Zona Wifi: Zombies en La Habana

Las calles de La Rampa, zona más concurrida de la urbe habanera, se han vuelto casi intransitables. Los escalones del cine Yara y del hotel Habana Libre se encuentran atestados de personas apiladas como pueden, con grandes laptops sobre sus piernas, tablets y teléfonos móviles.

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Este artículo es de hace 9 años

Las calles de La Rampa, zona más concurrida de la urbe habanera, se han vuelto casi intransitables. Los escalones del cine Yara y del hotel Habana Libre se encuentran atestados de personas apiladas como pueden, con grandes laptops sobre sus piernas, tablets y teléfonos móviles.

Las cafeterías aledañas nunca han tenido más clientes y menos abastecimiento; de los muros, contenes y demás accidentes arquitectónicos brotan como yerba decenas de jóvenes que no separan la vista de los dispositivos portátiles ni aunque su vida dependiese de ello.


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Nadie parece percatarse de la incomodidad de estar sentado, literalmente, en la calle. Las personas aprovechan la oportunidad de entrar a un mundo que para ellos ha estado siempre prohibido, ya nada es más importante.

Señoras y muchachas salen de sus casas con rolos en la cabeza, en chancletas, dispuestas a sentarse en algún espacio sobrante de la avenida más prominente de la capital cubana.

Los bienaventurados que cuentan con automóviles, se parquean donde sea que haya plaza, inclinan el asiento hacia atrás, suben los pies en la pizarra y a rezar porque no aparezca en sus pantallas “Problem loading page”.

Los internautas cubanos “de calle” exprimen el poco tiempo que pueden pagar para sumergirse en una realidad alternativa y colorida, nada que ver con el deprimente paisaje urbano que los rodea.

Al ruido ambiente de La Rampa, compuesto por el bullicio de los autos, se le suman las voces de decenas de personas ensimismadas que intentan comunicarse a través de una conexión fluctuante con sus familiares y amigos en otros países.

Desde la esquina opuesta escucho los gritos de una señora y una niña que, al parecer entablan una conversación por videollamada con algún ser querido; me acerco y veo que la señora llora, quizás sea la primera vez en mucho tiempo que ve a su hijo o nieto.

No hay duda de que para nosotros, los cubanos, es imprescindible el acceso a Internet. Cuba tiene un alto índice migratorio, necesitamos mantener el contacto con nuestros familiares y necesitamos mantenernos informados del acontecer mundial.

El gobierno cubano no nos permite ni lo uno, ni lo otro. La decisión de abrir los puntos wifi a la población en poquísimas zonas de la capital, no puede engañar a nadie, es una mera estrategia política que se sumará al discurso triunfalista de siempre.

La sobresaturación de personas que sufren las zonas wifi en La Habana no sólo afecta la estética de la ciudad, sino que es un recordatorio constante de la mala administración pública que padece la isla.

Personas amontonadas en las calles para vivir la fiebre wifi es signo de subdesarrollo –aunque parezca contradictorio-, es una expresión palpable de lo mal pensadas e improvisadas que son las políticas en Cuba.

La cultura del “lo que te den, cógelo” vuelve a apoderarse de nosotros, esta vez en el plano de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.

Muchos no se dan cuenta de que la racionalización del acceso a Internet, no es más que una limosna de las libertades que son nuestras por derecho.

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