Ulises Aquino tiene motivos para celebrar; y no para hacerlo una vez al año como casi todos nosotros, cuando cumplimos aniversario, sino para festejar siempre, porque su gran obra: la compañía artística Ópera de la Calle, ha demostrado ser un ejemplo válido de la buena cultura que va de la mano con las necesidades y expectativas de estos tiempos. Música y danza confluyen en cada una de sus funciones, cuya dramaturgia viaja de lo más tradicional y local hasta lo más moderno y universal. El secreto de su éxito está en saber combinar la identidad con el buen gusto y la voluntad para lograr las cosas. La compañía, que ya tiene seis años dando placer al público, estrenará su espectáculo “1959” el próximo 25 en el teatro Karl Marx, una obra que refleja lo que ha sido la vida en Cuba en las últimas cinco décadas. «Ópera de la Calle nació el mismo día que mi hijo: el 28 de abril de 2006, solo se llevan 35 minutos de diferencia. Mi hijo se llama Luciano, que significa “el que trajo la luz” », comenta su director. Sin dudas, no pudo haber mejor augurio para ustedes. ¿Cuánta luz ha regalado este proyecto a Ulises Aquino? Toda la luz del mundo, porque Ópera de la Calle ha sido la oportunidad de poder expresar con música, voz y movimiento todo lo que yo creo debe ser el género lírico de hoy, que debe estar al día con las nuevas sonoridades y tecnologías, con una dramaturgia que invite al espectador a interpretar por sí mismo. Nosotros no damos opinión sino que exponemos nuestros presupuestos estéticos, eso es más democrático, dejar que cada cual haga un análisis de lo que nosotros queremos lograr. La ópera es una manifestación artística que muchos entienden como elitista, propia de grandes teatros. Usted creó un grupo que ofrece su arte a todos, sin distinción en escenarios abiertos. Es que la ópera surgió en las calles. Luego las clases altas de la sociedad la hicieron suya y se quedó en la élite como parte de la vida burguesa de otros tiempos, en los grandes palacios. Nosotros lo que hemos hecho es regresar a los orígenes de la ópera y entregarle a la gente común lo que debe ser parte de su acervo cultural. O sea, el nombre de la compañía es a propósito Sí, y esto tiene dos acepciones: una es devolverle a las calles lo que de ellas salió y la otra es que, por diversas circunstancias yo estuve obligado a obtener el talento de las calles. Casi el 80 % de nuestros artistas viene de ahí, la mayoría no tenían formación académica y hoy tienen un nivel altísimo, superior al de algunos estudiantes de las escuelas de arte. De los nuestros, muchos ya se han graduado del ISA, mientras han trabajado con nosotros. Se gradúan de canto generalmente, pero en realidad el objetivo nuestro es preparar un artista integral, que pueda poner en movimiento la voz, que pueda cantar, actuar y tocar un instrumento si es posible. ¿Qué exigencias y qué ventajas le da el trabajo en escenarios abiertos? El principio es poder demostrar que el género es parte de una cultura viva y abierta a todas las manifestaciones del arte, que se alimenta del quehacer popular, clásico, folclórico… El poder contar con un artista más completo y preparado hace que, lo que aparentemente no tiene una gran dimensión desde el punto de vista estético, se convierta en arte. Hay una comunicación total entre el público y Ópera de la Calle. La semana próxima ofrecerán un espectáculo en el Karl Marx, ¿habían estado ahí antes? Nunca, aunque si habíamos pasado por grandes foros como el cine Yara, el teatro América y el Astral. Como espacio cerrado el Karl Marx será lo más grande a lo que nos hemos enfrentado hasta ahora pero ya actuamos en medio del Prado para más de 20 mil personas y en el parque Céspedes, en Santiago, durante la Fiesta del Caribe. Al Karl Marx se le conoce como el teatro de los grandes acontecimientos… Ópera de la Calle es un gran acontecimiento. Por supuesto. No dudo que el teatro esté lleno ese día Solo el haber logrado que el género lírico haya tenido en estos años una convocatoria tan grande, es por sí solo un éxito tremendo. Este es el colofón de un trabajo que venimos realizando desde hace mucho tiempo. De esa presentación pensamos hacer un DVD con RTV Comercial. ¿Qué va a pasar ese día? Vamos a estrenar “1959”, la nueva producción de Ópera de la Calle. Tratamos de plasmar lo que han sido los últimos 53 años en Cuba. Es una semblanza desde el universo sonoro de lo que ha sido el background de nuestras vidas en este período. Es un performance a través del cual se puede interpretar nuestros aciertos, perspectivas y puntos de vista, las condiciones con las que hemos hecho música, lo que nos gusta y lo que no. La compañía es bien conocida en La Habana, ¿sucede lo mismo en otras provincias? Hemos actuado en Manzanillo, Bayamo, Holguín, Cienfuegos, Ciego de Ávila, estuvimos un año en Varadero, donde logramos un gran fenómeno comercial, además de tener un gran presupuesto social. Hay quienes temen mencionar ese término cuando se habla de arte El arte tiene un valor intangible y espiritual pero también contable. Todo el arte que se produzca tiene que ser comercial, el mercado que se busque es otra cosa. Las más grandes obras de la Humanidad tienen un valor porque es necesario. El arte no es ningún espacio libre de materialidad ni mucho menos. Estamos obligados a tener un valor contable, si no, se arruinan las naciones o no se hace arte. Para poder soportar el peso del valor social y la disposición a lo comunitario hemos tenido que desarrollar una labor comercial y demostrar objetivamente que el arte tiene ese deber. ¿En qué consiste el proyecto comunitario de ustedes? Tenemos la ópera infantil, que no es precisamente una cantera de la compañía, pero sí el camino para que los niños encuentren en el género lírico una posibilidad de expresión mientras se cultivan en el arte. Son cerca de 120 niños, hacemos espectáculos juntos y ellos estarán con nosotros el día 25 en el Karl Marx. Ustedes tienen en su repertorio temas que van desde lo más clásico y cubano hasta canciones actuales archiconocidas de la cultura universal. ¿Cómo es el trabajo que la compañía hace para versionar tan disímiles piezas musicales? Esa es nuestra visión de lo que debe ser el género lírico hoy. Ceo que Freddy Mercury es tan clásico como Giuseppe Verdi. Hoy cualquiera hace música con softwares que tienen hasta los teléfonos celulares. Tú dices dos palabras y ya sale la música. Entonces nosotros tenemos que ir al rescate y mantenimiento de lo que es la obra musical porque la ópera no es un programa de computadora. ¿Con quién usted trabaja para lograr estos arreglos? Con el maestro Emilio Vega, que hace la parte orquestal; la maestra Natacha Prado se ocupa de los arreglos vocales; Rubén Rodríguez es el coreógrafo y participan otros artistas. ¿Los cantantes y bailarines deciden también en esta fase de la creación? No. En eso somos tiránicos. ¿Puedo poner eso? Claro. Lo que pasa es que cuando hay tanta gente no se puede oír tantas opiniones porque son demasiados criterios. Son 80 miembros, no se puede hacer algo de 80 formas distintas, además tenemos presupuestos estéticos que queremos lograr y, generalmente los cubanos tienen el hábito de querer adaptar el trabajo a las comodidades de cada cual, en vez de adaptarnos nosotros a las condiciones de trabajo… Recientemente ha habido una polémica sobre lo que pasará con Ópera de la Calle luego de que cerraron El Cabildo, que es la sede de la compañía. ¿Cuál será el futuro de ustedes, habrá un consenso para recuperar este sitio en el que llevan ya tanto tiempo trabajando? No quisiera profundizar en la polémica pero voy a hablar del concepto. La Ópera de la Calle no se cerró. El sustento material fundamental de la compañía sí depende ahora mismo del futuro del Cabildo, porque este lugar es el medio por el cual se sostiene nuestra base material y proyecto comunitario. El Cabildo no es el pollo del arroz con pollo, pero es el arroz. Nosotros seguimos ensayando y trabajando aquí. Pretendemos recuperar la parte gastronómica y que el público siga disfrutando de eso. Hay que formular la manera de mantener lo que se estaba haciendo. Usted ha trabajado con grandes de la ópera como Montserrat Caballé. ¿Cuánto le aportaron esas experiencias? Esa fue mi carrera personal de la cual me siento bastante satisfecho. Pero creo haber recibido más aportes de la tradición del género lírico en Cuba que todo lo que pude haber recibido en otros escenarios del mundo. Yo me sentía con el deber de crear Ópera de la Calle, de mostrar que este es un género vivo y que pertenece al patrimonio cultural cubano. En varios de sus espectáculos, los artistas de la compañía están vestidos de negro y blanco, ¿por qué? En nuestros inicios queríamos remarcar que íbamos de un extremo al otro, era un principio nuestro. Eso de ir a los extremos es un riesgo Sí, pero la vida está llena de riesgos. También es una manera de unir los dos extremos. Si tuviera que definir cuál es el estilo de Ópera de la Calle, ¿qué diría? El estilo de Ópera de la calle. (Risas). En realidad no hemos tenido mucho tiempo de teorizar con tanto trabajo, ahora estamos intentándolo. Yo creo que podemos decir que se trata de la fusión del género lírico con todas las sonoridades entre el teatro, la danza y la música. Creo que es una compañía única, con un estilo propio, marca una nueva manera de expresión. Fuente: CubaSi
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