La Oncena Bienal de La Habana cerró su ciclo de exposiciones este último fin de semana y confirmó su jerarquía como uno de los eventos artísticos de más alto poder de convocatoria en América Latina y el Caribe y de mayor participación popular. En el Malecón, el escultor cubano Jeff plantó esta escultura de metal inflado con forma de golosina, disfrutada por los paseantes. Artistas de 43 países aportaron realizaciones que convirtieron prácticamente a toda la ciudad en un muestrario de la más amplia gama de posibilidades de expresión del arte contemporáneo. El equipo de curadores, coordinado por el Centro Wifredo Lam, logró conjugar las formas tradicionales de exhibición en museos y galerías con acciones al aire libre y en el ámbito comunitario, como las que tuvieron lugar en el Malecón, en el Prado, en el barrio San Agustín, y en el Vedado, donde René Francisco y el colectivo Cuarta Pragmática intervinieron el espacio citadino con una propuesta que movilizó el interés de los moradores y transeúntes. Otro logro de la Bienal fue su inserción en la docencia, con la incorporación como áreas de trabajo y exhibición del Instituto Superior de Arte, la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría y la Academia de San Alejandro. El arte cubano ocupó un lugar prominente, celebrado por decenas de críticos, galeristas y expertos extranjeros que coincidieron en apreciar la vitalidad y diversidad de la creación contemporánea en la Isla. De ellos fue testigo el ministro de Cultura, Rafael Bernal Alemany, quien departió el sábado en la Fortaleza de La Cabaña con los artistas y curadores que desplegaron allí la más amplia y múltiple muestra de arte cubano que se haya concebido en los últimos tiempos, en compañía de Rubén del Valle Lantarón, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, y Jorge Fernández, director del Centro Wifredo Lam. Fuente: Granma
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