Esto también es Cuba, aunque no esté de moda

¿Por qué para muchos diarios las vacaciones de lujo del hijo menor de Fidel Castro no son noticia?

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Este artículo es de hace 9 años

En un mundo donde se vuelven virales retos como tocarse el ombligo o ponerse monedas en la clavícula, donde las idas y venidas de los famosos acaparan fotos y portadas, donde los políticos están -no todo lo que deberían, huelga decir- bajo la lupa de medios y ciudadanos, misteriosamente parece no importar demasiado que el hijo menor del expresidente cubano Fidel Castro, ande por el mundo protegido por guardaespaldas y disfrutando de unas vacaciones de lujo, que ni el más exitoso de los cuentapropistas cubano puede permitirse; no digamos ya los cientos de médicos, científicos, bodegueros, choferes, amas de casa, maestros y gran parte de cubanos para quienes estar de vacaciones significa casi exclusivamente dejar de trabajar.

La vida de opulencia de Antonio, médico de profesión, sin embargo, no salta a la luz ahora por primera vez. El hijo de Fidel Castro con Dalia Soto del Valle es un habitual de escenarios de lujo vetados para la media de los cubanos y no nos referimos solo a este complejo turístico de Turquía. En la propia Cuba ha podido vérsele en eventos como los festivales del Habano y hasta coronarse campeón en 2013 de la quinta edición del torneo de golf Copa Montecristo celebrada en Matanzas, con una cuota de inscripción de 150CUC y 800CUC por tres noches en el hotel del evento.


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Por lo visto en el 2013 Antonio podía ser noticia, cuando algunos medios se hacían eco de su participación en el torneo y hasta lo presentaban como la mano que movía los hilos tras el floreciente auge del turismo de lujo en Cuba. Hoy parece no ser conveniente remover el lodo y salpicar los fértiles terrenos que Cuba abre al mundo.

Llama la atención y mucho, que desde hace unos meses Cuba sea noticia -cada mandatario que llega y se marcha, cada firma o declaración de convenio, cada centavo que se enfila a la isla, cada empresa que se suma a la fiesta de las inversiones y proyectos, cada famoso que llega y se pasea- pero que misteriosamente un hecho como este, que habla de una sociedad de beneficios, que evidencia el doble rasero y doble moral en Cuba y la hipocresía de los discursos oficiales de sus líderes, no aparezca en muchos de los mismos diarios generalistas que llevan meses promoviendo y pintando una Cuba de cambios, nuevos aires y aperturas.

¿De pronto el flujo de información se ha vuelto denso? ¿Casualmente importan las vestimentas de las hijas del anterior presidente español por ser demasiado góticas y poco formales, pero no importa la vida de excesos del hijo menor de Fidel Castro? ¿Es Fidel menos importante o lo es su hijo? Si este sospechoso cambio de actitud fuera un reflejo de una nueva ética periodística, o de unas nuevas normas de adjudicación de relevancia noticiosa quizás podríamos hasta alegrarnos, pero sabemos que hoy y mañana seguirán coexistiendo en portadas noticias de gran alcance junto con coberturas a los destinos playeros de los astros del fútbol o los atuendos pre-mamá de las famosas.

Llama la atención, más aún, que las fotos de Tony en el complejo turístico turco o el video en que sus guardaespaldas increpan y agreden a fotorreporteros, tampoco hayan recibido la repercusión e intensa reacción que merecen por parte de los cubanos que residen en el exterior; los del interior muchos nunca sabrán a dónde se marcha cuando está de vacaciones ni en qué condiciones. Es triste constatar que los cubanos hemos aprendido a vivir con la aceptación de que los ciudadanos de a pie tienen las vidas de limitaciones y carencias, mientras los hijos de papá -y qué papás- llegan a donde quieren y hacen lo que se les antoje. Es triste que hayamos perdido la capacidad para asombrarnos y la casi innata rebeldía ante las desigualdades e injusticias.

Seguiremos leyendo noticias sobre una Cuba de convenios, de importaciones, de negocios, ayudas y líneas de créditos, de movilidad de deportistas, de encomiables logros en investigación, planes para informatizarla y hasta de lo que diga o haga Elián González, mas no de los caprichos y gustos del hijo menor de Fidel Castro. Mientras en la Isla seguirán marchando paralelas, divorciadas, escindidas e irreconciliables la Cuba de los cubanos, la de los padres que se dejan la piel para darles algo de ocio y diversión a sus hijos, que hacen malabares para alimentarlos y vestirlos, y la Cuba de los dirigentes y simpatizantes que exigen austeridad, comprensión y respaldo y disfrutan lujo, opulencia y confort.

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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.


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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.