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Un actor puede ser cualquiera de los personajes que interpreta, pero a veces algunos se imponen y son el propio actor, como parece ocurrir durante este homenaje a Trinidad Rolando Portocarrero en el que la actriz habita algunos de sus papeles; pero, tal vez animados por el ambiente festivo, se nos ocurre que es Lady Salsa el que parece brotar con más actualidad y fidelidad al "personaje" que verdaderamente ha sido ella. Lady Salsa, espectáculo y personaje que visualiza la historia cubana desde la lucha contra Batista, ha insertado nuevamente a esta intérprete en planos internacionales durante los últimos cuatro años, en escenarios de Estados Unidos, Alemania, Suecia, España y otros países de Asia y de Oceanía, donde ella ha puesto vigente la calidad sostenida durante 40 años de vida artística, cuyo aniversario ahora le celebran sus colegas liderados por Tony Díaz y su grupo Menfisto Teatro. Obra variada que tiene mucho que ver con su estirpe escénica, criollismo y cubanía de toda una vida, mediante el empleo del drama, bailes y canciones, deviene "panorama de nuestra historia social y musical", al decir de Gerardo Fulleda León, uno de los organizadores por la Compañía Rita Montaner de estos tributos en la Casona de Línea. Suerte también de recuento de su filiación anterior a Teatro Escambray, Teatro de Arte Popular y Teatro Caribeño, las palabras de Fulleda recuerdan a Trinidad en una obra suya, Ruandi, "que atesoro en la memoria y que a ella le valió elogios y lauros" (entre ellos el Premio UNEAC). El teatrista también certifica "aquella jacarandosa y chispeante protagonista de Los cheverotes, de José Barreiro, bajo la dirección de Miguel Montesco; la Emelina Cundeamor, de Eugenio Hernández Espinosa con realización del propio maestro; su impactante protagónico de La hija de Nacho, de Rolando Ferrer, bajo la mano directriz de Alejandro Iglesias; el patetismo y lo incisivo de su Samarkanda en Noches de satén regio, de José Gabriel Núñez; la protagonista de Los cuernos de don Friolera, de Ramón del Valle Inclán y puesta de Fernando Quiñones; y la trágica mesura alcanzada con su ‘Jabá’ de Réquiem por Yarini, de Carlos Felipe". Pero el dramaturgo que es Fulleda tiene otras razones para evocar en sus palabras de elogio por el aniversario: "No he olvidado aquella primera aparición de relámpago, por las cortinas del fondo lateral izquierdo del Teatro Guiñol de Cuba, a mitad de La corte del faraón, en aquella innovadora función de estreno de la puesta de Carucha Camejo. "Una muchacha joven y hermosa, como los antiguos retratos de mi familia, que con su entrada, en vez de truenos, desató sobre los espectadores la dulzura de su voz interpretando con gracia y picardía La mazurca de la sombrilla, de la zarzuela Luisa Fernanda, para robarme para siempre, parte del corazón, con su actuación". Fuente: Granma
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