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“Si alguna vez agacho la cabeza, será para admirar mis zapatos”, dijo Marilyn Monroe, una estrella inimitable y gran autoridad en los temas de 'meter la pata' y 'llevar la cabeza en alto'.
Su alter ego de La Colmenita, la actriz cubana Ana de Armas, parece que solo agacha la cabeza ante el régimen que -en sus tiempos de abejita obrera- le inculcó la idea de que la “revolución” se había hecho por y para los humildes.
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Pero la intérprete de Blonde no solo admira el lustre de las botas de la dictadura, sino que también se preocupa por los delicados pies de su nueva pareja, Manuel Anido Cuesta, hijastro y asesor de Miguel Díaz-Canel.
Ahora que ella y el primogénito de la “no primera dama”, Lis Cuesta Peraza, han sido vistos muy acaramelados por Madrid, el vulgo se ha fijado en lo arreglado y peripuesto que va el pretendiente de la estrella.
Gafas de sol Tom Ford (295 euros) y chaqueta Moncler (1,950 euros) han quedado eternizadas en las páginas de papel couché. La crónica rosa de Anido Cuesta y la actriz, uno de los capítulos más escandalosos del régimen, ha robado protagonismo a Sandro Castro y su “especuladera revolucionaria”.
A todo tren por Madrid, con bolsas de El Corte Inglés llenas de compras navideñas, cenas en restaurantes de lujo y fotos de la mano de la 'avispita', el hijito de Lis Cuesta anda exhibiendo sus “jugueticos” mientras su padrastro y asesorado destruye la vida de los cubanos haciendo llamados a la “resistencia creativa”.
Los cubanos en modo 'quimera del oro', comiéndose una bota rusa; y el hijastro de la 'familia real' callejeando por la Villa y Corte de la metrópolis, con sus metatarsos envueltos en la delicada piel de ciervo de sus exclusivos tenis de la marca Zegna, de 966 euros.
Casi mil euros de calzado, el equivalente a casi 300 salarios mínimos de Cuba (o 20 años de trabajo proletario), eso es lo que lleva en las patas el hijastro de Díaz-Canel, ese 'líder' cuya continuidad pretende desarrollar aún más el calcañal de indígena en los cubanos.
Acompañado por la recitadora de zapaticos de rosa, Anido Cuesta posa como uno más en el clan de los Kennedy: firme, self-confident, protegido por la opulencia y la seguridad personal que pagan los cubanos, encarnando ambos tortolitos la maniobra de distracción más audaz de la contrainteligencia insular.
Pero las distracciones de este mundo son caprichosas y, mientras Anido y Anita jugaban a capitán cebollita por Madrid, en Damasco, Siria, empezaba a apretarle el zapato a un viejo amigo de la tiranía de La Habana.
Tanto le apretó, que Bashar Al-Assad tuvo que poner pies en polvorosa y salir huyendo con su familia a Moscú, donde les dio asilo el remendón del Kremlin, guardando su equipaje en caja fuerte y regalando a los asilados un par de babuchas para que se sintieran como en casa.
Entre las miles de imágenes que en estos días han desvelado el estilo de vida de los Al-Assad, llama la atención una fotografía de Bashar y su familia recorriendo las calles de Damasco, como la 'gente corriente'. Y he ahí que, mirando las zarpas de esa “realeza” sanguinaria, se descubre al primogénito, Hafez Al-Assad, calzando las mismas zapatillas Zegna que Anido Cuesta. ¡Vaya coincidencia!
La caída del régimen sirio, después de 53 años de dominación tiránica de los Assad, ha sentado como un jarro de agua fría a sus aliados de La Habana. Encima, ver al hijastro de Díaz-Canel luciendo el mismo par de tenis que el hijo de Bashar (que se llama como el abuelo y fundador de la dictadura alauita), puede ser interpretado como un mal augurio: ¡El asesor del “hombre de paja” menos querido por la plebe jugando con candela!
Cuentan que en el armario de Imelda Marcos, la María Antonieta de Manila, se guardaban más de 3,000 zapatos de Chanel, Dior, Louis Vuitton o Givenchy. Tras perder el poder, la consorte del dictador Ferdinando -que asesinó a 3,200 personas, torturó a 35,000 y encarceló a 70,000 ciudadanos y disidentes políticos- llegó a decir que en su armario “no encontraron esqueletos, solo encontraron zapatos preciosos”.
No sabemos si Cuesta Peraza podrá decir lo mismo que la que fuera primera dama de Filipinas, no ya por los "esqueletos", sino por los "zapatos preciosos". Es vox pópuli que el calzado y la moda es la asignatura pendiente de La Machi, una modesta funcionaria de cultura que taconea sin gracia por los pasillos de Palacio.
Pero a la espera del final que la historia depara a los amorosos dictadores de la 'continuidad', quizás la novia de Anido Cuesta pueda asesorar a su nuera en tendencias, así como este asesora a su padrastro en temas de… ¿de qué?
Bah, qué más da… será en temas de familia en apuros.
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