El General de Ejército Raúl Castro, reapareció en un acto público este miércoles, en la ceremonia oficial de inhumación de un grupo de combatientes del Tercer Frente Oriental.
El régimen procedió a trasladar los restos fúnebres de 19 guerrilleros caídos en la lucha contra Fulgencio Batista o fallecidos tras la llegada al poder de Fidel Castro.
Las cenizas de los caídos se ubicaron en el mausoleo que guarda los restos del Comandante Juan Almeida, en el Tercer Frente, en Santiago de Cuba.
La ceremonia estuvo presidida por Raúl Castro, el gobernante Miguel Díaz-Canel, la Secretaria del Partido Comunista en Santiago de Cuba y dirigentes históricos del régimen.
"Junto al General de Ejército tuve el honor de participar en la ceremonia de traslado e inhumación de los combatientes del Tercer Frente, caídos en la guerra o fallecidos luego del triunfo. Los 19 guerrilleros regresan junto a su jefe, el Comandante de la Revolución Juan Almeida", dijo Díaz-Canel en la red social X.
El Tercer Frente Oriental Santiago de Cuba, fue creado por el Ejército Rebelde para luchar contra la dictadura de Fulgencio Batista, entre 1956 y 1958. Ahora el gobierno cubano llama a esa etapa "Guerra de Liberación Nacional".
Esta región fue elegida por Almeida en marzo de 1958 para establecer su base de operaciones militares en la zona montañosa. Tiene seis mil kilómetros cuadrados, y se extiende desde las cercanías de Bayamo hasta las de Santiago de Cuba.
En el área se incluyen los territorios de Baire, Jiguaní, Contramaestre, Guisa, Santa Rita, Maffo, Palma Soriano, Aguacate, Ramón de Guaninao, Central América, Dos Palmas, El Cobre, Melgarejo, El Cristo, El Caney, el sur de San Luis, Loma del Gato y Chivirico.
Desde enero el Gobierno cubano no había mostrado juntos a tantas figuras históricas participando en una ceremonia oficial.
En la Noche de las Antorchas, víspera del Aniversario del natalicio 171 de José Martí, las cámaras de la televisión cubana mostraron juntos a Raúl Castro Ruz (92), José Ramón Machado Ventura (93), Ramiro Valdés Menéndez (91 años), y Guillermo García Frías (95).
La singular escena estuvo cargada de simbolismo para los cubanos. Muchos la interpretaron como la decadencia de un régimen fallido, dirigido por personajes nonagenarios.
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