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El mejor vallista en su día, el cubano Dayron Robles, pudiera volver a competir por su país en los venideros Juegos Olímpicos de 2016.
Dayron Robles abandonó Cuba en 2013 para competir en el Mónaco francés sin el permiso de la Federación Cubana de Atletismo, lo que provocó una polémica en la que tuvo que intervenir la Federación Internacional de ese deporte.
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Uno de sus principales críticos de entonces, Alberto Juantorena, presidente de la Federación cubana, dio a conocer que no se opone a que Dayron vuelva a competir por Cuba, y que eso dependerá de “su actitud y sus resultados”, según dio a conocer a la prensa nacional. Juantorena añadió que ya se replicó la solicitud al Instituto Cubano de Deportes (INDER), que decidirá si el cubano tiene derecho o no a competir por el país que lo vio nacer.
Campeón olímpico en Pekín 2008 y exrecordista mundial en los 110 metros con vallas, Dayron no está como en sus mejores tiempos. En esta temporada exhibe un 13,32 segundos, por debajo de otro cubano que no compite por Cuba, Orlando Ortega, con 12,94 s, así como de sus también compatriotas Yordan O'Farrill, 13,23 s y Yhoanis Portilla 13.30 s.
Sin embargo, la decisión de dejarlo correr por su país va más allá de la utilidad deportiva, y cae dentro del terreno de la justicia. Dejarlo volver tendría un valor simbólico transcendental, en tiempos donde las federaciones deportivas cubanas han comenzado a practicar el respeto y la tolerancia por los atletas que por una razón u otra han abandonado el país a lo largo de los últimos años.
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