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Con la penetración en Cuba durante la noche del siete de septiembre pasado del huracán Ike por la zona de Punta Lucrecia, municipio de Banes, al norte de la oriental provincia de Holguín, emergieron numerosos elementos de interés arqueológico. En ese punto, desde el 10 de octubre de 1868, hace 140 años, emite destellos para la seguridad de la navegación nacional e internacional un faro inaugurado por los colonialistas españoles, casi de manera simultánea con el viril alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en el manzanillero ingenio La Demajagua. Allí funciona también hoy una estación del Centro Provincial de Meteorología, cuyos trabajadores detectaron a poco del paso del evento climático la presencia de materiales de posible valor para el estudio de tiempos pretéritos. Resultado de la promoción violenta de los lechos de arena del lugar, de 30 a 70 centímetros de profundidad, prueba de la violencia de los vientos afloraron en superficie objetos y otras evidencias de la actividad humana de tiempos idos, lo visto fue informado al departamento Centro Oriental de Arqueología. La entidad, perteneciente al Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales y Tecnológicos de la delegación holguinera del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, determinó por el carácter contingente de la situación, la realización de una inspección arqueológica a fin de lograr la valoración inicial del sitio. La visita de especialistas permitió conocer un copioso residuario arqueológico del siglo XIX y principios del XX, directamente asociado a las dos construcciones principales existentes allí, el Faro y la Casa de los Torreros. Marcos Labrada, técnico en actividades de investigación y servicios del departamento Centro Oriental, señaló que el material arqueológico encontrado en superficie es significativo, por su volumen con respecto al área de 100 metros en que apareció y fue clasificado de forma general, como cerámica utilitaria, vidrios y metales. Mientras, la cronología lo sitúa entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, con botijuelas de estilo tardío y metales como los elementos diagnósticos más confiables, mientras se recomienda profundizar en su conocimiento. En el estado actual, apuntó Marcos, no se pueden ofrecer datos que corroboren, refuten o incluso amplíen los datos registrados en las fuentes históricas y por ello es necesario iniciar el estudio arqueológico de las piezas encontradas y articularlas con la información disponible a fin de avanzar hacia una interpretación arqueológica más amplia. El hallazgo, además de corroborar y dar continuidad a investigaciones realizadas en los años ochenta del pasado siglo XX por el Doctor en Ciencias Históricas, José Manuel Guarch Delmonte, posibilita enriquecer el valor histórico del inmueble conformado por el Faro y la Casa de los Torreros, al incorporar elementos muebles de un alto potencial científico. Añadió que esto es así, no solo en cuanto a la cronología sino también a la interpretación-comprensión de procesos sociales concretos tales como habitación, función y vida doméstica para el lugar. El hallazgo (accidental por naturaleza) y la inspección realizada, muestra la importancia y significado social de la práctica arqueológica en Holguín y en el país, sobre todo al permitir el conocimiento más profundo del pasado histórico por vías paralelas a otras más tradicionales e institucionalizadas. El poderoso Ike, de categoría tres al golpear la Isla, bautizado popularmente como El Leñador por los estragos causados a la floresta y su impacto en otras esferas de la vida y la economía holguinera, también pudiera denominarse el ciclón arqueólogo. Fuente: Radio Angulo
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