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Mario Alberto Urquía Carreño, Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba, fue expulsado de la sesión semestral de la Alta Cámara celebrada este domingo en La Habana, debido a tensiones en la organización tras el robo de 19 mil dólares de la oficina de este directivo.
“Fuera ladrón, usurpador, sinvergüenza, traidor”, fueron los gritos que los representantes de las más de trescientas logias del país le propinaban al Gran Maestro, ilegal en su puesto de presidir dicha reunión, puesto que, el pasado 25 de enero, había sido expulsado por el Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba.
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Este Supremo y la Gran Logia tienen un Tratado de Paz y Amistad en virtud del cual, si un masón es sancionado o expulsado en una de esas instancias, la otra parte debe acatar la misma sanción.
El portal digital CubaNet que tuvo acceso a un testigo de los hechos narró que su fuente, quien solicitó el anonimato, les dijo que “el Gran Maestro se negaba a abandonar la sala, pero tuvo que hacerlo por la exigencia casi unánime de los representantes de las logias. Había mucha indignación acumulada por el actuar del Gran Maestro. Salió diciendo que llamaría al Registro de Asociaciones (del Ministerio de Justicia) para quejarse, pero ellos no tienen ninguna autoridad aquí”.
Además, le aseguró que “eso nunca había pasado en la Masonería cubana, ni lo penoso tras el robo, ni la injerencia descarada de la Seguridad del Estado, ni la expulsión de un Gran Maestro en funciones. Hoy es el día de la vergüenza, el día en que los masones cubanos demostramos nuestra autonomía e integridad”.
En un comunicado en relación con el robo de los 19,000 dólares, mientras el dinero estaba bajo su custodia, pertenecientes al Asilo Nacional Masónico Llansó, el Gran Maestro detalló la cronología de los acontecimientos, descartó que fuese a renunciar a su puesto y manifestó su descontento con el proceder que se siguió en la reunión extraordinaria del Patronato en la que se abordó el tema.
Sin embargo, por disposición del Gran Maestro 29 masones fueron enviados a la Corte y, por tanto, suspendidos de sus derechos masónicos hasta el juicio. Entre ellos, el Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33, José Ramón Viñas Alonso, solo por informar a la comunidad de masones del robo del dinero, que era proveniente de las donaciones de los hermanos dentro y fuera de la Isla. Su juicio fue suspendido por falta de pruebas.
El ex Gran Maestro, Ernesto Zamora asumió la presidencia de la sesión de Alta Cámara, tras la salida de Urquía Carreño y fueron impugnados todos los Decretos firmados por este desde el 25 de enero hasta la fecha, incluidos aquellos en los que enviaba a la Corte a quienes se le habían enfrentado.
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