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La justicia suele ser implacable, pero a veces también puede ser humanitaria. En el caso de Enrique Reyes, un cubano parapléjico que fue sentenciado el pasado 29 de febrero a cinco años de probatoria por la muerte de su mejor amigo en un accidente vehicular, la mayor muestra de benevolencia parece haberla conseguido sólo en una prisión. Y es que Reyes ha encontrado en la Cárcel Norte del Condado de Broward el único lugar que hasta ahora ha evitado dejarlo en el desamparo absoluto. "Salí libre de la cárcel en febrero, me mandaron al hospital para recibir tratamiento, pero a la semana me botaron de ahí", dice Reyes. "Por eso volví a la cárcel; no tenía otro sitio a donde ir". Ahora Reyes tiene un sólo objetivo: regresar a Cuba. "Pero no tengo ningún documento, no tengo dinero, no tengo familia en Estados Unidos, siento que vivo en el limbo ¡No sé qué hacer!", afirma Reyes con los ojos humedecidos durante una entrevista con el Sentinel en el locutorio de la prisión ubicada en la ciudad de Pompano Beach. Como explica el defensor público José Reyes, un abogado pagado por el Estado, el caso de su cliente carece de antecedentes en la administración de justicia en Broward, al tratarse de una persona que ya fue sentenciada, que tiene la posibilidad de estar libre, pero que, irónicamente, la cárcel se ha convertido en su mejor refugio. Y a esto se suma una realidad política mayor: los gobiernos de Estados Unidos y Cuba no mantienen relaciones políticas desde hace casi cinco décadas, desde que Fidel Castro inició la revolución en la isla. Como coinciden expertos de inmigración consultados por el Sentinel, esta realidad dificulta la comunicación entre los dos gobiernos para atender este tipo de casos y, por ejemplo, agilizar un proceso de repatriación. "La Corte ya dio un fallo para que el muchacho salga libre, pero no tiene adónde ir; está claro que él (Enrique Reyes) quiere regresar a Cuba, pero las autoridades de Inmigración de Estados Unidos no suelen tomar parte en estos casos", comenta Brian Becker, un abogado de inmigración que no está vinculado con este proceso. Para el defensor público Reyes, sería muy fácil dejar a su defendido en una parada de autobús y desentenderse del tema. "¿Pero adónde iría? Él necesita un lugar adecuado para recibir atención médica", explica. Lo cierto es que, tal como señala este abogado, el representante legal del Broward General Medical Center argumentó ante el juez Marc Gold, del Tribunal del Condado de Broward, que ese hospital no podía darle un tratamiento terapéutico al inmigrante cubano por falta de financiamiento. "Sólo podían recibirlo si se trataba de una emergencia, y Enrique ha quedado paralítico, lo que requiere un tratamiento largo y costoso", detalla el abogado Reyes. A sus 30 años, Kiki, como lo llaman sus familiares en La Habana, se encuentra postrado en una silla de ruedas y no tiene ningún pariente, ni amigos en Estados Unidos que, por ejemplo, lo ayuden a recibir atenciones tan básicas como ir al baño o gestionar un documento de identidad estadounidense o un pasaporte cubano para regresar a su país. Esos documentos, de acuerdo al propio Reyes, los perdió al no pagar el apartamento que rentaba en Hialeah, al encontrarse en la cárcel. Reyes nunca tramitó una residencia estadounidense. Del bombo al retorno En 2000 Reyes fue uno de los beneficiados en la lotería de visas estadounidenses, lo que, según él, le hubiera permitido hacer realidad el llamado "sueño americano". "Me gané el bombo (como los cubanos suelen llamar a la lotería de visas), esperé dos años y finalmente el gobierno cubano me dio el permiso de salida", recuerda. Al llegar a Miami, Reyes fue recibido por una organización católica que lo ayudó a instalarse en Houston (Texas), trabajando en una fábrica de tubos. "Me iba bien pero extrañaba el "cubaneo", así que regresé a Miami y conocí a Rolando Sabatier, quien se convirtió en mi mejor amigo; un día salimos a jugar billar en su nuevo auto, y de regreso de Broward, al amanecer, él estaba cansado y me pidió que yo manejara; lo hice y me quedé dormido en la I-95", relata. Reyes recuerda que despertó en el hospital y que no sentía sus piernas; le dijeron que no volvería caminar y que su amigo Sabatier, 29 años, había muerto. "Pasé casi nueve meses en el hospital, y poco más de un año en la cárcel; casi todo ese tiempo llorando por todo lo que sucedió, el juez entendió que todo fue un accidente, y que yo había pagado por mi pena". Y no obstante que el juez Gold dio una sentencia (hace casi medio año) que favorecía a Reyes y le daba su libertad bajo probatoria, éste pasó a vivir en un limbo: un cubano parapléjico sin documentos y sin un lugar en dónde atenderse. Y por eso volver a la cárcel fue su única opción. "Lo que quiero es regresar a La Habana con mami y papi, abrazar a mi hermana y besar a mi sobrino, que será mi hijo porque con el accidente yo ya no puedo tener hijos", confiesa Reyes, mientras acomoda su sonda. Desde hace un par de semanas, el Sentinel se comunicó con la Sección de Intereses de Cuba en Washington para exponer el caso de Reyes. Allí, Alberto Glez, del departamento de prensa, explicó que Reyes podría iniciar una solicitud de repatriación, que debía ser gestionada de manera paralela tanto en Cuba, a través de sus familiares, como en Estados Unidos, a título personal. "El solicitante (Reyes) tiene que expresar formalmente ese pedido, pero también es importante que las autoridades de Estados Unidos muestren su disposición para gestionar este caso", comentó Glez. Desde La Habana, Ana Martha Lazo, madre de Reyes, dijo telefónicamente a el Sentinel que informarán del caso de su hijo a las autoridades migratorias en esa ciudad. "Sólo quiero que mi hijo regrese", comentó Lazo. Por su parte el martes último, el defensor público José Reyes envió a la Sección de Intereses de Cuba en Washington una solicitud para que Reyes pueda retornar a Cuba. En la última audiencia realizada el pasado miércoles en la Corte de Fort Lauderdale, el abogado Reyes le pidió al juez Gold tres semanas más para tramitar ante el gobierno cubano el pedido de repatriación de su defendido. El magistrado determinó que la nueva vista con Enrique Reyes será para el próximo jueves 4 de septiembre. "El juez es muy comprensivo; ojalá que en este tiempo podamos ayudar definitivamente a Enrique, y quizá encontrar alguna institución que lo pueda recibir temporalmente en vez de tenerlo en la cárcel", agregó el defensor público. Y en medio de este vaivén jurídico, Reyes sólo reafirma su deseo por volver a juntarse con los suyos. "Ojalá pueda regresar a La Habana, porque si bien en esta cárcel me tratan muy bien y tengo garantizado un plato de comida, lo que necesito ahora es estar con mi familia".
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