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Travestismo, desilusión y marginalidad parecen ser los temas dominantes en las dos coproducciones de tema cubano que exhibe el Festival de Toronto en sesiones privadas, dedicadas a promover las ventas y alquileres de filmes. Sin perder de vista los costados comerciales ni los artísticos de cada película, el festival de Toronto le presta considerable importancia a las ventas, alquileres y exhibiciones pagadas de los filmes incluidos en sus nóminas, de modo que el mercado suele ser la actividad reinante y primordial en un evento considerado la vitrina del cine mundial en Norteamérica, con vistas al Oscar, y a penetrar el mercado más grande del mundo.
Los únicos dos filmes de temática cubana, incluidos en el festival, son El rey de La Habana y Viva, que recrean circunstancias y contextos al interior de la Isla, aunque estén ambos dirigidos por cineastas que no son cubanos, como también estaban dirigidas por extranjeros Retorno a Ítaca, Buena Vista Social Club, Habana Blues o Soy Cuba.
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El catalán Agustí Villaronga, multipremiado por su filme Pa Negre, adaptó al cine la novela erótica de Pedro Juan Gutiérrez El rey de La Habana, parte de la Trilogía sucia de la Habana donde el escritor describe desde su azotea en Centro Habana, la parte más oscura, sórdida y erótica de la ciudad. Los críticos la insertan dentro del llamado realismo sucio.
Para el rodaje, Villaronga y su tropa tuvieron que simular las localizaciones cubanas en República Dominicana, aunque logró un buen elenco de jóvenes actores cubanos. La historia de pobreza y marginalidad, protagonizada por mendigos, prostitutas, travestis, bisneros, ladrones, borrachos y drogadictos en un ruinoso edificio, se centra en el drama de un joven que sale de un centro penitenciario e intenta sobrevivir la brutal crisis económica que azotó Cuba en los años 90, tras la caída de la Unión Soviética.
En cambio, Viva es un filme rodado y ambientado en Cuba por el director irlandés Paddy Breathnach, que contó con la producción ejecutiva de Benicio del Toro, y que se inspira en la historia de Jesús (Héctor Medina) un joven peluquero de 18 años que adopta el nombre artístico de Viva.
El filme se vale de un guión de Mark O’ Halloran para mostrar a los personajes en un estilo semidocumental con la cámara en mano (a cargo de Cathal Watters) persiguiendo a Jesús por las calles de La Habana, repletas al parecer de personas ávidas por partir a Miami o Europa. En Toronto, la prensa y los especialistas volvieron a elogiar a los tres protagonistas: Héctor Medina, Luis Alberto García y Jorge Perugorría.
Actualmente, además de exhibirse para los compradores y el personal de la industria en el festival de Toronto, El rey de La Habana y Viva compiten en los festivales de San Sebastián (España) y Busán (Corea del Sur) dos de los eventos más importantes del cine en Europa y Asia respectivamente.
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