Desde hace más de un siglo, Estados Unidos ha manifestado su interés por Groenlandia, la isla más grande del mundo, con una posición geopolítica estratégica y abundantes recursos naturales.
Sin embargo, en los últimos años, este interés ha sido avivado por Donald Trump, quien en diversas ocasiones ha planteado la idea de comprar el territorio autónomo de Dinamarca.
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Por qué quiere Trump comprar Groenlandia
El interés de Trump por Groenlandia no es un simple capricho ni una provocación sin fundamento.
Su insistencia en la compra de la isla responde a una combinación de factores estratégicos, económicos y geopolíticos que van desde el acceso a recursos naturales hasta el dominio del Ártico en un contexto de competencia global con potencias como China y Rusia.
Durante su primer mandato en 2019, Trump sorprendió a la comunidad internacional al sugerir que Estados Unidos comprara Groenlandia.
Aunque su propuesta fue inicialmente vista como una excentricidad, detrás de ella hay una lógica profundamente enraizada en la doctrina de expansión y seguridad nacional estadounidense.
Groenlandia posee una importancia crítica debido a su ubicación, su riqueza en minerales y su potencial para el futuro económico y militar de Estados Unidos.
Trump considera que poseer Groenlandia es "una necesidad absoluta" para la seguridad económica del país.
Incluso, ha llegado a insinuar que podría recurrir a presiones económicas o militares para adquirirla: "No, no puedo garantizar en ningún caso, pero sí puedo decir esto: las necesitamos por seguridad económica".
Razones estratégicas y geopolíticas
Groenlandia es clave para la seguridad de Estados Unidos, ya que alberga la base espacial Pituffik, un puesto avanzado en el Ártico fundamental para la defensa y el monitoreo de posibles ataques de Rusia.
Además, su ubicación entre Europa y Norteamérica le otorga un papel crucial en el control de rutas marítimas y la defensa de la OTAN.
El interés de Washington en Groenlandia no es reciente.
En 1867, el presidente Andrew Johnson consideró la compra de la isla tras la adquisición de Alaska. Más tarde, en 1946, la administración de Harry Truman ofreció 100 millones de dólares a Dinamarca por el territorio, pero la propuesta fue rechazada.
Sin embargo, en 1951, Estados Unidos logró establecer su presencia militar en la isla mediante un tratado de defensa con Dinamarca, lo que permitió el mantenimiento de su base en el Ártico.
Para Trump, asegurar Groenlandia significaría reforzar el poder estadounidense en la región ártica, un espacio que ha cobrado relevancia geopolítica en los últimos años debido al deshielo y a la disputa por nuevas rutas comerciales y recursos naturales.
En la actualidad, China y Rusia han aumentado su presencia en la zona, lo que ha generado preocupación en Washington.
Los recursos naturales de Groenlandia
Uno de los factores más codiciados de Groenlandia son sus recursos naturales, que incluyen petróleo, gas y, sobre todo, metales de tierras raras, esenciales para la industria electrónica y armamentística.
Actualmente, China domina la producción mundial de estos minerales y ha amenazado con restringir sus exportaciones, lo que ha incrementado la preocupación de Trump y su equipo.
El cambio climático también ha aumentado el interés por la isla.
La acelerada pérdida de hielo ha facilitado el acceso a estos recursos y ha abierto nuevas rutas marítimas, lo que podría beneficiar la explotación comercial.
Entre 1985 y 2022, la capa de hielo de Groenlandia ha disminuido en 5.091 kilómetros cuadrados, según un estudio publicado en Nature.
Algunos expertos consideran que Trump y su entorno ven Groenlandia como una oportunidad para disminuir la dependencia estadounidense de China en la obtención de tierras raras.
Si Estados Unidos lograra controlar estas reservas, podría fortalecer su industria tecnológica y de defensa, reduciendo la influencia china en el mercado global.
El camino a la independencia y las implicaciones políticas
Desde su autonomía en 1979, Groenlandia ha avanzado hacia una mayor independencia de Dinamarca. Su actual primer ministro, Múte B. Egede, pertenece al partido independentista Inuit Ataqatigiit (IA), que ha rechazado proyectos mineros como el de Kuannersuit, que habría convertido a la isla en el mayor productor occidental de tierras raras.
No obstante, Groenlandia depende de una subvención anual de Dinamarca de aproximadamente 540 millones de euros.
Esta dependencia económica es un obstáculo para su independencia total. En este contexto, surgen preguntas sobre si Trump podría ofrecer un acuerdo similar al de las Islas Marshall, donde Estados Unidos brinda apoyo financiero a cambio de ciertos privilegios estratégicos.
Las elecciones generales previstas para abril o mayo de 2025 podrían definir el futuro político de Groenlandia.
La población de la isla enfrenta el dilema de continuar dependiendo de Dinamarca o buscar la independencia mediante acuerdos económicos que podrían incluir a Estados Unidos.
Resistencia de Dinamarca y Groenlandia
A pesar de los intentos de Trump, tanto Dinamarca como Groenlandia han rechazado cualquier posibilidad de venta.
La primera ministra Frederiksen ha reiterado que Dinamarca no está facultada para vender Groenlandia, ya que cualquier decisión sobre su futuro depende de los groenlandeses.
Por su parte, Egede ha dejado claro: "No estamos en venta y nunca lo estaremos".
Sin embargo, la creciente presión estadounidense podría generar tensiones en la región. Recientemente, Dinamarca anunció un aumento de 1,340 millones de euros en el gasto militar para reforzar la defensa de Groenlandia.
Además, la familia real danesa ha reforzado su símbolo de unidad con la isla, destacando la figura del oso polar en su escudo.
¿Podría ocurrir la compra de Groenlandia?
A pesar de los antecedentes históricos y los intereses estratégicos y comerciales de Estados Unidos, la adquisición de Groenlandia parece poco probable.
Los groenlandeses han expresado su deseo de avanzar hacia la independencia, pero no a través de una venta a Estados Unidos.
La dependencia económica de Dinamarca sigue siendo un obstáculo, aunque la posibilidad de un acuerdo con EE.UU. podría abrir un nuevo capítulo en la historia de la isla.
El interés de Trump por Groenlandia no solo refleja una estrategia geopolítica, sino también un intento de consolidar el poder económico y militar de Estados Unidos en el Ártico.
Sin embargo, la resistencia de Dinamarca y Groenlandia, junto con la creciente preocupación por el impacto ambiental de una explotación intensiva de sus recursos, hacen que la venta de la isla siga siendo, por ahora, un escenario improbable.
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