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En un partido deslucido, contra un equipo dominicano que se cansó cometer equivocaciones, los cubanos vencieron 9 por 5 y se consolidaron en el cuarto lugar de la clasificatoria del béisbol en Toronto, un puesto no muy brillante, pero que sería suficiente para ascender a la semifinal.
El juego lo inició Lázaro Blanco, quien no pudo repetir su buena actuación cuando relevó contra Colombia. A pesar de ponchar a 7 contrarios en 5 entradas, el derecho de Granma tenía poco en su bola, se metió demasiado en conteos y soportó dos jonrones. A duras penas consiguió tirar cinco entradas, en las que necesitó realizar más de cien lanzamientos.
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Sin embargo, la ofensiva cubana amortiguó las carreras contrarias bateando otra vez con relativa soltura, algo que da más preocupación que alivio, pues solo lo ha hecho contra los equipos débiles del torneo. Cuba hizo cinco carreras en la primera entrada, que se debieron más a la nobleza del picheo rival que a la agresividad de los nuestros al bate. Luego agregaron tres más en el cuarto, con jonrón de Despaigne incluido, y otra en el cierre del octavo para sobrellevar las amenazas esporádicas de los dominicanos, quienes en total fabricaron cinco anotaciones. Las otras tres de los quisqueyanos las soportó Ismel Jiménez, quien relevó a Blanco. Ismel fue bateado con comodidad, en una función de relevista que le queda como un traje mal puesto.
A propósito de relevistas, ya ha hecho evidente la pésima selección de lanzadores intermedios que hizo el equipo cubano para esa función tan importante de un juego de pelota. Se me antoja que este hecho inexplicable se alimenta de la ilusión de que los abridores cubanos son siempre capaces de lanzar seis o siete entradas, y que por eso no se necesitan relevistas intermedios. De alguna manera, los que arman el equipo Cuba siguen viviendo en el sueño de los 90, cuando los abridores de aquellos equipos cubanos lanzaban sus juegos completos contra selecciones amateurs que apenas les hacían resistencia.
Lamentablemente, el dominio que tuvo Cuba en esos años nos está pasando la cuenta ahora, y nuestro equipo es el que menos lanzadores lleva a los torneos internacionales, es decir, el que menos relevistas lleva. La dirección cubana duerme el sueño del ayer mientras lanzan los abridores, pero se despierta con la pesadilla del presente cada vez que tiene que venir a lanzar un sustituto que no hizo el equipo.
Como cualquier otra, el relevo intermedio es una especialidad imprescindible dentro del béisbol. Subvalorarla es poner en peligro dos o tres innings que son determinantes dentro de un juego de pelota.
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