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La ausencia de disidentes en el acto oficial de reapertura de la embajada de Estados Unidos en Cuba, ha motivado las más disímiles críticas de sectores de la oposición al gobierno cubano, que ven en este hecho desde un desplante hasta una declaración de intenciones del gobierno norteamericano con respecto al cubano y a los grupos que se le oponen.
Ante tal revuelo e incomodidad, el propio John Kerry, en declaraciones al canal hispano Telemundo, informó de sus intenciones de reunirse con representantes de la oposición en Cuba y aclaró que no habían sido formalmente invitados al acto de reapertura de la embajada por ser éste un acto “de gobierno a gobierno” y por limitaciones de espacio en el recinto.
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El esperado encuentro, según han confirmado la portavoz del Departamento de Estado, Angela Cervetti, y algunos de los propios invitados, ocurrirá en la tarde del viernes, horas después de haberse efectuado el acto oficial de reapertura. Representantes de sectores de la sociedad civil, incluidos algunos disidentes, han sido invitados a una recepción en la residencia del encargado de negocios de la embajada de EE.UU, Jeffrey DeLaurentis y éste será el contexto en que el secretario de Estado norteamericano podrá dialogar con algunos de los opositores al régimen cubano.
Según ha podido conocerse, dentro de los invitados a esta recepción están Berta Soler (Damas de Blanco), Miriam Leiva (periodista independiente), Antonio González-Rodiles (Estado de Sats) , Manuel Cuesta Morúa (Partido Arco Progresista), Dagoberto Valdés (director de la revista Convivencia), Elizardo Sánchez (Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional ), entre otros. Este último, sin embargo, no podrá asistir pues se encontrará el viernes fuera de Cuba.
Kerry, en su conversación con José Díaz Balart, presentador de Telemundo, adelantó además que pretende caminar por las calles de la capital cubana y escuchar a todo el que se le acerque y lo aborde.
Aunque su estancia en La Habana será de tan solo dos días, constituye sin dudas un evento de gran trascendencia histórica, pues el último secretario de Estado norteamericano que visitó Cuba lo hizo hace 70 años y por lo que representa en las recientemente restablecidas relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
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