Randy Arozarena narra cómo escapó de Cuba: “Sentí que me iba a jugar mi vida por mi familia”

"Nos fuimos al monte escondiéndonos de la policía y nos subimos a la lancha. Me fui a las tres de la mañana y, poco a poco, las condiciones se fueron poniendo peores... Mi brazo tocaba literalmente el agua y había olas como de cinco metros...", relató.

Randy Arozarena y su madre en partido de los Tampa Bay Rays y Arroyos de Mantua, su pueblo natal © X / @RaysBaseball - cubatesoro.com
Randy Arozarena y su madre en partido de los Tampa Bay Rays y Arroyos de Mantua, su pueblo natal Foto © X / @RaysBaseball - cubatesoro.com

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El pelotero cubano Randy Arozarena tiene carácter, y lo ha demostrado a lo largo de su carrera, como relató recientemente en una entrevista para la revista GQ, que lo consideró uno de los “Hombres del Año” en México.

“Como el hijo mayor, con 19 años, tuve que convertirme en padre de mis hermanos. Sentí que me iba a jugar mi vida por mi familia”, dijo Arozarena al contar el fallecimiento de su padre cuando todavía era un joven prospecto en Cuba.


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Sin embargo, llegar hasta allí no fue un camino fácil para el niño nacido en Arroyos de Mantua, un pueblo pesquero de 3,500 habitantes al noroeste de Cuba. Arozarena empezó su afición por el deporte jugando al fútbol “en los jardines del campo de béisbol”.

“Un día el entrenador de pelota le pidió alumnos al de fútbol para hacer su selección. Yo fui uno de ellos y desde chiquitico empecé a jugar bien. Representé a mi pueblito, después a mi municipio y mi provincia”, contó la estrella que, en aquel entonces, empezaba a jugar pelota “sin zapatos, a veces los guantes me los prestaban”.

Con 12 años empieza de lleno en su formación como pelotero. Con 19, durante unos playoffs, “perdí a mi papá… me fue a ver jugar ese día, y estando en la grada falleció”. Fue después de ese duro golpe que Arozarena sintió el peso de la responsabilidad.

“Ese es mi primer momento de estar consciente de que realmente me la estaba jugando. Y fue entonces que me escapé de Cuba”, dijo a GQ el pelotero. Randy sabía que Arroyos de Mantua era uno de los principales puntos de salida para quienes deciden lanzarse al mar rumbo a México. Y tomó la decisión de hacerlo por el bien de su familia.

El joven Arozarena sabía que la Seguridad del Estado lo tenía bajo su mirilla, que conocían de sus intenciones de abandonar el país, y veía cómo los entrenadores dejaban de convocarle a topes internacionales. Y la decisión inicial se tornó en determinación.

“Nos fuimos al monte escondiéndonos de la policía y nos subimos a la lancha. Me fui a las tres de la mañana y, poco a poco, las condiciones se fueron poniendo peores. A pesar de eso, me quedé dormido mucho tiempo. Mi brazo tocaba literalmente el agua y había olas como de cinco metros. La parte delantera del bote se rompió y sentías que cualquier ola te podía sacar del bote. Se pasaba feo. Nueve horas después, a las 12 del día, llegué a isla Mujeres y ahí comenzó mi nueva historia en México”, dijo Arozarena recordando el día de la travesía.

Sin embargo, no todo iba a ser fácil en lo adelante, y el jugador cubano tropezaría con nuevos obstáculos en su camino. La vida nocturna en Mérida, le hizo jugar una mala pasada. “Mientras jugaba en la Liga Meridiana —un torneo semiprofesional— iba a antros y después a jugar. Me di cuenta de que eso no me iba a llevar a ningún lado. Llegué a México con un objetivo: ayudar a mi familia”.

Entonces pidió que lo trasladaran a Tijuana, un lugar que había escuchado era peligroso salir de noche. El encierro auto impuesto funcionó. En 2018 fue líder de la Liga Norte de México con 19 cuadrangulares y anotó 49 carreras. Un año después era invitado por los Cardinals de San Luis a su spring training y ese mismo año se dio un fugaz debut que terminó meses después.

“En enero de 2020, cuando me cambian de San Luis para Tampa Bay Rays, dije: ‘No sirvo para nada’. Sabiendo la calidad que tienes, dices ‘coño, ¿cómo me van a sacar?’. Pero entonces decidí voltear hacia adelante. Hice un gran spring training en Tampa y me sentía muy bien, pero llegó la Covid-19”… y Arozarena dio positivo.

Tras la vuelta a la normalidad, pegó siete jonrones en un mes, suficiente para que los de Tampa consiguieran un boleto para estar en los playoffs. Ahí cambió definitivamente su historia como pelotero. En la postemporada de 2020 deshizo los récords de hits, home runs, bases recorridas y fue nombrado novato del año. Con sus actuaciones colaboró para que su equipo accediera a la Serie Mundial.

A uno de los ahora considerados “Hombres del Año” en México le faltaba una hazaña más para sellar su grandeza y la rubricó el 12 de febrero de 2021, vestido con la franela verde y la gorra de la selección azteca.

“Les voy a pedir un favor a todos mis seguidores. Mándenle un mensaje al presidente para que me dé mi nacionalidad, que me haga ese favor para representar a México en el Clásico Mundial. Eso es lo único que quiero”, dijo Arozarena en sus redes sociales, enviando un mensaje al presidente Andrés Manuel López Obrador.

El resto, ya es historia conocida. El niño de Arroyos de Mantua jugó con los colores de México, país al que agradece haberle acogido después de una travesía por mar, huyendo del régimen cubano con el impulso de jugarse la vida por su familia.

En octubre de 2021, Arozarena exigía públicamente Libertad para el pueblo de Cuba en un emotivo y breve mensaje en sus redes sociales.

"Mi gente de mi Cuba Libre, la Patria que me vio nacer de donde tuve que emigrar para luchar y conseguir mis sueños y un futuro mejor para los míos... Siempre en mi corazón.. ¡LIBERTAD AL PUEBLO CUBANO!".

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