El 4 de octubre de 1963, Cuba fue azotada por el huracán Flora, uno de los desastres naturales más devastadores en la historia de la isla.
Durante cuatro días, el ciclón recorrió las provincias orientales, dejando a su paso más de dos mil muertos, 100 mil personas sin vivienda, y una devastación sin precedentes. El impacto fue tal que se considera uno de los mayores fracasos del gobierno revolucionario en sus primeros años, ya que la respuesta a la emergencia fue insuficiente para proteger a la población y mitigar el desastre.
Hoy, 61 años después, Cuba se enfrenta a la misma oscuridad y desesperanza que dejó el Flora. El paso del huracán Oscar el 20 de octubre de 2024 ha provocado inundaciones en provincias como Guantánamo, donde se reportan zonas completamente anegadas y un saldo preliminar de siete muertos.
Imágenes aéreas muestran comunidades devastadas y la incomunicación de varios municipios. Esto, agravado por un apagón masivo que mantiene al país paralizado desde el viernes pasado.
En 1963, la falta de preparación y respuesta del gobierno resultó en miles de vidas perdidas, y ahora, en medio de crisis económica y del apagón masivo, muchos cubanos sienten que la situación de precariedad y desamparo se repite. Esta crisis energética, sumada a la ineficaz respuesta ante el huracán, ha encendido la indignación de la población.
Los cubanos, agobiados por la escasez y el descontento, exigen un cambio de gobierno, argumentando que ya no reconocen el país que habitaban.
La historia se repite en un ciclo que parece no tener fin. En 1963, Fidel Castro lideró personalmente los esfuerzos de rescate y ayuda a los damnificados, pero la devastación fue tal que la imagen del gobierno quedó gravemente afectada.
Hoy, el liderazgo se enfrenta a un contexto de desesperanza. A pesar de que las autoridades han comenzado a evaluar los daños y a enviar ayuda, la capacidad de respuesta se ve limitada por una economía debilitada y una infraestructura deteriorada.
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