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La situación de la distribución de alimentos en Cuba sigue deteriorándose, evidenciando las profundas deficiencias del sistema de racionamiento.
En agosto, los habaneros han comenzado a recibir las cuotas de sal correspondientes a los meses de junio y julio, un retraso significativo que refleja la crisis de logística y distribución que atraviesa la isla. Esta demora en la entrega de productos básicos no es un hecho aislado, sino parte de una problemática más amplia que afecta a toda la nación.
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El Ministerio del Comercio Interior de Cuba (MINCIN) informó en sus redes sociales sobre la distribución de la canasta familiar normada para el mes de agosto, destacando que el arroz, la azúcar y los frijoles continúan siendo distribuidos, aunque con retrasos notorios.
Sin embargo, lo que más ha llamado la atención es la entrega tardía de la sal, un producto esencial que ha estado escaseando en las bodegas estatales durante varios meses.
La escasez de sal y la crisis logística
El problema de la sal en Cuba no es nuevo, pero ha alcanzado un punto crítico en 2024. Según Fabio José Raimundo Paz, director general del Grupo Empresarial Geominero Salinero (Geominsal), aunque hay "decenas de miles de toneladas de sal listas para su distribución", la falta de transporte ha impedido que este producto llegue a la población.
Esta situación ha sido agravada por condiciones climáticas adversas que han afectado la producción en regiones como Matanzas, donde las instalaciones salineras han sido destruidas repetidamente por ciclones en los últimos 30 años.
Raimundo Paz afirmó en el espacio oficialista Mesa Redonda que las dificultades logísticas y la limitación de recursos han sido los principales obstáculos para la distribución de sal en el país.
A pesar de que el gobierno cubano ha culpado reiteradamente a la crisis del transporte por la escasez, la realidad es que la ineficiencia en la distribución de bienes esenciales como la sal es un reflejo de los problemas más profundos que enfrenta la economía cubana.
Impacto en la vida diaria y quejas de la población
La escasez de sal y otros productos de la canasta básica ha tenido un impacto devastador en la vida cotidiana de los cubanos. Ante la falta de sal en las bodegas, muchos cubanos se ven obligados a comprar este producto en las tiendas de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) a precios exorbitantes.
Un ejemplo reciente es el de Inés Casal, una habanera que tuvo que pagar 530 pesos por poco más de una libra de sal importada de la marca Goya en un negocio privado.
Las quejas por la falta de sal no se han hecho esperar en redes sociales, donde los cubanos han expresado su frustración y desesperación por no poder adquirir un producto tan básico. "¡Ya no hay ni sal! Una isla rodeada de mar. No recuerdo cuándo fue la última vez que la vendieron por la 'canasta básica'", se lamentó Casal en su publicación en Facebook.
Este tipo de testimonios reflejan el malestar creciente entre la población, que ve cómo cada vez es más difícil acceder a los productos esenciales a través del sistema de racionamiento estatal.
La respuesta del gobierno y las protestas
El gobierno cubano, por su parte, ha intentado justificar la situación alegando problemas logísticos y de financiamiento. Betsy Díaz Velázquez, ministra del Comercio Interior, reconoció en un informe presentado ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) que las dificultades financieras han impedido alcanzar las coberturas necesarias y la oportunidad en la recepción de productos.
A pesar de estos intentos de justificación, la población ha comenzado a manifestar su descontento de manera más activa.
En Palma Soriano, Santiago de Cuba, un grupo de vecinos se concentró frente a una bodega para exigir la entrega de los alimentos racionados que aún no habían recibido, meses después de lo previsto. "No más abuso, no más mentiras, no más miseria, tenemos hambre", fue el clamor de los manifestantes.
Un futuro incierto
La situación en Cuba sigue siendo incierta, con un gobierno que parece incapaz de resolver los problemas estructurales que afectan la distribución de alimentos en la isla.
Mientras tanto, los cubanos continúan enfrentando una realidad marcada por la escasez, los altos precios y la incertidumbre sobre si podrán acceder a los productos más básicos en el futuro cercano.
La insistencia en que "cada municipio tiene que guapear su comida", como afirmó el gobernante Miguel Díaz-Canel, no parece ofrecer una solución real a las crecientes dificultades que enfrenta la población.
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