Una cubana enardecida dio una cálida bienvenida el miércoles en Guantánamo al mandatario Miguel Díaz-Canel, a quien aseguró que en Baracoa, uno de los municipios más empobrecidos de la isla, sí "hay comida".
"Este no es momento de confundirse, este es momento de echar para alante, este municipio es de batalla. Tenemos aquí material de historia, tenemos comida, lo que tenemos que trabajarla y no pedir tanto al país, y darle al país entonces, este es un municipio con que se puede contar", afirmó la encendida revolucionaria, quitándole al régimen la responsabilidad sobre la escasez de alimentos que padece la población.
El propio mandatario intentó aplacarla poniéndole su mano en la cabeza e iniciando un discurso de agradecimiento a los baracoenses por el recibimiento.
"Quiero agradecerles a ustedes, primero, que estén cogiendo este sol con el calor que hace", afirmó Díaz-Canel; pero la mujer volvió a interrumpirlo: "Esto es bueno, el sol es lo mejor que hay".
Tras la intervención del gobernante, que en la jornada llamó "vagos" a los residentes de Baracoa, la mujer remató: "Machete que son poquito, al que venga le vamos a dar machete".
Durante la visita realizada a la ciudad de Baracoa, en la provincia de Guantánamo, el gobernante hizo un llamado a la realización de trabajos voluntarios, como una vía para aumentar la producción de alimentos y disminuir sus precios, al tiempo que llamó "vago" al pueblo.
En las redes sociales circula un video donde se ve a Díaz-Canel justificando la inflación de los precios de los alimentos con la falta de producción: "Hasta que nosotros no produzcamos la comida que necesitamos no van a bajar los precios".
Las declaraciones de cubanas enardecidas durante las visitas del mandatario a los poblados más apartados del país se han hecho virales en los últimos meses, pues muchos cubanos no dan crédito a la defensa del régimen en medio de la crisis generalizada en la isla.
Hace algunas semanas se viralizó la frase "Yo me erizo", pronunciada por una señora de Río Cauto que dijo, tras la visita de Díaz-Canel a Granma, que "se erizaba al verlo" porque era como ver al "Dios Fidel".
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