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Los bates cubanos siguen titubeantes, Freddy Asiel Álvarez volvió a tener una presentación sin brillo y Cuba cayó derrotada 5 carreras por 2 con Estados Unidos, en su segunda presentación en los Panamericanos.
Aunque lograron anotar dos veces, los cubanos solo pudieron conectar un único indiscutible contra el pitcheo estadounidense, salido del bate de Raúl González, un hit que encontró tres corredores que habían sido boleados. Eso ocurrió en el segundo inning, y fue todo lo que pudo hacer Cuba en el juego.
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Todo lo contrario ocurrió con los del norte, que batearon cómodamente desde el primer episodio, cuando le dieron tres hits consecutivos al abridor Freddy Asiel Álvarez, incluido un jonrón de dos carreras. Freddy Asiel logró recuperarse de la fea bienvenida, y llegó a retirar a diez hombres al hilo, pero abrió mal el sexto, donde le pegaron dos dobletes y el juego se desemparejó 4 carreras por 2. Sin embargo, la segunda carrera se la fabricaron con la ayuda de la dirección cubana, que embasó a un hombre con una cuestionable base intencional para quitarse a un zurdo de encima.
No fue el único error de la dirección de Cuba. A Freddy lo sustituyeron por Liván Moinello, el mejor relevista del equipo, mala jugada, pues todo el mundo sabe que no se pone al mejor relevista en un juego que se está perdiendo. Moinello lo hizo bien, pero eso de nada sirvió para evitar la derrota y lo más probable es que no esté en condiciones de pitchear hoy contra Puerto Rico.
En general, el pitcheo se ha manejado mal en estos dos primeros partidos de los Panamericanos. Primero, por la confianza que se está depositando en Freddy Asiel, un lanzador que lleva rato sin hacer una apertura convincente. Cuando el villaclareño parpadeó en el primer episodio, salió a calentar Yoanni Yera, que no solo no es relevista, sino que estuvo bien iniciando en los juegos de preparación, algo similar a lo que ocurrió contra Colombia, cuando relevó Lázaro Blanco, quien ha estado mejor que Ismel Jiménez, el abridor de ese partido.
Cuba no puede darse el lujo de manejar mal su pitcheo ni de desperdiciar a sus mejores abridores, pues su ofensiva no está funcionando, y dos o tres carreras contrarias pueden ser suficientes para condenar al equipo a la derrota.
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