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“Profundamente preocupada por el ataque contra @AGRodiles de @EstadoDeSats y contra decenas de activistas detenidos rumbo a misa. #Cuba”, así se ha mostrado Roberta Jacobson en su cuenta de Twitter por las agresiones a Antonio G. Rodriles ocurridas este domingo.
Preocupada, sinceramente, es un adjetivo solo aplicable para quien conoce la realidad cubana de lejos y por fotos. Pero para muchos cubanos, lamentablemente, esta historia es una vieja conocida que suele quedar ocultada tras las difamaciones y desacreditaciones que sufren los nombrados por los medios oficialistas 'serviles mercenarios al servicio del imperio'.
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Muchos cubanos, además de preocupados por una represión que no cesa, por una sociedad donde ni pacíficamente se puede hacer ejercicio de la disensión y el libre pensamiento, se sentirían indignados e impotentes ante las imágenes de un activista de la oposición -un cubano- agredido brutalmente; desesperanzados, también, al vislumbrar en estos hechos unos cambios y una nueva Cuba que no llegan.
Rabia y dolor producen las palabras de Ailer González, mujer de Rodiles, en su perfil de Facebook, rabia al sentir su dolor y dolor al sentir su miedo y la incertidumbre que se han hecho protagonistas de sus vidas, por haber elegido el camino de la palabra y la acción en lugar del silencio y la aceptación:
Seguramente no habrá comunicado oficial o se harán rejuegos, manejos y manipulaciones para tapar los hechos, darles la vuelta e intentar culpabilizar al agredido. Afortunadamente esta vez, las imágenes hablan.
Luego, habrá quien prefiera seguir leyendo de cruceros, contemplar las imágenes paradisíacas del gran destino turístico que es Cuba, seguir hablando de vacunas, rutas aéreas, conexiones a Internet a precio de lujo mientras, quizás, el próximo domingo o el siguiente una vez más una manifestación pacífica en Cuba termine a palos y golpizas.
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