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La idea de la voluptuosidad como signo de fertilidad no es nueva. La propia Venus de Willendorf, de 20 000- 22 000 años a.C, es el icono por excelencia de la madre procreadora.
Un reciente estudio realizado en la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, ha apuntado a esta correlación entre el tamaño del trasero de la gestante, en particular la grasa acumulada en él, y el coeficiente intelectual del futuro hijo.
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Según este estudio, publicado en la web enlamadre.com, una mayor cantidad de grasa en glúteos y caderas de la madre incidiría en un mejor desarrollo del sistema nervioso del feto pues contienen componentes esenciales, entre ellos el ADH, para el desarrollo del cerebro.
Aunque la web no detalla las condiciones en que se efectuó dicho estudio, de seguro la noticia hará feliz a alguna que otra madre pero seguramente, también, será el inicio de polémicas y debates.
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