A pesar de que la Nueva trova dio sus primeros pasos en un concierto de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola en Casa de la Américas el 18 de febrero de 1968, el Movimiento se constituyó oficialmente en Manzanillo, el 2 de diciembre de 1972, como continuidad formal, y renovación conceptual, del estilo asentado por la Vieja Trova en la región oriental de la Isla.
En medio del llamado quinquenio gris de la cultura cubana (1971-1975), mientras el teatro y la literatura padecían los embates esquemáticos y hasta represivos del realismo socialista, ocurría uno de los fenómenos musicales y culturales más trascendentales de la historia de Cuba en el siglo XX.
Inspirados en la obra de los músicos bohemios que recorrían Santiago de Cuba con su guitarra interpretando sus canciones, los jóvenes de la Nueva Trova se reconocían continuadores de la obra de compositores como José (Pepe) Sánchez, Sindo Garay, Manuel Corona y María Teresa Vera.
Algunos de los fundadores del Movimiento llevaban algunos años trabajando para el cine cubano, pues la calidad poética de sus canciones, y el compromiso con el acontecer social y político favoreció ciertos malentendidos con las instituciones culturales a finales de los años sesenta, y tanto Pablo como Silvio y Noel encontraron comprensión y refugio primero en Casa de las Américas, con Haydée Santamaría, y luego en el ICAIC que dirigía Alfredo Guevara.
A finales de los años setenta y principio de los ochenta, luego de una evolución que los llevó a formatos orquestales y sinfónicos, Pablo y Silvio se encontraban entre los artistas más populares de la Isla. La Nueva Trova dejó de ser un artículo de lujo cultural y había encontrado enorme resonancia popular.
Así, devinieron clásicos coreados por las multitudes, dentro y fuera de Cuba, temas como Ojalá, La era está pariendo un corazón, Canción del elegido, Días y flores o Al final de este viaje, todas de Silvio Rodríguez, o Yo no te pido, Yolanda, No me pidas, Los caminos, Pobre del cantor y Yo pisaré las calles nuevamente, todas de Pablo Milanés.
Y si bien Silvio estaba muy cercano al mundo de los Beatles, la música brasileña, la canción protesta latinoamericana, y a Bob Dylan, Pablo tenía más que ver con las tradiciones del bolero y el son, lo cual quedaba demostrado desde que apareció Mis 22 años, considerada por muchos estudiosos el nexo de unión entre el filin y la Nueva Trova Cubana.
Mucho antes de que ocurriera el Buena Vista Social Club, Pablo procedió al redescubrimiento y rescate de la canción y el son cubano tradicionales en el programa de televisión Proposiciones.
Aunque la celebración del aniversario impone el recuento obligatorio del aporte imponente de Pablo y Silvio, sería muy injusto olvidar a fundadores y veteranos como Noel Nicola, Vicente Feliú, Sara González, Lázaro García, Miriam Ramos, Amaury Pérez, Miriam Ramos, Pedro Luis Ferrer y Sara González, entre otros.
Los principales aportes de este grupo fueron renovados y puestos al día en los años ochenta por la llamada Generación de los Topos: Carlos Varela, Santiago Feliú, Frank Delgado y Gerardo Alfonso, mientras que en los noventa surgen los novísimos: Gema y Pavel, David Torrens, Habana Abierta, Karel García y Liuba María Hevia, entre otros.
Es de esperar que en el siglo XXI la canción de autor, poética, crítica e inteligente, sobreviva en nuevas variantes y combinaciones de la Nueva Trova con otros géneros cubanos tradicionales o extranjeros e importados, pero seguramente otros periodistas recordarán el aniversario 53, 73 o 103 de un movimiento que cambió la esencia y apariencia de la canción en Cuba.
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