly en el club Playas de Benidorm; feliz de seguir siendo portadora de las enseñanzas de mis maestros de la Escuela Cubana de voly, porque además entreno a un grupo de niñas de siete y ocho años que forman el equipo Benjamín.
Tú, Lisbet Arredondo, Yoana Palacio, Yanelis Santos, Kenia Carcacés, Yumilka Ruiz, Wilma Salas, Zoila Barrios, Marta Sánchez y Nancy Carrillo podría decirse que formaron la última versión de las espectaculares. En estos momentos es casi imposible armar otra escuadra potente pues desde muy jóvenes eligen jugar en el extranjero. Los antiguos amores a la bandera han dado paso a la cruel realidad de la subsistencia misma de ayudar a la familia y a sí mismos.
No es un secreto que los cubanos no quieren jugar por su selección. Esto no es más que la consecuencia de todo lo que ha pasado y sigue pasando. Hubo muchísimos que nos demoramos en darnos cuenta y no hemos podido obtener lo que nos merecíamos e incluso, no poder regresar y representar la bandera con honor como hace el resto de los voleibolistas del mundo.
En Cuba eso no nos está permitido. Mira, cuando yo partí quedó una generación que debía haberse hecho cargo de la continuidad de las espectaculares morenas del Caribe pero no había pasado un año y todas, de una forma u otra, habían partido y no las mal juzgo. Para nada.
En el Cerro Pelado las condiciones de vida son precarias: el tabloncillo de la Escuela Nacional de Voleibol se está cayendo en pedazos, jugadoras jóvenes con futuro se lesionan por el pésimo estado de la cancha. Y no hablemos de la comida que para todo deporte cubano, no sólo el voleibol, es deficitaria, carente de lo mínimo que necesita un atleta.
La decadencia, la falta de interés que se tiene por el deporte en Cuba son evidentes. Los atletas no son tontos y saben que en el extranjero, cualquier club los contrata y viven decentemente y mejoran ostensiblemente el status social de sus familias.
En mi caso te cuento una sola anécdota. ¿Sabes que cuando yo con casi 29 años me fui del seleccionado nacional, siendo la capitana, llevaba más de cinco años pidiendo un cambio de vivienda, con dos glorias deportivas en el núcleo, mi papá, Leonardo Silié, también voleibolista, y yo?. Mi casa se inundaba, tenía que dejar entrenamientos a la mitad para correr a evitar daños mayores ¿carro? Lo tenía gracias a mi padre no al voly cubano. Como yo hay decenas de atletas, muchos de ellos medallistas olímpicos y mundiales.
Yusidey es hija de Leonardo Silié, pasador, capitán de la selección nacional durante la década de los 80: campeón de la Copa del Mundo en 1989, medallista en Juegos Panamericanos, titular en Centroamericanos y del Caribe, participante en Campeonatos Mundiales.
Ahora se están abriendo al profesionalismo pero estas nuevas generaciones desconocen lo que era el sacrificio, lo que hacían las morenas del Caribe sin apenas condiciones y así ganaron tres Juegos Olímpicos consecutivos. Ese amor a la camiseta, a la Patria no lo han visto los actuales deportistas ¿entonces qué esperar de esta nueva pléyade? Mis compañeras y yo vimos directamente el qué hacer de las grandes: Mireya, Regla, Reglita, Marlenis pero… ¿a quiénes ven las actuales?
¿Cómo tú arreglarías “ese potaje”?
¡Uff amiga! Ese “potaje” está muy complicado de arreglar. Hay cientos de jugadores regados por el mundo; no son uno ni dos y cada vez se van más jóvenes. Muchos se han nacionalizado para sentir lo que es participar en unos Juegos Olímpicos porque ¿desde cuándo equipos de Cuba, en uno y otro sexos, no intervienen en las magnas citas estivales pero además cómo integrar tu escuadra si no te lo permiten?
Esta nacionalización prácticamente ha sido obligada por la Federación Cubana que impone sanciones absurdas a los deportistas. Cuando yo a los dos años de retirarme vi el desastre de nuestra participación en unos Centroamericanos me dije: ¿qué es esto? No tenemos a nadie. Son niñitas que asumieron un rol que les quedaba grande.
Te digo algo más. Mucha gente ve que este o aquel se nacionalizaron pero desconocen que esos estos y aquellos fueron a “pedir clemencia” para que los dejaran jugar por Cuba. Osmany Juantorena, antes de nacionalizarse italiano, lo hizo ¿lo sabías? Pues sencillo, juega por Italia porque no se lo permitieron. ¿Cuánto hizo Simón para lograrlo?
Nosotros insistimos, reuniones en el INDER, en la Federación ¿y?… ¡nada! Claro, la Federación no tiene la culpa. Sabes de quién es la culpa. Es el gobierno el que no lo ha permitido. Se ha politizado el deporte como todo y ahora el “potaje” no hay quien lo arregle.
Yo apoyo a nuestras jugadoras jóvenes, esas que se lesionan por las pésimas condiciones del tabloncillo; apoyo a sus magníficos entrenadores como la mismísima Regla Torres, mejor voleibolista del siglo y triple campeona olímpica pero, realmente, no veo cómo esas niñas pueden vivir lo que las espectaculares vivieron y sintieron. Esa savia no les corre por las venas.
Da mucho dolor perder sitiales conquistados por décadas y que tantos buenos jugadores no pudieran representar a su país para mantenerlos, por una absurda política de segregación.
¿Tú hubieses competido por Cuba?
Ahora no puedo pero a mis 33 y 34 años, cuando estaba en mi momento más espléndido jugando en Turquía, claro que sí ¿tú sabes lo que es en unos Centroamericanos perder con Costa Rica y Trinidad y Tobago? Por Dios…Y que no te permitan jugar ¡es demasiado fuerte!
¿Tú sabes lo que es que voleibolistas de República Dominicana y Puerto Rico… ¡oye! de Italia y Brasil sean menos que tú en la liga profesional turca y después vayan a los Juegos y batuqueen a las tuyas y las derroten vergonzosamente y que a ti no te dejen vestir tu bandera?; sí, porque el uniforme es tu bandera. Si eso fue conmigo que me “liberaron” (por no decir botaron) imagínate a los que tomaron otras vías para dejar la selección y hacer su vida.
Yo creo que nosotros merecíamos respeto, que nuestro pueblo merecía respeto, que no se podía dejar perder esa historia, esa leyenda. Había que reconocer que se equivocaron, había que cambiar lo mal hecho. No podía perderse el voly y ¿por qué no? nuestro deporte en sentido general.
¿Cuándo te fuiste del equipo, cómo te contrataste en el extranjero?
Me retiro oficialmente del equipo nacional en el 2012 cuando Cuba no clasificó para asistir a los Juegos Olímpicos de Londres. Fuimos al repechaje mundial y nada se logró. Ya habían abandonado la selección muchas de las compañeras de mi edad.
Yo no cumplía ningún rol para un siguiente ciclo olímpico con 28 años, sabes que en Cuba una es vieja a esa edad (grandes del mundo juegan hasta los 40) y así me dieron la baja. De esa forma, un año después empecé a jugar en Azerbaiyán como pasadora, específicamente en Bakú. Allí estuve dos años y como experiencia guardo mi perfeccionamiento del inglés como vía de comunicación.
En 2015 me contrataron en Rusia, en la primera división, en el equipo de Protón Saratov, mi peor vivencia por varios motivos. Allí me desempeñé como opuesta. Tras una lesión me trasladé a Turquía y milité en el Sarıyer Belediyesi, donde me salieron muy bien las cosas al punto de jugar dos años con espléndidos resultados. Después integré el Bolu Belediye, también turco pero de la segunda división. Turquía me encantó, Estambul es una ciudad maravillosa; sus habitantes son hospitalarios.
A raíz de unos dolores descubrieron que tenía quistes de ovarios y los médicos turcos me recomendaron no postergar mi sueño de tener un hijo. Fui a Cuba con mi esposo y perdimos, sí ¡perdimos! dos años en tratamientos inútiles (no critico a los médicos sino a la pobre infraestructura con la que cuentan) hasta que nos trasladamos a España donde vivimos, como ya te adelanté.
¿Estás satisfecha con tu vida? Cuéntame algo de tu estatus actual.
Cuando vine yo hice un máster en emprendimiento e innovación que me serviría para abrir un negocio. No tuve pretensiones de volver a la cancha; estaba muy pasada de peso tras el tratamiento de infertilidad y llevaba dos años alejada de los entrenamientos y el juego.
Sin embargo, varios conjuntos se interesaron en mí y se logró un acuerdo para ser autorizada a jugar, por problemas del contrato, en el cual la Federación Internacional, NORCECA y la Federación cubana apoyaron.
Así, con casi 36 años, jugué primero en Leganés, luego en Valencia y por último en Benidorm, donde vivo y me han acogido como a una más. Estoy muy agradecida porque a mi edad puedo hacer lo que más me gusta y vivir de ello, agradecida al club, a la afición, a mis compañeras, a mi familia y sobre todo agradecida a Dios.
Claro que no estoy jugando como lo haría con 20 años aunque como estoy podría jugar en primera división pero no, estoy muy bien aquí.
¿Años en la selección nacional cubana?
Nueve años en total, siempre como pasadora, con un sistema seis – dos que te obliga a atacar cuando estás en la ned y pasar si estás detrás, algo muy provechoso para todas las voleibolistas cubanas que cuando hemos jugado en el profesionalismo hemos tenido las puertas abiertas para desempeñarnos en cualquier posición.
¿Cuál es tu posición favorita?
Pasadora o colocadora como decimos aquí. Es lo que hago en España aunque me gustaba el seis-dos que me permitía atacar.
Además del oro en Río 2007 y el cuarto lugar de Beijing 2008 ¿qué resultados signan tu carrera en la selección nacional?
Se centran fundamentalmente en el 2008 cuando ganamos importantes torneos como el de Dubai y el Montreux Volley Masters y fuimos segundas en el Grand Prix. En el 2011 ganamos la plata en los Panamericanos de Guadalajara al caer en un tie break memorable ante Brasil y todos pensamos, incluyéndome, que podíamos soñar con los aires olímpicos.
Sin embargo, la cruda realidad se impuso y varias jugadoras optaron por otros caminos y hubo que empezar prácticamente de cero lo que nos privó de Londres. Para mí fue una decepción. Yo era la capitana del equipo y me dejaba la piel en los entrenamientos, pero de nada sirvió.
¿Para ti qué significa Eugenio George para la historia del voly cubano y mundial?
Comienzo diciéndote que fue un gran padre al cual le debo mucho de lo que soy hoy. Lo recuerdo con cariño, con amor, como el gran maestro que fue y no sólo como inconmensurable técnico del voleibol sino como educador. Sus enseñanzas nos hicieron mejores seres humanos. Y añado a Ñico Perdomo, a Ana Ibis Díaz, a Luis Felipe Calderón, a Jorge Garbey que también fueron sus compañeros o discípulos.
Uno de los partidos más increíbles de las nuevas espectaculares fue el realizado en el Maracanãzinho de Río a raíz de la celebración de los Panamericanos en 2007. Derrotar al super favorito dueño de casa no era fácil. Como protagonista ¿qué te viene a la mente cuando recuerdas aquel día?
Yo pienso en eso y se me ponen los pelos de punta. Aquel pabellón repleto de brasileños en nuestra contra, 12 mil espectadores. Hicieron todo lo que pudieron para sacarnos de quicio. El partido se fue a tie break y al llegar al último tanto yo creía que me iba a morir de tanta tensión retenida; incluso, en la premiación nos chiflaban y abucheaban ¡qué tremendísima experiencia!
¿Qué pasó en Beijing? Recuerda que yo estaba allí, ustedes barrieron en la eliminatoria de grupo a Estados Unidos y luego, ese equipo las derrotó tres cero para dejarlas fuera de la final. Tampoco pudieron con China en la discusión por el tercer lugar. Un equipo cubano empezó y otro terminó ¿qué sucedió ahí?
Tienes toda la razón. Nosotras llegamos fuertes, favoritas de muchos. Estuvimos en un grupo difícil que ganamos sin dificultades. Destrozamos a Estados Unidos en tres tiempos y parece que nos creímos cosas. En la confianza está el peligro.
La cosa cambió en la semifinal contra las norteñas cuando nos vimos superadas en toda línea; nos devolvieron la galleta sin siquiera darnos cuenta. Fue algo tan decepcionante que no nos pudimos reponer ante China en la discusión del bronce. Llegamos anímica, física, táctica y técnicamente para ganar el cuarto título olímpico o al menos luchar en la final y nos marchamos totalmente opacadas, destruidas.
Hace pocos días nuestras eternas rivales del Caribe, las dominicanas lograron su boleto olímpico a París ¿tienes algo que comentar?
Ay Julita…jajajaja. Pues yo me alegro que lo hayan podido hacer y que sean las reinas del Caribe como se les conoce pero claro, la culpa de eso, una gran parte de la culpa, la tiene Cuba. Uno de nuestros mejores entrenadores, Jorge Garbey, fue enviado allí y ese fue el despunte de las quisqueyanas pero además las cubanas ¿qué han hecho?
República Dominicana ha trabajado muy duro, han hecho hasta lo imposible por llegar; ojalá en París puedan hacer algo. Me daría mucha alegría por ellas, la mayoría de las cuales son mis amigas, me alegraría por su DT Cristóbal Marte, pero si están ahí, es porque Cuba no está.
Si la generación actual dominicana tuviera que enfrentar a su similar cubana que no existe porque están todas jugando por su cuenta… bueno, quizás otro gallo cantaría. Es mi criterio. No les quito mérito alguno pero la verdad es para decirla.
¿Qué se experimenta de haber formado parte de las espectaculares morenas del Caribe?
Yo realmente estoy super orgullosa de haber formado parte de esa generación espectacular de voleibolistas cubanas; estoy super orgullosa de mis compañeras, de todas he aprendido muchísimo: desde las más experimentadas hasta las más cercanas a mi generación.
Orgullosa de mis entrenadores. El voleibol es mi vida, es mi todo. Si vuelvo a nacer quisiera ser voleibolista. Esas espectaculares aún me guían, perfilan mi carácter, mi voluntad, mi forma de jugar, de desempeñarme en una cancha y fuera de ella. Hoy día, a pesar de mis casi cuatro décadas, las rivales me respetan. Eso se lo agradezco a las morenas del Caribe, a sus técnicos, a la disciplina que me inculcaron.
Personalmente mantengo vivo el sueño mío y de José Luis, mi esposo de tener un bebé y para eso estamos dando sólidos pasos hacia un tratamiento de fertilidad aquí en España. Sería la coronación de todos mis esfuerzos y la razón de una vida más plena.
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