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Una fotografía compartida a través de redes sociales captó una imagen de estos tiempos en Cuba, en los que el gobierno de la llamada “continuidad” sigue apostando por inversiones en el opaco sector turístico, mientras el patrimonio urbano de la capital y las provincias desaparece en medio del caos y la destrucción.
La imagen, tomada por el usuario de Facebook identificado como Omar Fontes Suárez, deja ver el hotel que construye el régimen cubano en El Vedado, conocido como Torre K o “López-Calleja” (por el fallecido general que estuvo al mando de GAESA). El ángulo elegido para la toma deja en primer plano la ruina de una edificación suntuosa de tiempos republicanos.
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El contraste entre la descontrolada inversión hotelera y la destrucción del patrimonio urbanístico cubano pone de relieve un síntoma de la crisis generalizada en Cuba, un país gobernado por un régimen totalitario desde hace más de 60 años, cuya cúpula comunista y militar se desentiende cada vez más del bienestar ciudadano, en favor de repartirse las riquezas de la Isla.
El proyecto político de la “continuidad”, que lidera el gobernante Miguel Díaz-Canel, esconde la privatización de sectores económicos y sus bienes. Tras la pedestre propaganda de “no dejar a nadie atrás”, se desenvuelven las maniobras de Palacio para favorecer el surgimiento de una nueva clase empresarial y adinerada que responda a sus intereses de perpetuarse en el poder.
Es por ello que el régimen cubano sigue ampliando su tendencia a invertir más en hoteles y restaurantes que en Salud Pública y Asistencia Social. A través de su “hombre de paja”, el general y dictador retirado, Raúl Castro (y su famiglia), sigue adelante con el festín que supone la inversión en turismo para las arcas de militares y altos funcionarios del régimen.
Un informe de la propia Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), señaló que en el primer semestre de 2023, la dictadura cubana invirtió cuatro veces más en hoteles y restaurantes, que en sectores públicos como la asistencia sanitaria y social.
Por contra, escuelas, hospitales y transporte -entre otros servicios públicos- caen en el abismo, desaparecidos del presupuesto nacional, ese que el Estado elabora en base a la riqueza nacional con dinero público.
Mientras la inversión de enero a junio (2023) en salud y asistencia social fue de apenas 583,3 millones de pesos, la construcción y avituallamiento de hoteles y restaurantes recibieron una inyección de 2.325,3 millones de pesos, según datos de la oficialista ONEI.
En Cuba, la suma de la inversión en “hoteles y restaurantes” y “servicios empresariales e inmobiliarios” concentra el 30,6% de la inversión nacional, según destacó el economista Pedro Monreal, quien afirmó que los datos “confirman la persistencia de una deformada estructura de la inversión en Cuba”, que prioriza “actividades principalmente articuladas alrededor del turismo, a pesar de las notables dificultades para atraer turistas”.
Monreal advirtió que priorizar la inversión en turismo en detrimento de sectores básicos dirigidos a la población es erróneo y tendrá, a la larga, un costo político importante.
Recibiendo 2.5 millones de visitantes internacionales en 2022, en Cuba estarían “sobrando” algo más de la mitad de las habitaciones hoteleras (69 turistas rotando por habitación en 2018 vs. 32 en 2022), por lo que sería prudente hacer una "pausa" en la inversión hotelera para atender "otras prioridades", señaló el economista el pasado año.
Prevista inicialmente para inaugurarse en 2022, la Torre K cuenta con 154 metros de altura y 42 pisos, con un total de 565 habitaciones que ostentarán la categoría de cinco estrellas para su nueva fecha de inauguración (2024).
Con una inversión 100% cubana, a cargo de GAESA y de la que se desconoce el monto real, el hotel será operado por la española Iberostar, que ya cuenta con tres hoteles en la capital cubana, junto a otros 19 hoteles en los restantes principales destinos turísticos del país, como Varadero, Cayo Guillermo y Holguín.
Al mismo tiempo, la crisis de la vivienda en Cuba no hace más que agravarse, con un déficit habitacional estancado que solo se menciona en los discursos de los dirigentes para prometer soluciones que nunca llegan.
Con la designación del gobernante Díaz-Canel en 2018, Castro garantizó que el Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA), permaneciera controlando más del 70% de la economía dolarizada del país, y siguiera apropiándose de forma opaca de todos los negocios relacionados con la importación y el turismo en Cuba, entre otros.
En ese año, el gobierno de la “continuidad” de Díaz-Canel prometió superar en 10 años el déficit de casi un millón de viviendas (de las cuales había que construir unas 527,000 y rehabilitar otras 402,000). Tres años más tarde, según datos del gobierno, la deuda habitacional se cifraba en 862,879.
El ritmo de inversión en vivienda ha seguido decreciendo mientras ha ido aumentando el de infraestructuras para el turismo.
La Habana y demás ciudades del país se caen a pedazos, las familias que viven entre ruinas se sienten abandonadas, crece el número de personas en situación de calle y vulnerabilidad, la inflación ha dejado a millones de cubanos en la pobreza extrema… pero ahí está la Torre K para recordar a los cubanos cuánto le importan a los panzones dirigentes de la llamada “revolución”.
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