Gerardo Hernández Nordelo, espía fracasado y coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), está preocupado porque se acerca el aniversario 64 de la organización que dirige y sabe que los cubanos la detestan y se distancian cada vez más de ella.
Destinados desde sus orígenes a la llamada “vigilancia revolucionaria”, los CDR acumulan décadas de perniciosa influencia en la sociedad, convertidos en células de control y delación dentro del entramado represivo del régimen totalitario cubano.
A lomos de una propaganda eficaz y los tiempos felices de la “tubería” de subsidios del “campo socialista”, los CDR consiguieron en un inicio convertirse en una organización funcional dentro del sistema totalitario que se forjaba bajo la égida del dictador Fidel Castro.
Pero, 64 años después, los cubanos ven en los “comités” el nido de la chivatería barrial, un instrumento del vampirismo del castrismo, que chupa la sangre y el alma de los cubanos, y que pretende convertir a cada vecino en el policía del otro. Si todavía existen, es gracias al poder sobredimensionado de la maquinaria represora de la dictadura.
¿Quiénes hacen guardias a día de hoy? ¿Qué padres inscriben a sus hijos en la organización cuando cumplen 16 años? ¿Qué Patrulla Clic, qué Domingo Rojo, qué reunión, qué celebración de qué? Ya nadie está “pa' eso”, y Hernández Nordelo lo sabe, pero él insiste en que avanzan en programas de recogida de “materias primas” y “donaciones de sangre”.
Desacreditados como la prensa oficialista, el gobierno de la llamada “continuidad”, o su “líder” Miguel Díaz-Canel, los cubanos desprecian a los CDR como a esos grotescos organismos que intentan perpetuar en el poder a una casta de mafiosos con el argumento risible de “defender la revolución”.
Ser “cederista” en Cuba, hoy día, es un anacronismo o un insulto para la inmensa mayoría de las personas. Para ese papel solo quedan seres patéticos, viejitos desorientados, oportunistas con ambiciones rastreras y, al frente de ellos, un miserable con sangre en las manos y agua de coco en la cavidad craneal.
“Nosotros estamos convocando a que no pasen por alto la fecha, a pesar de las dificultades del país, de los momentos que vivimos, a pesar de los problemas económicos. Que la gente, con el entusiasmo que siempre ha caracterizado a los cubanos, ahí, en su cuadra, no deje de pasar por alto la fecha”, dijo este miércoles el coordinador nacional en el Noticiero de la Televisión Cubana (NTV).
Haciendo un esfuerzo por camuflar la súplica en una alegre convocatoria, Hernández Nordelo insistió. “Que el hecho de que sean tiempos difíciles no quiere decir que nos vamos a olvidar de esa celebración de la comunidad, de la cuadra, que siempre ha caracterizado a los cubanos”.
Todo ese despliegue propagandístico lo replica en sus redes, donde se le ve celebrando con cuatro gatos ante una caldosa, bailando ruedas de casino y visitando a “líderes comunitarios” que reciben una ración extra de lo que sea, a cambio de lo que sea. Y "paloquesea Fidel, paloquesea".
"¡Todos somos cederistas!", grita Hernández Nordelo en sus redes y su insignificante corte de troles aplaude, mientras los cubanos esperan el envío, la remesa o el parole que les salve de ese infierno creado por una caterva de mentes retorcidas y mediocres agitadores.
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