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Teatro El Público repone en la escena del Trianón los cuentos de El Decamerón, una versión actualizada con chispeantes toques de cubanía y doble sentido. En este montaje de Carlos Díaz se recurre a un tono carnavalesco y paródico para readaptar la versión de la versión, en tanto se trata de renovar la puesta de Héctor Quintero respecto a la picante ficción de Boccaccio.
En 1969, Quintero, el autor de Contigo pan y cebolla o El premio flaco, hizo una versión libre de seis de los cuentos del Decamerón de Giovanni Boccaccio, que fue estrenada en el teatro Hubert de Blanck por el grupo Teatro Estudio. La obra permaneció en cartelera con más de 300 presentaciones, y tuvo considerable divulgación dentro y fuera de Cuba. Posteriormente hubo otra versión en 2005, en Miami, dirigida por la actriz cubana Ana Viñas.
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Los personajes del Decamerón, según Boccaccio, Quintero o Carlos Díaz, deciden confirmar la vida, mediante el erotismo, ante la presencia de la muerte y la desintegración. Pero la Italia medieval es recontextualizada en momentos los 30 minutos de espera, cuando se escucha a Los Muñequitos de Matanzas interpretando El necio, de Silvio Rodríguez, seguido por otros temas de música afrocubana.
También colabora con la atmósfera absurda el vestuario estrafalario —travestidos con tacones, sombrillas, alas, máscaras, ropa de época colorida y anacrónica— y el hecho de que no existe escenografía y toda la atracción se deposita entre los actores mayormente jóvenes, aunque en temporadas previas la abadesa, en el cuento del hortelano mudo, estuvo a cargo del consagrado Osvaldo Doimeadiós.
El erotismo tampoco es un elemento ajeno a la obra de Carlos Díaz con su grupo El Público en el capitalino Trianón, donde el dramaturgo ha tenido anteriores éxitos con obras del repertorio clásico como La Celestina y Noche de Reyes, que se mantuvieron durante meses en cartelera gracias a su atmósfera hedonista y sensual. Debe decirse que esta versión prescinde de los habituales desnudos que tanto alboroto han causado en otras puestas de El Público.
Además, se incorporan canciones contemporáneas, cantadas por los actores, quienes también refuerzan la sensualidad verbalmente. De todos modos, lo que más impresiona en este Decamerón ha sido el diálogo entre los contextos de la Italia medieval y la Cuba del siglo XXI. Las alusiones al presente suelen ser aplaudidas y comentadas en alta voz por el público.
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