La bandera del 26 de julio y el espectáculo en Washington

El gobierno cubano, decadente como sus líderes, y reacio a que la nueva dinámica acarree un verdadero cambio, se desgañita arrojando sus clásicas consignas a través de las voces que malrepresentan la sociedad civil cubana.

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Este artículo es de hace 9 años

Si bien es cierto que lo ocurrido el día de hoy es uno de los sucesos más sonantes y esperanzadores en la sobre-extendida historia de amor/odio entre los Estados Unidos y Cuba, muchos de los cubanos –de aquí y de allá- nos mantenemos escépticos gracias al espectáculo que resultó la reapertura de la embajada cubana en Washington.

El gobierno cubano, decadente como sus líderes, y reacio a que la nueva dinámica acarree un verdadero cambio, se desgañita arrojando sus clásicas consignas a través de las voces que malrepresentan la sociedad civil cubana.


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¿Es este el cambio que viene? ¿Es este el cambio que queremos? Una horda de dirigentes oportunistas semiburgueses y pseudocomunistas acomodados (en el caso de Kcho, millonarios) vociferando en pleno acto oficial y diplomático el nombre de Fidel.

En la conferencia de prensa que sostuvo, horas después, el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, junto con el Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, el diplomático cubano aclaró tranquilamente que en la isla somos felices con nuestro sistema de gobierno y que “la apertura política en Cuba ocurrió en el año 1959”.

De igual modo, destacó a la prensa que "nos mantenemos en permanente consulta con nuestro pueblo para cambiar lo que tenga que ser cambiado, por voluntad soberana y exclusiva de los cubanos".
La mayoría de los que habitamos la isla –o que la hemos habitado- podemos atinar en esas declaraciones un alto porcentaje de ficción. Aunque eso no es lo preocupante, dichas afirmaciones a la luz pública aminoran el proceso de las normalizaciones bilaterales en diversos acápites como la democracia y los derechos humanos.

Con estas palabras, Rodríguez le tira la puerta en la cara a los cambios que pueda esperar un cubano de “a pie” en relación a esta nueva alianza diplomática. El derecho a la libre expresión y al pluripartidismo, entre otras libertades, son aspectos que seguirán en la cola para nuevas fiebres liberales del gobierno cubano.

El canciller cubano también reiteró que Estados Unidos debe levantar el embargo, devolver la base naval de Guantánamo y compensar al pueblo cubano por los "daños" que ha causado la política estadounidense.

Entre tanto, el artista o más bien, el publicista de la “Revolución”, Alexis Leyva (Kcho) se exhibió ante los invitados, la prensa y las redes sociales portando la bandera del 26 de julio, emblema que connota la perpetuación –pese a todo- del sistema político rigente en la Mayor de las Antillas hace más de medio siglo.

Bajo este contexto y no otro, ya tenemos embajada en Washington. A pesar del bullicio, el izamiento de la bandera, acompañado de las notas de nuestro himno nacional, estremeció al más pinto. No obstante, nos sigue quedando el hábito de la sospecha.

¿Será que el gobierno cubano piensa ir flexibilizándose lo suficientemente lento como para continuar engordando los bolsillos de sus dirigentes y disolviendo, sin que nos demos cuenta, el espejismo que siempre fue la sociedad socialista?

Cuba (el pueblo) está a la expectativa y es la que más pone en juego, es lo único que se puede afirmar con certeza en el marco de los acontecimientos. Muchos no esperan cambios inmediatos, pero todos son absolutamente conscientes de que este es el primer paso (ya no hay vuelta atrás), esperemos no sea el único.



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