El archipiélago cubano fue un emplazamiento estratégico para la acción pirata. Pero Cuba no fue solo víctima del vandalismo, también esta tierra dio sus propios victimarios. El más famoso de ellos se convirtió en una leyenda de más de dos siglos, conocido como el Lucifer de los Mares.
Diego Grillo, el Mulato Lucifer
Diego Grillo nació en La Habana, resultado de las aventuras de un conquistador español con una esclava africana hacia 1555. Vivió su infancia como esclavo, pero a la edad de 13 años escapa y encuentra abrigo entre un grupo de bucaneros españoles que comerciaban por estas tierras. Se formó como pirata en la zona del golfo de México y el Mar Caribe.
Tras cuatro años en los que adquirió gran habilidad marinera, cae bajo las garras del muy temido pirata Francis Drake, cerca de la Isla de Pinos. El experimentado lobo de mar descubrió enseguida en el joven Diego Grillo el talento bucanero y prefirió tenerlo a su lado, llevándolo a Inglaterra. Con solo 22 años se convierte en el preferido de la corte y hasta de los propios reyes, quienes le honraban por la contribución a sus intereses.
Tras un quinquenio en tierra inglesa, retorna a los predios caribeños como segundo al mando de Drake, momento para el cual se le conocía con el sobrenombre de Mulato Lucifer. En poco tiempo tomaría él mismo el mando de la misión. Su azote en los mares cubanos era tan fuerte que el gobernador de Cuba, Don Juan de Maldonado Barnuevo, ordenó una campaña para capturarlo. Al morir Francis Drake, Diego vuelve al reino de Inglaterra.
El Mulato Lucifer reaparece
Luego de pasar una temporada distanciado de sus fechorías, Diego reaparece en las Antillas como segundo al mando del renombrado “Pata de Palo”, temerario pirata holandés cuyo verdadero nombre era Cornelius Jol. Esta fue una de las uniones más sangrientas en la historia de la piratería.
Quizás el botín más famoso de esta etapa fue el obtenido del convoy de 11 naves españolas con todo su oro, plata y pedrería. Además del asalto a 6 fragatas en la que el tesoro tomado fue tan grande que jamás volvieron a ver a Grillo por la zona de Nuevitas, en Camagüey.
Fueron muchos los navíos españoles que sintieron su fuerza. Se dice que dejaba sin vida a la totalidad de los tripulantes de las embarcaciones que conquistaba. Aunque también se dice de él que era muy cortés y protector con las mujeres, llegando a relatarse la custodia que ofreció a la dama española doña Isabel de Caraveo, viuda de un gobernador español y ella misma, botín de un atraco. Para evitar que la ultrajaran los corsarios a su mando, le asignó una guardia personal que la protegió hasta que desembarcó sana y salva cerca de Campeche, en México.
La leyenda del Lucifer de los Mares cobra vida
Existen diversas versiones de cómo fue el final de su vida. Algunas personas creen que terminó disfrutando de sus riquezas en las tabernas inglesas. Sin embargo, estudiosos de la cultura popular cubana lo ubican al norte de Las Villas, en Sagua La Grande, Cuba. En esta región la tradición oral asegura que Diego Grillo cambió de apellidos, compró documentos y borró todo lo que pudiera atarlo al oscuro pasado de la piratería y la esclavitud infantil.
Don Diego se casó y tuvo 6 hijos con una cubana de Hato Grande, en Sagua La Grande. Murió en este territorio en 1640, a los 82 años de edad, sin que nadie sospechara sobre su verdadera identidad. Aunque vale decir que un curioso acontecimiento vino a sumarse a su suerte final, la aparición de otro pirata mulato que tomó su nombre para saquear el Mar Caribe.
Algunos historiadores afirman que Diego Grillo fue ahorcado por los españoles en 1673. Sin embargo, es poco probable que fuera el Mulato Lucifer, pues para ese entonces, si hubiera estado vivo, habría sido un hombre de más de un siglo.
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