El régimen cubano tiene una estrategia: culpar a Estados Unidos del éxodo masivo de cientos de miles de cubanos en los últimos dos años y hacerle responsable de las consecuencias de esta “emigración irregular y desordenada”.
El objetivo es presionar a la administración Biden para que levante “el bloqueo”, o al menos que saque a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Para ello cuentan con una “idea fuerza”: Estados Unidos ha creado “estímulos extraordinarios y artificiales para la emigración cubana”.
El leitmotiv cocinado en la cancillería del régimen contiene tres argumentos: “el bloqueo”, el privilegio de admisión en frontera (miedo creíble) y el privilegio de residencia (ley de ajuste cubano).
Esa terna de privilegios y estímulos extraordinarios constituyen la razón por la cual, según La Habana, casi medio millón de cubanos han solicitado asilo político en Estados Unidos en los dos últimos años.
El régimen totalitario cubano no explica la crisis migratoria provocada por el éxodo masivo de ciudadanos por ninguna causa o circunstancia interna.
La crisis económica, la inflación, la escasez generalizada, la pobreza y desigualdad crecientes, la falta de derechos y libertades o la represión no constituyen “factores” desencadenantes de la estampida protagonizada por un porciento significativo de su población hacia cualquier punto del planeta.
Solo en Estados Unidos se registraron 424,894 solicitudes de asilo en los dos últimos años fiscales. En ese lapso de tiempo, los devueltos a Cuba al ser interceptados en el mar suman decenas de miles, al igual que aquellos que se encuentran todavía en la travesía.
A ellos habría que sumar las decenas de miles que han emigrado hacia otros países de Europa, América Latina y Asia, que no ofrecen precisamente “estímulos extraordinarios y artificiales para la emigración cubana”.
El hecho de que la terna de “bloqueo”, “miedo creíble” y “ley de ajuste cubano” exista antes de 2022 y no haya significado un incentivo para la espantada de cientos de miles de cubanos, no significa nada para la propaganda del régimen.
Para difuminar esta contradicción en su discurso les basta con mencionar la pandemia, “las más de 240 medidas de Trump contra Cuba” y su mantenimiento por el presidente Biden, achacando a ellas la emergencia migratoria cubana.
El hecho de que Estados Unidos haya retomado su actividad consular en Cuba, haya concedido más de 50,000 visas en los dos últimos años, o concedido el parole humanitario a más de 50,000 cubanos desde enero hasta la fecha, no inhibe al régimen cubano de seguir llorando y mintiendo.
Que más de 380,000 cubanos estén a la espera de que se resuelvan sus peticiones de parole es culpa de Estados Unidos y sus “estímulos extraordinarios y artificiales para la emigración cubana”.
Y todavía más cínico y criminal resulta que achaquen a ese país el coste en vidas humanas, heridos, extorsiones de grupos mafiosos, así como los diversos traumas y angustias sufridos por los migrantes cubanos en sus disímiles trayectos escapando de la “isla cárcel”.
“Lo peor es que están induciendo una migración ilegal, insegura, que cuesta vidas”, afirmó el gobernante Miguel Díaz-Canel en su reciente entrevista para el programa Mesa Redonda de la televisión del régimen.
Un régimen que propició el mayor éxodo de la historia de Cuba al acordar con su aliado nicaragüense la exención de visado para los cubanos, abriendo la ruta centroamericana a los migrantes, y cobrando pasajes y servicios a precios abusivos.
Un régimen que -continuidad al fin de las enseñanzas del dictador Fidel Castro- volvió a utilizar la migración como válvula de escape, a pesar de los acuerdos entre ambos países que contemplan este escenario como un “acto hostil”.
Un régimen que tiene una estrategia, pero que también tiene funcionarios como la subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Johana Tablada, que se sabe al dedillo la cantinela de “destruir la revolución cubana”, pero que en ambientes distendidos deja ver la verdadera estrategia que pauta las decisiones de Palacio.
La degradación moral y material acrecentada en Cuba por el gobierno de la “continuidad” ha propiciado la inédita aparición en Cuba de manifestaciones de protesta ciudadana.
Desde la protesta del 27N hasta la histórica del 11J, la sociedad civil cubana ha salido a las calles para expresar su deseo de vivir con derechos y libertades, para cuestionar la legitimidad de quienes gobiernan mediante el terror y la violencia, y para reclamar un cambio de rumbo en el país.
Esa eclosión del malestar ciudadano en las calles, en las redes y en las familias cubanas ha sido el principal desencadenante de la represión del régimen, pero también de su estrategia para aliviarse de la presión social: la emigración.
Por mucho que ahora discurse sobre los “estímulos extraordinarios y artificiales para la emigración cubana” de Estados Unidos, el régimen sabe que la estampida de cientos de miles de cubanos en los dos últimos años forma parte de su plan de sobrevivencia y su “proyecto político” de perpetuarse en el poder.
De ahí la estrategia de forzar o propiciar el exilio de cubanos que ya no pueden más y representan un peligro para el statu quo, con la ventaja añadida de extorsionarles luego vía remesas y el chantaje emocional que representa dejar familiares detrás, rehenes de las políticas abusivas del régimen.
“Los 200 mil que Estados Unidos pensaba iban a salir a tumbar al gobierno... emigraron”, dijo Tablada al canal Russia Today, en una larga y distendida entrevista en la que esta frase, soltada al vuelo, dejó ver la maquiavélica lógica del régimen.
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