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Cuba cayó hoy ante Estados Unidos 5-6 en la primera semifinal del béisbol de los Juegos Panamericanos. Tras llegar ganando 5 por 1 a la parte baja del séptimo inning, los cubanos se dejaron arrebatar una victoria que tenían en el bolsillo.
Tras una primera entrada pacífica, los cubanos se mostraron agresivos desde la segunda, cuando se fueron arriba por jonrón de Frederich Cepeda y doble impulsor de Yosvani Alarcón. Aunque esa primera ventaja se redujo un poco, pues los estadounidenses le devolvieron el jonrón con base limpias al abridor Yosvani Torres, la batería antillana siguió produciendo a cuentagotas, con hit impulsor de Alarcón en la cuarta, jonrón sin nadie en base de Raúl González en la quinta, y una más en la sexta, gracias a un roletazo de José Adolis García con las bases llenas que no pudo terminar en doble play.
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Con el partido 5 por 1, en la séptima se le embazaron dos hombres a Yosvani Torres, que había estado inmenso a su manera, al reducir una producción de un cuadrangular y cinco indiscutibles a una única anotación. El mejor pitcher cubano del momento fue entonces sustituido, a pesar de ser el más confiable y seguro de nuestros abridores, solo porque se le habían embasado dos hombres.
Una vez más, el miedo de la dirección cubana a perder pesó más que la confianza que se merecía Yorvani Torres, a quien debieron dejar resolver un problema que ni era grave, ni ocurría en un momento de aprieto, gracias a la ventaja de cuatro carrera que le habían dado sus compañeros. Si la dirección cubana no confiaba en el abridor del encuentro para salir de un aprieto en el séptimo inning, debió traer a un acomodador que iniciara esa entrada.
Tras quitarlo, lo demás era predecible. A Yosvani lo sustituyó Ismel Jiménez, que es un excelente lanzador (probablemente el de mejores condiciones de nuestro béisbol actual), pero que no ha estado bien en estos días, y lo más importante, que no es relevista. La jugada salió mal, porque aunque ponchó a un contrario regaló luego una base por bolas que rellenó las bases de contrarios.
A continuación, vino Liván Moinello, quien apenas había tenido tiempo de descansar, luego de haber tirado antier cuatro entradas frente a Nicaragua. Liván solo pudo sacar un out, soportó un indiscutible de dos carreras, que empató el juego, y regaló una base por bolas. Siguió el desfile de lanzadores con Yunier Cano, que permitió un hit, y fue sustituido por Yoanni Yera, quien estaba anunciado para abrir el partido por el oro, en caso de que Cuba hubiera ganado. En la parte baja de la novena Yoanni Yera no pudo aguantar el empuje de la ofensiva contraria, que dejó al campo al equipo cubano.
De esta forma Cuba perdió la posibilidad de recuperar el dominio panamericano en el béisbol, que habían perdido en Guadalajara, cuando cayeron precisamente contra Estados Unidos en semifinales, 12 carreras por 10.
Contra lo que cabía esperar, la ofensiva cubana no fue la culpable de la derrota final en Toronto. Tampoco lo fue el pitcheo abridor, pues a pesar de las altas y las bajas durante el torneo, se contó una vez más con un excelente trabajo del derecho pinareño.
Lo que no funcionó fue el pitcheo de relevo, ese que continúa el trabajo de los abridores y que clausura y redondea los juegos. Y lo cierto es que no podía funcionar con un único relevista intermedio y dos cerradores, además de tres o cuatro abridores convertidos en relevistas improvisados, no especializados en esa labor de apagafuegos.
Durante años el equipo Cuba ha subvalorado la labor de los relevistas, algo que resulta inconcebible en el béisbol moderno, que distingue con extrema precisión el trabajo de los lanzadores, según el momento que se encuentre un juego de pelota. En tanto Cuba no especialice su pitcheo y respete esta especialización, seguiremos perdiendo partidos en las últimas entradas, esos innings que seguirán siendo de la suerte para quienes hagan un buen uso de su pitcheo.
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