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El empresario, con amplias conexiones políticas en EEUU, ha visitado la Isla en al menos dos oportunidades y se ha reunido con altos funcionarios del Gobierno. El magnate Alfonso Fanjul salió de Cuba siendo muy joven, dejando detrás las mansiones de su familia y los vastos campos de azúcar que el Gobierno de Fidel Castro nacionalizó. En su exilio en Estados Unidos construyó un imperio azucarero aún mayor, amasó una de las fortunas más grandes de Norteamérica, se hizo amigo de miembros del Congreso y presidentes que se beneficiaron de su generosidad, y se convirtió en uno de los principales financiadores del movimiento anticastrista. Sin embargo, Fanjul, de 76 años, ha empezado ahora a ver Cuba como un lugar al cual él y otros hombres de negocio de Estados Unidos podrían expandir sus empresas, informa el diario The Washington Post. En silencio, sin fanfarria, el magnate ha comenzado a visitar la Isla y a tener conversaciones con altos funcionarios cubanos. "Si hay alguna forma de que la bandera de la familia pueda ser llevada de vuelta a Cuba, estaría feliz de hacerlo", dijo Fanjul en una entrevista en la que habló por primera vez públicamente de sus visitas a la Isla. El cambio de postura de Fanjul es sorprendente en un sector del exilio que ha marcado con su influencia la política estadounidense hacia Cuba. Para The Washington Post, sus viajes lo pondrían a la vanguardia de un grupo de ultrarricos empresarios estadounidenses con raíces cubanas, cuyos intereses económicos y de poder político podrían presionar por un deshielo en las relaciones Washington-La Habana. En la entrevista, Fanjul insistió en que la motivación principal de sus visitas a la Isla ha sido el deseo de "reunir a la familia cubana". Las posibilidades de negocio podrían explorarse solo si hay avances políticos y diplomáticos, añadió. La familia Fanjul "estuvo en Cuba durante 150 años, y, sí, al final del camino me gustaría ver a nuestra familia de regreso en Cuba, donde empezamos… Pero tiene que ser bajo las circunstancias correctas", dijo el magnate. "Tenemos la esperanza de que un día Estados Unidos y Cuba encuentren la forma de que toda la comunidad cubana pueda vivir y trabajar junta". Las conexiones de Fanjul Fanjul, quien vive en Palm Beach, Florida, y cuyos negocios familiares incluyen refinerías en Estados Unidos, América Latina y Europa, ha logrado mantener un perfil notablemente bajo a pesar de sus conexiones políticas. Su acceso a altas esferas del poder fue evidente durante el escándalo de Monica Lewinsky, en los noventa, cuando un informe de la Fiscalía indicó que el presidente Bill Clinton recibió una llamada del empresario en la Oficina Oval, durante uno de sus encuentros con la becaria. Este mes, la influencia de la familia Fanjul sobre los políticos volvió al primer plano, cuando la Cámara de Representantes aprobó una ley que reduciría los subsidios a muchos productos agrícolas, dejando indemne un controvertido programa pagado por los contribuyentes que protege los beneficios del azúcar. Según The Washington Post, Fanjul visitó Cuba en abril de 2012 y en febrero de 2013, como parte de una delegación que obtuvo una licencia para viajar a través de Brookings Institution, un think tank de Washington que ha defendido cambios en las sanciones a la Isla. En La Habana, el magnate visitó emocionado la mansión de su familia, que el Gobierno de Fidel Castro convirtió en Museo Nacional de Artes Decorativas; se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, y visitó granjas estatales y un ingenio azucarero acompañado por funcionarios de la agricultura. Tras su primer viaje, Fanjul se reunió con la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, para explicarle su cambio de punto de vista sobre Cuba. Más tarde volvió a reunirse por el mismo motivo con la funcionaria y su esposo en Miami, en casa del empresario cubanoamericano Paul Cejas. Muchos defensores del embargo consideran que este debe mantenerse hasta que se produzca en la Isla un cambio de régimen o haya reformas políticas. Fanjul, en cambio, dice que prefiere no responder a la cuestión y que respeta leyes vigentes en Estados Unidos. "En este momento, no hay manera de considerar inversiones en Cuba. ¿Cómo puedes trabajar en un trato si no estás legalmente autorizado para hacerlo?", dijo el empresario. "Ahora, ¿podemos considerar una inversión más adelante?", continuó Fanjul. "Si hay un acuerdo entre Cuba y Estados Unidos, y se puede hacer legalmente, y hay un marco adecuado establecido, entonces veremos esa posibilidad. Tenemos una mente abierta". Afirmó que el Gobierno cubano debe cambiar su estructura económica para hacer fácil y seguro a las compañías extranjeras hacer dinero. "Cuba tiene que satisfacer los requerimientos que presumiblemente los inversores necesitan, que son fundamentalmente el retorno de la inversión y la seguridad de la inversión", opinó. Añadió que, "personalmente" observará el tema "en el mismo marco que lo haría cualquier inversionista". Mientras hay signos de que una parte importante de los jóvenes cubanoamericanos, particularmente aquellos que han nacido en Estados Unidos, se alejan de las visiones de línea dura de sus padres y abuelos, los gestos de figuras como Fanjul mostrarían una evolución en esa dirección también entre exiliados "más atrincherados", consideró The Washington Post. El cambio de postura es importante porque Fanjul ha sido un tradicional simpatizante de los Clinton y probablemente sería uno de los principales donantes en una eventual campaña presidencial de la exsecretaria de Estado en 2016, así como un cercano asesor para asuntos relacionados con Cuba, agregó el diario. "Astucia familiar" Alfonso Fanjul apoya a los demócratas, pero su hermano Pepe respalda a los republicanos, lo que refleja la complejidad de la comunidad cubanoamericana o la astucia de una dinastía familiar que sabe como hacer sus apuestas, consideró la publicación estadounidense. El senador republicano Marco Rubio, un ferviente defensor del embargo, ha citado a la familia Fanjul como una fuente crucial de fondos para campañas y conexiones políticas. Los Fanjul han sido también importantes donantes de organizaciones anticastristas como la Fundación Nacional Cubano-Americana y U.S.-Cuba Democracy PAC. Interrogado sobre los viajes de su hermano a la Isla, Pepe Fanjul dijo en un correo electrónico: "Siempre he mantenido que cuando llegue el momento (…) retornaré y ayudaré a nuestros compatriotas a reconstruir mi lugar de nacimiento". Pero "como saben, todavía tengo que regresar". En los últimos años, otros prominentes cubanoamericanos han comenzado a hablar más abiertamente sobre una mejoría de las relaciones con La Habana. Muchos de ellos ven a Cuba como un mercado potencialmente lucrativo que ha estado cerrado para las corporaciones estadounidenses durante décadas por las barreras comerciales que ellos ayudaron a levantar. Ahora, algunos dicen que el embargo ha fallado y que un aumento de la inversión extranjera y un mayor compromiso con la gente podrían estimular reformas. "El embargo es realmente un embargo contra nosotros mismos porque los estadounidenses no pueden hacer negocios con Cuba, donde hay increíbles oportunidades de crecimiento", ha opinado Paul Cejas, a quien Bill Clinton nombró embajador en Bélgica durante su Gobierno, y quien viajó a la Isla con Fanjul. Alfonso Fanjul ha repetido en varias entrevistas que el tema es "muy sensible" y que necesita mantenerse "a una gran altitud" en la discusión de potenciales cambios en la política de Estados Unidos hacia Cuba debido a los desafíos que implica. "Lo que yo diga puede ser tomado en el contexto equivocado", ha dicho. Sus viajes a la Isla han coincidido con llamados de Raúl Castro a revivir la moribunda industria azucarera local. El Gobierno ha dicho que permitirá a compañías extranjeras participar en el sector por primera vez desde 1959 y empresarios brasileños serían los posibles candidatos a aprovechar las oportunidades. Pero Fanjul negó que sus visitas a la Isla hayan estado relacionadas con la eventual apertura del sector azucarero, dijo que no se ha reunido con Raúl Castro ni ha tenido discusiones específicas con funcionarios cubanos sobre la industria. El magnate afirmó que, en cambio, sus viajes a la Isla le han dado una perspectiva sobre otros asuntos: "¿Tengo un punto débil en mi corazón? Sí, ese es mi país. Mi interés es encontrar una manera de unir a la familia cubana. Cuando hablas con la gente y la oyes, eso humaniza. Hablar es el primer paso". Fuente: Diario de Cuba
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